“Le estamos fallando a las niñas de Nicaragua”
Una socióloga analiza las brechas de género que dificultan el desarrollo de las niñas de Nicaragua. “Los mitos sobre ser niña, el cuerpo y la sexualidad limitan su desarrollo y contribuyen a que sean vulnerables”, dice.
- octubre 11, 2023
- 12:00 AM
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La noche del 2 de septiembre de 2022, las hermanas I.J.U y M.J.U, de 7 y 10 años respectivamente, salieron de su casa a jugar, pero no regresaron. Fueron asesinadas por dos adolescentes en Ciudad Belén, Managua. El crimen es uno de los más atroces que se recuerden en un país que en los últimos años ha normalizado la violencia contra mujeres y niñas.
Según la Fiscalía, las pequeñas intentaron, infructuosamente, defenderse de sus abusadores. Una murió por asfixia mecánica y la otra por un trauma craneoencefálico. Sus cuerpos fueron encontrados días después en un predio baldío tras una búsqueda intensa de agentes de la Policía Orteguista. Ese caso pone, tristemente, rostro a la violencia que viven las niñas de Nicaragua.
El organismo independiente Católicas por el Derecho a Decidir informó que de las 50 mujeres asesinadas en el primer semestre de este 2023, cuatro eran niñas y adolescentes. Es por ello que una socióloga experta en derechos de la niñez dice que “ser niña en Nicaragua es bastante complicado”. Lo plantea porque hay una condición de riesgo que enfrentan las niñas: “Aunque también los niños viven el riesgo del maltrato y del abuso sexual, son las niñas las que aparecen con las estadísticas más altas como víctimas de abuso sexual”.
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La experta que conversa con DESPACHO 505 en conmemoración del Día Internacional de la Niña, bajo anonimato por temor a represalias del régimen de Daniel Ortega, analiza lo difícil que es ser niña en Nicaragua, la desigualdad de género que enfrentar y el rol que deben asumir el Estado, la sociedad y las familias para que las pequeñas sean vistas como sujetas de derecho. “La condición de desigualdad y la crianza que viven las niñas les hace muchísimo más vulnerables ante la violencia, no solamente ante la violencia sexual sino ante cualquier tipo de violencia”, dice.
¿Por qué ser niña sigue siendo difícil, pero la mayor parte de la sociedad ni siquiera se da cuenta, no reconoce los riesgos que enfrentan, ni las cargas que la misma sociedad les impone?
Efectivamente ser niña sigue siendo algo muy difícil, muy complejo. Y las niñas viven su realidad y la viven solas. Regularmente no comparten sus preocupaciones, sus angustias, sus dolores, sus experiencias duras. Y no las están compartiendo, porque sienten que no hay un lazo de comunicación efectivo que les haga sentir que tienen respuesta o que están protegidas y seguras. La sociedad realmente no lo reconoce, ni lo identifica, piensan que las niñas no entienden, que no saben, que son seres que están en desarrollo y que no están capacitadas para saber lo que pasa. También se piensa que son fantasiosas, que son malcriadas, que son lloronas y con ese concepto que se tiene de ser niña difícilmente se abre una comunicación basada en la confianza.
Entonces no se les reconoce como sujetas de derecho...
No. No hay un reconocimiento para las niñas de ser personas. “Las personas son grandes, yo soy niña”, suelen decir y eso nos deja ver el aprendizaje que la niña ha tenido: ella no es persona y desde el desconocimiento que tiene de ser persona también está el hecho de que no se le reconozcan sus derechos, que no se le reconozca su voz. Ser niña es bastante complicado. Además, hay toda una condición de riesgo que enfrentan las niñas, pues aunque también los niños viven el riesgo del maltrato y del abuso sexual, son las niñas las que aparecen con las estadísticas más altas como víctimas de abuso sexual. Vemos niñas embarazadas a los nueve años producto del abuso sexual y, encima, es culpabilizada por estar embarazada, se le dice que es una calenturienta y una birrionda por haber quedado embarazada. Nos estamos viendo con situaciones difíciles y muy complejas para una niña que no está preparada para ser mamá, que tiene un alto riesgo de morir durante el embarazo, que no comprende, no entiende y no quiere tampoco estar embarazada; pero tampoco puede decirlo. Es algo bastante difícil mientras no se le escucha, no se le reconoce y se le trata con tantos mitos sobre la sexualidad y sobre su cuerpo.
¿Qué está fallando?
