La juventud de Nicaragua: radiografía de un "patrimonio" abandonado

Desde el 17 de julio de 2024 la juventud es patrimonio en Nicaragua. La declaratoria es casi una excentricidad: no hay otro sitio en el mundo que haya otorgado sin sustento tal categoría. Pero, ¿Qué significa ser joven en Nicaragua?

Radiografía de la juventud en Nicaragua
Jóvenes haciendo fila para una feria de empleo. Foto: archivos de DESPACHO 505.
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explicador | Gato Encerrado

Despacho 505
  • julio 30, 2024
  • 12:52 PM

Nicaragua es el único país en el mundo donde la juventud tiene la categoría de patrimonio, una distinción hasta ahora reservada para monumentos o sitios con un valor histórico o cultural. La declaratoria, oficializada en la nueva Ley 1209 por la Asamblea Nacional, no reconoce un mérito concreto de la población joven del país que, de por sí, es mayoría: 6 de cada 10 nicaragüenses son menores de 30 años. 

La ley en vigor desde el 17 de julio de 2024 es, según el texto, un saludo a lo que el sandinismo de Daniel Ortega y Rosario Murillo llama “tiempos de soberanía y victorias”, contados a partir de abril 2018 cuando en Nicaragua jóvenes universitarios lideraron un inédito levantamiento ciudadano que paralizó todo el país y que solo pudo ser frenado con violentos ataques armados dirigidos por policías y paramilitares. A partir de entonces, el oficialismo retiene el poder y afianza un modelo dictatorial ampliamente cuestionado por la comunidad internacional. 

En la Nicaragua de hoy, ¿Cuál es la situación de la juventud? DESPACHO 505 habla con protagonistas, sociólogos y analistas en un esfuerzo por retratar a esa fuerza poblacional en la que se suele descargar el peso del futuro.

La juventud en datos

Según las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), hasta la mitad de este 2024 Nicaragua alcanzó una población de 6 millones 916 mil 142 habitantes, de estos 3 millones 983 mil 851 son menores de 30 años, es decir, los jóvenes conforman el 57.6 por ciento del total de nicaragüenses.

En tanto, el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide) estima que hasta marzo de 2024 Nicaragua tenía una población de 6 millones 853 mil 487 habitantes, de estos, 5 millones 21 mil 348 se encontraban en edad de trabajar (14 años a más) y la Población Económicamente Activa (PEA) se cifraba en 3 millones 382 mil 352.

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Sin embargo, cuando ese dato se compara con el número de afiliaciones por edades del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) se demuestra que Nicaragua ofrece pocas oportunidades laborales a la juventud. 

Según el anuario de 2022, el último publicado por el INSS, apenas 373,788 afiliados a la Seguridad Social estaban en el rango de 15 a 34 años de edad. Si bien representan el 47,4 % del total de asegurados (787,569) advierte que en torno al 90 % de los nicaragüenses no están integrados al mercado laboral y, peor aún, tienen que conformarse con trabajos de subsistencia en los que no se les provee el derecho a una jubilación o pensión a futuro.

Emigrar para salvarse de la pobreza

Ángela tiene 20 años y apenas inicia estudios de licenciatura en Marketing. Entró a la universidad tres años después de lo “normal”, primero -explica- debido a la represión estatal a las protestas ciudadanas en 2018 que la obligaron a dejar de asistir al colegio. Luego, en 2020 a causa de la pandemia del coronavirus que paralizó al mundo. Y cuando finalmente se bachilleró, en el año 2022, nuevamente tuvo que esperar un año para entrar a la universidad porque su mamá no podía asumir los costos de su educación.

Terminó matriculada en una universidad pública, instalada en un recinto confiscado, en la que “en teoría la educación es gratis”, pero que implica el pago de aranceles de prematrícula y matrícula. Ángela sueña con encontrar un empleo en su profesión, pero está convencida de que solo podrá cambiar su vida fuera de Nicaragua. 

“Si se me diera la oportunidad me iría”, dice tajante. Explica que conoce personas que han emigrado a Estados Unidos y “saben aprovecharlo y avanzan”. “Si yo pudiera con todo gusto lo haría para ayudar económicamente a mi familia”, reafirma.

