Isabel II despedida por dignatarios de todo el mundo en un funeral único
Con la pompa y la solemnidad que exigen unas exequias de Estado y en medio de fuertes medidas de seguridad, Isabel II fue despedida este lunes por cientos de representantes de países con los que ella debió mantener y reforzar relaciones diplomáticas durante sus siete décadas como jefa de Estado del Reino Unido
- septiembre 19, 2022
- 02:11 AM
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Un funeral único para una reina única. En la Abadía de Westminster, templo de monarcas británicos, Isabel II recibió un funeral solo reservado para las figuras gigantes, marcado por la presencia de presidentes, reyes, príncipes, primeros ministros, embajadores e invitados especiales de todo el mundo.
Con la pompa y la solemnidad que exigen unas exequias de Estado y en medio de fuertes medidas de seguridad, Isabel II fue despedida este lunes por cientos de representantes de países con los que ella debió mantener y reforzar relaciones diplomáticas durante sus siete décadas como jefa de Estado del Reino Unido.
Cuando asumió el trono el 6 de febrero de 1952, con apenas 25 años de edad, Isabel II ayudó a impulsar estos vínculos después de que el país iniciara la reconstrucción tras la participación en la II Guerra Mundial para vencer a la Alemania nazi.
Liderados por el rey Carlos III, que ascendió al trono a la muerte de su madre, la familia real británica en pleno, entre ellos los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, con dos de sus tres hijos -los príncipes Jorge y Carlota-, y los duques de Sussex, Enrique y Meghan, Isabel II fue despedida con todos los honores.
LOS REYES DE ESPAÑA Y LOS EMÉRITOS
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, sentados en la abadía junto a los eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía, estuvieron entre los más de 2.000 invitados a esta ceremonia religiosa, de los que 200 han sido jefes de Estado y dignatarios.
Los reyes de España se sentaron en el templo con los eméritos, la primera imagen conjunta de los cuatro reyes desde 2020.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su mujer, Jill Biden; el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su esposa, Brigitte, no faltaron en esta iglesia gótica anglicana, donde Isabel II se casó con el duque de Edimburgo en 1947 y donde fue coronada en 1953.
Tampoco faltaron el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, el jefe de Gobierno de Australia, Anthony Albanese, y la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, cuyos países pertenecen a la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth, excolonias).
En la abadía estuvieron los emperadores de Japón, Naruhito y Masako; la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen, y otros soberanos de casas reales europeas, como los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde, y Guillermo Alejandro y Máxima de los Países Bajos.
No obstante, el Reino Unido no invitó a representantes de Siria y Venezuela debido a que no mantiene vínculos diplomáticos, y tampoco de Rusia y Bielorrusia, por la invasión de Ucrania.
LA INFLUENCIA DE ISABEL II EN EL MUNDO
La presencia de los dignatarios ha sido un reflejo del alcance e impacto de la influencia de Isabel II a lo largo de sus setenta años de reinado.
La clase política británica estuvo representada por la primera ministra, Liz Truss, y los ministros de su Gobierno, mientras que no faltaron todos los antiguos jefes del Ejecutivo del país, como los laboristas Tony Blair y Gordon Brown, y los conservadores John Major, Theresa May, David Cameron y Boris Johnson.
Afuera del templo, miles de personas situadas a ambos lados de la procesión fúnebre dieron el último adiós a la reina.
En el impactante cortejo, que recorrió el centro de Londres, miembros de las tres cuerpos de las fuerzas armadas -la Marina, el Ejército y la Real Fuerza Aérea-, la Guardia Real y representantes de diversas organizaciones, entre ellos de la Sanidad pública, marcharon detrás del féretro, cubierto con el Estandarte Real.
El féretro fue transportado por Londres en una cureña de la Marina británica de 1901, que también había sido utilizado en el funeral de su padre, Jorge VI, y que fue tirado con cuerdas por más de cien marineros al son de una marcha fúnebre.