Estamos fallando todas y todos en la sociedad: el Estado, la familia, las instituciones, que tienen una altísima responsabilidad; las leyes están fallando. La sociedad, tan cargada de mitos sobre la niñez, la autoridad, la obediencia: digo que mi hija me tiene que obedecer, y en realidad lo que mi hija tiene que hacer es respetarme si yo la respeto, porque el respeto debe ser mutuo, no es que ella me respeta y yo no. Hay tanta desinformación y no se hace nada para que los diferentes segmentos de la sociedad tengan información real sobre esta situación lo que complejiza la problemática. En todo caso, mientras sigamos teniendo tantos mitos sobre ser niña, sobre el cuerpo y sobre la sexualidad vamos a seguir teniendo toda esta situación en la que le estamos fallando a las niñas.
Persiste la idea de que nacer mujer trae una carga para la que hay que prepararse desde muy chica...
Persiste la idea de que hay que asumir una condición: nacer mujer y nacer con la carga de lo que implica aprender a serlo, porque nos enseñan a ser mujeres. Nos enseñan a comportarnos como niñas, desde la forma en como hablamos hasta la forma en que sentimos. Igualmente, cuando se trata del cuerpo y de la sexualidad también nos enseñan cómo sentarnos para cubrir, prohibir y vulgarizar también nuestro cuerpo, porque nos enseñan que nuestra vagina tiene un nombre, que no es realmente vagina, y nos enseñan hasta de manera dulce que se llama “chunchito”, “panchito”, pero no nos dicen que la realidad es que se llama vagina, porque les da vergüenza. Nos enseñan que la sexualidad es algo de lo que hay que avergonzarse como mujeres, que es un tema del que no tenemos que hablar. Además, nos enseñan desde temprana edad que tenemos un rol que jugar en la reproducción de la especie y en la reproducción también de todo el sistema social, porque las mujeres somos las encargadas de enseñarle a las niñas y a los niños a ser niñas y a ser niños; estamos ocupadas del modelo de crianza y esa es una carga que tenemos que asumir.
¿Cómo cambiar eso?
Lo primero que tenemos que hacer es terminar con todos los mitos y eso no se logra de la noche a la mañana. Tenemos que comenzar a trabajar para que la sociedad y la familia tengan claro qué significa el debido respeto y la responsabilidad de la protección y la seguridad que se requiere tener en la relación con una niña. Saber que el respeto hacia ella significa que le pueda reconocer como persona, que pueda tener sus propias ideas, sus propios criterios. Una niña de cinco años dice yo quiero este vestido, pero su mamá le impone el que le va a poner, porque a ella le parece que se ve más bonita. Y si la niña se lo quiere poner todos los días, le pega para que no haga eso. De esa manera, la niña va aprendiendo que su cuerpo y sus decisiones no son importantes y que pueden ser irrespetadas en cualquier momento. Que puede ser invadida. Comencemos a trabajar primero desde la familia para cambiar esos roles que se nos han asignado sobre la crianza de las hijas y los hijos. No se va a lograr cambiar en un año, ni siquiera se va a lograr en un Gobierno, es una tarea de continuidad y lo que no debemos perder es la perspectiva, el propósito que es cambiar esta carga enorme que tienen que asumir las mujeres y que las comienzan a preparar desde niñas.
¿Cómo entender una crianza que no refuerce roles de género y reproduzca estereotipos sobre cómo ser varón o mujer? Es decir, todo aquello asociado a colores, juegos y roles asignados y socialmente normalizados…
Se ha venido trabajando sobre cosas bastante micro en la familia. Por ejemplo, hay mamás que ya les están diciendo a los niños que deben asumir las mismas tareas que las niñas. Hay cosas que se están haciendo y que los niños están aprendiendo, igual que las niñas y que no es nada anormal, ni es nada que les denigre. Sin embargo, cuando se habla de los roles de género no solamente nos tenemos que quedar en la familia. A los niños en la comunidad y en la escuela se les refuerzan estereotipos, desde el hecho de ser el más fuerte, decirles que tienen que proteger a las mujeres, o desde el hecho mismo de prohibirles llorar. Eso los niños lo aprenden tanto que cuando llegan a ser hombres tienen problemas para llorar. Igualmente a los niños se les dice que no tienen que andar besando. “Usted es un macho y no besa a otro macho”, les dicen. Con el reforzamiento de esos estereotipos, el niño también va aprendiendo que no tiene que ser sensible, que no puede ser alguien con sensibilidad humana, que tiene que ser frío y calculador. Esto es una gran limitante, porque no solamente aprenden a no expresar la afectividad con su pareja, aprenden a no expresar la afectividad con sus hijas y sus hijos, y es una forma también en que se van reproduciendo los estereotipos.