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Ángela es parte del 60 por ciento de la población nicaragüense con intenciones de emigrar, según una consulta realizada por el organismo Hagamos Democracia. “Seis de cada 10 personas se iría de Nicaragua si pudiera”, reportó Jesús Tefel, presidente de esa organización, durante la presentación de la “Consulta ciudadana sobre percepción de la realidad económica, social y política nicaragüense”, el pasado 12 de julio.

Antes de 2019, la disposición de los nicaragüenses a abandonar el país era de apenas el 19 por ciento, el registro más bajo en la última década, según una encuesta realizada por CID Gallup a finales de 2023. El aumento, de acuerdo con el estudio, está asociado al clima político que en los hogares nicaragüenses se traduce en carestía, falta de empleo, desesperanza por la incertidumbre, la pérdida de libertades y derechos y una marcada percepción de retroceso en todos los ámbitos. 

La consulta no solo revela el enorme deseo de migrar de los nacionales sino que da pistas de la pérdida del capital humano del país, pues la mayoría de los que se plantean buscar su futuro lejos de la frontera son jóvenes con estudios técnicos o universitarios, en el rango de edad de 20 a 30 años.

Rosario Murillo y su ejército de jóvenes adoctrinados

Desde que llegó al poder por segunda ocasión en 2007, el régimen ha utilizado a los jóvenes en actos partidarios, pero muy poco ha hecho por dotarlos de las herramientas necesarias para la vida y para conseguir un empleo de calidad. Rosario Murillo tomó el liderazgo sobre la juventud, extendió su dominio desde los sistemas educativos y los extendió a todos aquellos espacios donde se reúne el grupo mayoritario de la población nicaragüense.

“Esa voluntad de manipular, de incidir sobre un sector de la juventud se manifestó desde un primer momento en que el régimen asumió el poder en 2007 y ha hecho uso del sistema educativo formal, desde esa fecha hay dos o tres generaciones que han salido formados en el sistema de educación pública que está ideologizado, manipulado a favor de los Ortega-Murillo”, explica a DESPACHO 505 Héctor Mairena, dirigente del movimiento político Unión Democrática Renovadora (Unamos).

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Murillo extendió sus tentáculos en las universidades, colegios, barrios y en todos aquellos espacios en donde tiene cabida la juventud para tener el control de estos grupos que “ella cree que pueden ser más peligrosos”, agrega la activista y excarcelada política Samantha Jirón.

“No hay educación de calidad porque las universidades se han convertido en centros de adoctrinamiento, mucho menos libertad, menos que haya empleo, un tema que viene siendo un problema desde antes de 2018. Al no haber una ley del primer empleo es muy difícil que como joven, aunque hayas salido de la universidad te pudiera emplear por falta de oportunidades… En Nicaragua no hay esperanza y por eso los jóvenes quieren salir del país”, sostiene Jirón.

Elthon Rivera, uno de los centenares de estudiantes que fueron expulsados de la estatal Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) y que ahora se encuentra en el exilio, dice que los esfuerzos que invierte la dictadura no son para mejorar, sino “para controlar y neutralizar a la juventud”.

“Controlan a través de la UNEN a todo el sector universitario y en los jóvenes de secundaria y educación inicial se encargan de que los y las docentes sean quienes realicen ese trabajo sucio… Rosario Murillo es quien se ha apropiado de esta agenda de dominación de la juventud, se ha encargado de esta estrategia del lavado de cerebros”, señala Rivera.

Elthon Rivera se vio obligado a continuar sus estudios de Medicina en Rumanía tras haber quedado a la deriva en dos ocasiones, primero cuando fue expulsado de la UNAN-Managua por ejercer el derecho a manifestación y, luego, debido al cierre y confiscación de la Universidad Paulo Freire, también por motivos políticos. Este joven sostiene que en los centros de estudios de Nicaragua se ha cambiado la agenda científica y técnica por el adoctrinamiento político y que los derechos a expresarse y manifestarse han sido cercenados a los jóvenes.

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“Si el régimen sandinista tuviera una agenda en la que diera prioridad al desarrollo de la juventud no habría cifras de jóvenes exiliados, abandonando el país con parole o de forma irregular para irse a Estados Unidos, Costa Rica o Europa…Huyen de Nicaragua porque les asusta la política represiva”, denuncia Rivera.

