Las mujeres tejen redes para protegerse de la violencia machista

Las defensoras trabajan de manera clandestina para brindar apoyo emocional y jurídico a las mujeres que sufren violencia de género en Nicaragua. Han habilitado líneas telefónicas para consultas sicológicas y herramientas digitales para seguimientos virtuales con el fin de que ellas no se sientan solas.

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  • marzo 06, 2022
  • 07:00 PM

Chontales y Managua — Por varios segundos solo se escucha la respiración agitada de la persona al otro lado de la línea telefónica. Es Fernanda*. Hace dos meses esta mujer escapó de ser asesinada por su expareja y por más que “intenta hacerse la fuerte” los nervios la paralizan y hacen que le tiemble la voz.  No tiene un recuerdo fiel de lo que pasó la noche del 25 diciembre de 2021 cuando el padre de sus dos hijos se levantó de una hamaca en la que reposaba para “hacerle pleito” luego de atender una llamada.  “Hoy te mato”, la sentenció al tiempo que desenfundó su machete. 

Es la segunda vez que *Mirna se atreve a dejar su casa. La primera ocasión fue cuando, recién cumplidos los 17, Dionisio, de 25 años,  se “la robó”, una expresión que dice con total normalidad, pero que encubre la violencia sexual contra niñas y adolescentes en Nicaragua, especialmente naturalizada en zonas rurales, como es el caso de la comarca Río Grande, del municipio de El Sauce, donde creció Fernanda. Ella iba a la escuela y quería ser maestra, pero cuando Dionisio la raptó dejó la escuela y se dedicó a “atenderlo”. No veía mal que le prohibiera salir y tener “confianzas” con gente de la comunidad, tampoco que la reprendiera cuando “algo hacía mal”, dice refiriéndose a los gritos y castigos a los que la sometía cuando no seguía sus reglas. 


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La atacó en Navidad, era ya de noche y ni siquiera se explica cómo consiguió esquivar “el filazo del machete” que iba directo a su cuello y comenzar a correr sin rumbo hasta que sintió que su agresor ya no la seguía. 

*Fernanda, todavía no puede ni nombrarlo y se reprocha esas “flaquezas” porque tres días después de conceder esta entrevista vería a su agresor en los Juzgados donde está siendo enjuiciado por tentativa de femicidio. Acudiría sola, pero desde tres semanas antes una sicóloga y defensoras de organizaciones feministas que apoyan a mujeres como ella en el Centro del país la han atendido telefónicamente y asesorado para que no desista del proceso y alcance justicia. 

En otros tiempos, antes de la aprobación de la Ley de Agentes Extranjeros en el año 2021 que criminaliza la labor de oenegés en Nicaragua, Mirna*, una veterana del Movimiento Feminista en Nicaragua, estaría al lado de una mujer como Fernanda para empoderarla, representarla y hasta tomarla de la mano cuando el miedo la sobrepasara. 

Mirna ha liderado y formado a varias generaciones de defensoras para sensibilizar, empoderar y proteger a las mujeres en sitios donde ninguna institución de Estado presta esa labor. Ella acompaña y presta asesoría legal a las mujeres que llevan a sus victimarios a los tribunales. Recuerda que hasta 2016 cuando le permitían entrar a las Comisarías de la Mujer ella podía intervenir para evitar las violaciones a los derechos de las mujeres que la misma Policía cometía y sigue cometiendo, solo que poco a poco a las defensoras las relegaron.

El apoyo de mujer a mujer es vital para las víctimas de la violencia machista extrema,  “lamentablemente, nosotras (las defensoras) ahora corremos peligro, y tenemos que hacer nuestro trabajo en las sombras”, denuncia la feminista.

Al igual que *Fernanda, decenas de mujeres en Nicaragua solo pueden contar con el acompañamiento a distancia o bajo extremo sigilo que brindan las organizaciones feministas. El seguimiento integral que contribuía a que las mujeres rompieran el silencio y denunciaran a sus victimarios se ve limitado por la persecución política. 

Dos mujeres caminan en un municipio de Matagalpa, uno de los departamentos del país con las tasas de violencia más altas de Nicaragua. Fotografías de Óscar Navarrete para DESPACHO 505

La criminalización de la lucha feminista, patentada en el encarcelamiento o el exilio de defensoras y, últimamente en la ilegalización y confiscaciones a organizaciones de mujeres tiene “consecuencias graves y las que más pierden son las víctimas”, destaca la defensora cuya identidad protegemos bajo el nombre de *Mirna porque prefiere el anonimato y la clandestinidad que abandonar por completo la defensa de la vida de las mujeres a lo que se ha entregado por más de cuatro décadas. 

¿QUIÉN ME AYUDA?

Las mujeres no están solas, es la respuesta rotunda de una directiva de la organización Católicas por el Derecho a Decidir cuando se le pregunta sobre la criminalización de su labor.

En medio del clima hostil para ejercer la defensoría contra la violencia de género, explica que desde la Red de Mujeres Contra la Violencia un centenar de organizaciones se las ingenian para que toda mujer que sufra violencia, sepa que puede pedir auxilio y contar con apoyo, asesoría jurídica y sicológica. 