¿Cómo se explica que a estas alturas persista el menosprecio hacia las mujeres desde la gestación, que predomine el deseo del hijo varón? ¿Cómo marca esto la vida de las niñas?
En primer lugar, cuando el padre dice que el hijo que espera debe ser un macho porque tiene que ser como él, tiene que ver con una condición de repetición de su propia condición física y sexual. Él quiere sentirse más macho. Es toda una expresión machista, sentir que ha sido capaz de reproducir a un hombre y si en su físico se parece a él se siente todavía más completo como hombre. El asunto llega a tal grado que las mujeres al ser sometidas llegan a estar “convencidas” de que ellas también quieren un hijo varón, y se da ese menosprecio y discriminación hacia las niñas desde el embarazo. En el sector rural llega a tal grado el menosprecio hacia las niñas que en el momento del nacimiento, la partera le dice a la familia desde que va llegando que la niña vale 200 y el niño 300, nacer niña es más barato y cobra más por el niño porque ella fue capaz de hacer nacer a un varón, así se fortalece ese menosprecio hacia las niñas. Hay padres que siguen sintiendo que fueron estafados por la vida porque nació una niña o porque en cuatro intentos nacieron cuatro niñas y se siente disminuido porque no ha sido posible para él tener hombres, y cuando se dan cuenta que son ellos quienes determinan el sexo eso le hace entrar en un silencio absoluto porque no quiere que nadie se estere.
¿Las niñas se dan cuenta que ser mujer es ser menos?
Esto marca su vida, sí les marca efectivamente tener esa predisposición a sentirse disminuidas, desvalorizadas, pero también para sentirse con predisposición a la sumisión. Eso es muy grave para ellas.
¿De qué manera limita la desigualdad de género a las niñas?
Las niñas tienen muy limitado el reconocimiento de la igualdad, socialmente hablando. En la familia las niñas están orientadas a que hagan los quehaceres, pero los niños pueden descansar. La justificación es “tenés que aprender para que cuando a vos te toque ya tenés que estar preparada”, o sea, los niños no necesitan esa preparación, son las niñas. De esta manera el trabajo doméstico que hay que realizar y en el que podría participar toda la familia marca que son las niñas las que tienen que hacer todo lo que compete a la casa. En el colegio, igualmente en muchos espacios, se sigue enseñando a las niñas de manera diferenciada que a los niños, en la escuela se sigue enseñando que las niñas pueden tejer mientras que los niños pueden aprender carpintería. Pueden tener la misma edad, sentirse igual, pueden sangrar igual, pero hay esa condición que está marcada por la desigualdad de género. Realmente la desigualdad de género limita el desarrollo de las niñas porque: ¿cuánto aprendizaje puede tener una niña cuando se desarrolla efectivamente en un juego en el que hay un grupo de tres cuatro niñas y niños jugando a las chibolas o un juego que es exclusivamente de niños?, ¿qué pasa cuando los niños pueden jugar algo que juegan las niñas? No pasa nada, simplemente ambos aprenden.
¿Qué consecuencias tiene que a las niñas no se les reconozca como sujetas de derecho y se les enseñe a obedecer y no ha expresarse?
Regularmente a las niñas se les enseña la obediencia y la sumisión, de tal manera que también se les prohíbe hablar, protestar o expresarse. Eso tiene consecuencias graves, porque en la medida en que ellas ven violentado su derecho a la expresión, en la medida en que ellas ven su voz apagada, en la medida en que se ven sometidas se tornan más vulnerables. El hecho de prohibirles tener información porque cuando hacen alguna pregunta le dicen por qué andas preguntando eso. Ocurre que tampoco son escuchadas cuando algo les está ocurriendo y esto lleva a que una niña cuando vive el abuso sexual no se lo diga a nadie. El abusador sabe que cuenta desde el inicio con la vulnerabilidad de la niña y con la actuación de la familia, en términos de no creerle a la niña, de no escuchar a la niña y de que ella va a guardar silencio.
¿Influye la desigualdad y la crianza machista en la vulnerabilidad de las niñas ante la violencia?
La condición de desigualdad y la crianza que viven las niñas les hace muchísimo más vulnerables ante la violencia, no solamente ante la violencia sexual sino ante cualquier tipo de violencia. Muchas veces las niñas en el colegio viven bullying y son incapaces de decirle a su mamá lo que están viviendo. Verdaderamente esta condición de desigualdad y esta crianza machista influye de manera determinante en las niñas, en su reacción o en su no reacción ante la violencia.
¿Debe ser la familia la primera escuela contra el machismo y la desigualdad?