El sociólogo y economista Óscar René Vargas también está convencido que la juventud no es prioridad para Ortega y Murillo y que simplemente se afanan por manipularla. Como ejemplo menciona la baja inversión para garantizar una educación de calidad, la falta de empleos y la pobreza. Estos factores, dice, al final, siguen obligando a los jóvenes a emigrar.

“Lo de Ortega nada más es un discurso, palabras. La realidad es que la gente que está estudiando de secundaria en adelante son personas que tiene una educación muy deficiente y,por lo tanto, la juventud no es el centro de la política pública del gobierno, si fuera el centro la calidad de la educación tendría que elevarse, porque actualmente está muy atrasada”, explica Vargas quien purgó cárcel política y fue desterrado por la dictadura en febrero de 2023.

Nicaragua, un futuro incierto para la juventud

Manuel tiene 20 años. Pausó sus estudios universitarios por la inestabilidad política del país, pero a diferencia de Ángela estudia en una de las pocas universidades privadas que quedan en Nicaragua. Él también ve en la migración una salida a la falta de oportunidades en el país.

“Si me hablás de mi futuro en Nicaragua, te puedo comentar que lo percibo desde diferentes perspectivas, tanto negativas como positivas”, dice para explicar que le preocupan la inestabilidad política-social y los problemas económicos en el país, pero que le da cierta tranquilidad el hecho de que la carrera de Ingeniería Industrial y Sistemas que escogió tiene alta demanda en el mercado y podría conseguir trabajo.

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Según datos del Ministerio de Educación, en 2023 se bachilleraron unos 63,717 estudiantes, muchos de ellos no continúan sus estudios principalmente por razones económicas. Este número contrasta con el de la cantidad de jóvenes que logran coronar una carrera universitaria, el CNU no ha publicado su informe anual de 2023, pero en el de 2022 detalló que ese año se graduaron 10,145 estudiantes, de las cuales 62 % eran mujeres y 38 % varones. Esto refleja que son pocos los que logran la profesionalización.

El secuestro del pensamiento crítico: vigilancia política y confiscación de universidades

Desde que Daniel Ortega regresó al poder en el año 2007 impulsó el adoctrinamiento político en las escuelas y universidades, los libros de texto los manipuló a su antojo e impulsó actividades partidarias dentro de los centros educativos. 

En los últimos años, tras la Rebelión de Abril, convertido ya en dictador, Ortega canceló y confiscó colegios y casas de estudios superiores, cerrando cada vez más los espacios para una mejor educación en todos los niveles.

En cuanto a las oportunidades de empleo, siguen siendo mínimas, más bien ha dejado en el desempleo a miles de nicaragüenses con el cierre de más 3,600 organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y otro tipo de empresas que se ven obligadas a cerrar.

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Lo único que queda es el empleo informal a través de emprendimientos que no siempre son rentables, por eso la mayoría de jóvenes ve como una salida más viable la migración.

En febrero de 2023, en la presentación del informe “Coyuntura económica y perspectivas” ante la Asamblea Nacional, el presidente del Banco Central, Ovidio Reyes, detalló que “la tasa de empleo formal se ubicó en 24 por ciento de la población ocupada”, es decir, solo 24 de cada 100 personas ocupadas tienen un empleo formal, el resto está en la informalidad, sin seguridad social y con salarios paupérrimos, incluso debajo del mínimo establecido.

Lejos de brindar condiciones para la generación de empleos formales, de reducir el número de los trabajadores informales y sumarlos al sistema de seguridad social, el régimen celebra que 76  de cada 100 nicaragüenses siga en estas condiciones, y por eso en abril de este 2024, decretó el 17 de junio como Día Nacional de los Trabajadores por Cuenta Propia. Los diputados sandinistas dijeron que la declaración es un reconocimiento a los empleados informales que son los que "sostienen la economía" en Nicaragua. 

“No tienen perspectivas, no tienen futuro, los estudiantes que terminan la universidad no tienen capacidad de conseguir un trabajo de manera inmediata porque los trabajos formales no se están creando… Entonces los jóvenes buscan como irse del país y es el proceso migratorio que está incrementándose en Nicaragua, por lo tanto, el decir que los jóvenes son el centro de la política del gobierno es totalmente falso”, concluye Óscar René Vargas.

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