Vecinos que perdieron todo en los incendios de California: "No puedo aceptar la realidad"
La ciudad y organizaciones como Cruz Roja se ha volcado proporcionado a las víctimas de los incendios camas, mantas, agua, comida y mascarillas.
- enero 08, 2025
- 04:59 PM
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"No puedo aceptar la realidad", dice a EFE Hugo Zavala, un hombre de 46 años que perdió su casa anoche tras ser alcanzada por el incendio Eaton, uno de los cinco focos activos que asola el condado de Los Ángeles y que ha reducido a cenizas 4.300 hectáreas (10.600 acres) en menos de 24 horas.
Dos vecinos le han mandado fotografías esta mañana de un hogar que "ya no existe" en Altadena, la parte alta de la ciudad de Pasadena, donde ha vivido en los últimos cuatro años y donde las llamas castigan con mayor virulencia.
En cuanto vio el fuego acercarse a su hogar, propiedad del Gobierno de California, salió con lo puesto, llevando solo una pequeña mochila negra y su teléfono, y estuvo esperando unas tres horas en medio de la carretera a que lo viniese a recoger un vehículo de emergencia.
"No sé a dónde voy a ir esta noche", indicó Zavala quien, con tal de no afrontar la realidad, se ha ofrecido voluntario en el Centro de Convenciones de Pasadena, convertido ahora en un refugio del que escapar de las llamas, para asistir a los vecinos que, como él, se han quedado sin nada o temen perderlo todo.
Miedo, dolor y desolación
Más de 700 de personas ocupan el Centro de Convenciones de Pasadena, en el corazón de una de una ciudad de 130.000 habitantes, a la espera de poder volver a sus casas o, al menos, saber el estado en el que se encuentra.
Aunque el incendio se produjo durante el atardecer de ayer, el volumen de gente comenzó a aumentar a partir de las tres de la mañana, cuando los fuertes vientos esparcieron el fuego y los bomberos comenzaron a llamar puerta por puerta para evacuar.
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Desde entonces sigue llegando gente, algunos de ellos con maletas, insumos, juguetes y provisiones, mientras que otros no han corrido con la suerte de poder llevarse sus pertenencias y tuvieron que huir en cuestión de minutos.
La ciudad y organizaciones como Cruz Roja se ha volcado proporcionado a las víctimas de los incendios camas, mantas, agua, comida y mascarillas a lo allegados: gente en silla de ruedas, con movilidad reducida, con mascotas, de edad muy tempranas y avanzadas, que conviven en un espacio con capacidad de 11.100 metros cuadrados.
Con la radio puesta para conocer el estado de sus barrios en tiempo real y recibiendo llamadas de sus seres queridos, el tema de conversación que se respira en las salas de este centro es el mismo: ¿Cómo está tu casa?
Hay bomberos voluntarios asistiendo en las tareas junto a varias enfermeras para reforzar la asistencia de personas como la madre de Mark, que descansa recostada sobre una camilla tras verse obligados a desalojar su vivienda a las 3 de la mañana.
"Nos llamaron a la puerta advirtiéndonos de evacuar, solo me dio tiempo a empacar muy pocas cosas", dijo a EFE.
Vive en Altadena y no sabe cómo esta su casa, pero por vídeos que ha podido ver a través de sus amigos y las alertas de las autoridades, parece que se encuentra fuera de peligro.
Pasadena, una ciudad fantasma
Una capa espesa de humo y ceniza cae desde un cielo anaranjado y gris que cubre el centro de Pasadena, el pulmón de una ciudad que, en un día normal, suele llenarse en las primeras horas de la mañana con el bullicio de gente y comercios que hoy permanecen cerrados.
Apenas un par de transeúntes y vehículos deambulan por las principales calles de la ciudad. A los lados de las calles y carreteras se acumulan ramas enteras caídas por los fuertes vientos que desde ayer azotan con virulencia la zona.
La autovía que conecta Pasadena con el norte de la ciudad de Los Ángeles suele estar repleta de tráfico por las mañanas, pero hoy apenas circulan coches, algunos de los cuales han quedado abandonados en medio de las calles.