La familia es la primera escuela donde se enseña machismo y desigualdad. Es la primera escuela donde se enseña sobre sexualidad de una manera inapropiada o inadecuada. En todo caso, la idea es que sea la familia, que es esa primera escuela que tenemos todas y todos, donde podamos aprender también qué significa rechazar el machismo y reconocer la desigualdad para poder también promover desde nuestros propios derechos una condición de respeto y de reconocimiento de nuestra persona, de nuestros derechos. Las niñas se lo merecen, la familia completa se lo merece. Yo no puedo estar diciendo en este momento que la familia sea culpable de todo lo que he dicho, lo que sí puedo decir es que esto responde específicamente a un rol que le ha sido asignado a la familia con tanta desinformación que además se ha reproducido históricamente con tantos mitos y que en todo caso de ahí es donde se empieza a valorar todo el fortalecimiento que tiene el machismo día día y que hace que se mantenga la desigualdad. No se trata de que la familia es culpable, se trata de que es ahí donde ocurre, pero debe ser la familia también quien reaccione primero, como la primera escuela que siempre tenemos para las niñas y los niños.
Actualmente se habla mucho de empoderar a las niñas, ¿qué significa y qué impacto puede tener si el entorno no cambia?
En realidad, aún cuando se está hablando de empoderar a las niñas, se sigue asumiendo que el empoderamiento de las niñas depende de las y los adultos y esto es bien relativo. Yo siempre digo que no podemos empoderar a nadie porque las niñas y los niños, las adolescentes, las personas jóvenes adultas van a empoderarse por sí mismas. Las niñas van a empoderarse en la medida en que nosotras y nosotros las y los adultos tengamos también una actuación diferente, una actuación basada en el respeto, en el reconocimiento de sus derechos
¿Cuáles son los derechos que las niñas deben aprender a reconocer?
Primero que nada, su derecho a expresarse. Que puede hablar y tener una gran fuerza en su voz para decir lo que piensa, sus ideas, lo que necesita y también por lo que le está pasando. Su derecho a opinar, su derecho a participar, porque cuando habla entre adultos y adultas en la casa se asume que las niñas y los niños no solamente no pueden participar de esa comunicación sino que, además, se tienen que alejar y los mandan a salir. También debe reconocer su derecho a vivir sin violencia y en ese sentido cuando reconocemos este derecho también debemos reconocer que las niñas deben ser respetadas y que el respeto no tiene que ver con que no tenga responsabilidades. Enseñarle cuáles son sus responsabilidades no es enseñarle que tiene que obedecer.
¿Para usted, cómo incide esa idea del amor romántico en la vida de niñas y adolescentes?
El concepto del amor romántico es algo que se ha venido reafirmando. Es una condición de sumisión. Las niñas entienden que el amor es que los novios en la adolescencia las van a celar, que a los 14 ,15, o 17 años pueden maltratarlas y prohibirles ponerse la ropa que ellas quieren, cortarse el pelo como a ellas les gusta, salir de su casa en el día en que no los van a ver a ellos y hasta prohibirles hasta las amistades. Entonces ese amor romántico va enseñándoles sumisión y prohibiciones que asumen como algo normal. Cuando llegan a ser jóvenes y adultas y comienzan a tener una vida de pareja, el amor romántico trae todo ese bagaje de información en el que ella va a hacer una mujer sometida y obediente, una mujer maltratada, humillada y denigrada, aunque no viva ni un solo golpe. Hay mujeres que tienen 25 años de matrimonio y dicen ‘él a mí nunca me ha dado un golpe’, pero sí la ha violentado cada vez que la humilla, la denigra, le grita, la ofende, la discrimina u la desprecia en todos los ámbitos.
¿Cómo se podría deconstruir el amor romántico desde la adolescencia y cómo ayudaría a evitar las violencias contra las niñas y adolescentes?
Hay que seguir hablando del respeto en los diferentes espacios donde tengamos posibilidades aún de hablar sobre el tema, pero lo hacemos siempre pensando en lo que pasa con el acceso a las redes sociales y cómo es que esto ocurre para las chavalas cuando conocen a alguien y se deslumbran. Los medios de comunicación transmiten, programas, series o novelas que van a fortalecer ese amor romántico. Hablamos de esto con las mamás para decirles, cómo es que le enseñan sobre ese amor romántico desde la niñez a las niñas y a los niños. Cuando en el preescolar la mamá dice que ya la niña tiene novio está comenzando a marcar una condición sobre ese amor romántico en la niña
Esta entrevista forma parte de nuestra cobertura especializada Las Niñas Cuentan. La entrevistada pidió omitir su nombre para evitar represalias del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.