Las organizaciones siguen activas en los territorios, trabajamos para defender el derecho a vivir libres de violencia y a romper ese silencio. Hoy en día muchas defensoras están en la clandestinidad, pero lo que no se ha agotado es el recurso humano para continuar en esta lucha, tenemos este compromiso con las mujeres”, reafirma.

Han encontrado en la tecnología una aliada. Por medio del teléfono y las plataformas de mensajería digital brindan atención y dan seguimiento a mujeres violentadas. 

La Red cuenta con líneas de atención gratuita para mujeres víctimas de violencia de género en Nicaragua, una iniciativa que surgió a raíz de la crisis sanitaria por el coronavirus, pero que se mantiene para resistir a esta fase de persecución política que viven las feministas. Los días lunes, miércoles y viernes están activas a través de los números 8988078 y 89880795; mientras que los martes, jueves y sábado el contacto es posible marcando 89880847 o 89880859

En Occidente, la Asociación Movimiento de Mujeres de Chinandega, con treinta años de labor, también ha dispuesto su línea de teléfono 23412167 para asistir a mujeres que sufren violencia.  

El método lo determina la convicción -dice Mirna- “porque no necesitamos permiso para defender la vida de una mujer. Este acompañamiento no lo dejamos de realizar,  aún bajo persecución seguimos trabajando con las mujeres, porque nosotras no, no violamos derechos, defendemos vida”.

No obstante, no niega que la escalada represiva contra las defensoras ha mermado la cadena de protección con que contaban. Por ejemplo, la capacidad de acogida a víctimas de violencia que para el año 2018 consistía en una red de once albergues en diferentes puntos del país quedó reducido a uno que otro espacio clandestino. “Esta situación que estamos viviendo no nos deja trabajar con libertad”, reprocha la defensora de Católicas por el Derecho a Decidir al revelar que para mantener los refugios deben trabajar con mucha cautela.

“Es muy poco o nada comparado como trabajábamos hace seis y siete años, en 2013 o 2014. Se hace desde la clandestinidad con niveles bajísimos de recursos económicos y humanos. Quizás hay organizaciones que pueden tener alguna relación con instituciones del Estado todavía en los departamentos más alejados, pero es casi nulo realmente”, confirma una socióloga integrante de la Red.

La Red Albergues se creó como una pieza clave en la ruta de protección y acceso a justicia de las víctimas en gran parte del territorio. El esfuerzo inició en 2009 y hasta 2018 existían albergues en León, Managua, Masaya, Matagalpa, Estelí, Waslala, Río San Juan, Jalapa, Somoto y Bilwi.

El problema, señala la socióloga, es el nivel de vigilancia que mantienen las estructuras del partido Frente Sandinista en cada barrio, “fiscalizan hasta la más pequeña reunión”, critica.  “No pueden ver que niñas y adolescentes se reúnen en casas porque ya llegan a ver. Hace unos días, 25 chavalas reunidas con niñas y mujeres jóvenes en un departamento y el Secretario Político ya sabía que había esa reunión y por ese local empezaron a pasar camionetas de civiles. Es peligroso”, ejemplifica.  

***

UNA RED QUE ABRAZA, ACUERPA Y DEFIENDE

Contar con una red de apoyo es fundamental para mujeres que sufren violencia de género. Ese tejido debe surgir del ámbito personal, social y profesional y es posible gracias a la labor de sensibilización, empoderamiento, capacitación y acompañamiento que han realizado durante años las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres, comenta *Silvia, defensora territorial originaria de Matagalpa. 

Una red de apoyo consiste en un tejido de confianza, solidaridad y empatía: escucha, protege, asesora y ayuda a las víctimas a no tener miedo, ni sentir culpas, a revalorizarse y buscar justicia. 

“Porque la violencia te ata, crea inseguridad, miedo y las mujeres que pasan por ese proceso necesitan de otras mujeres que las comprendan sin reproches y las saquen si es necesario del sitio donde es vulnerada”, sustenta.

*Silvia recomienda a las víctimas buscar a amigas o familiares que conocen lo que está viviendo o “alguien quien nos escuche sin juzgarnos y que nos crea. No encerrarnos, no tener vergüenza”, anota.

Ese núcleo en torno a una víctima incluso es clave en procesos judiciales y “generalmente son las mujeres las que integran las redes de solidaridad”, apunta Claudia.

Advierte que muchas veces, personas cercanas a la mujer que sufre violencia le pueden decir es que los hijos son primero, que lo que vive es leve con relación a otras que la han pasado por cosas peores y que debe de aguantar, porque ese hombre a pesar de ser “bravo, delicado, agresor, es su esposo”, son frases que una víctima de violencia nunca debería escuchar. 

Si sos cercana a una mujer que sufre violencia las defensoras recomiendan: 

No la culpés. Nunca le digás “¿Pero vos qué le hiciste para que te hiciera eso?  Algo le habrás hecho”.

Creele sin recriminar.A ninguna víctima le aporta que le digás que le pasa porque lo permite o que es tonta por se deja”.

Escuchala sin criticar. Romper el silencio es el paso más difícil,  si una víctima te confiesa su situación escuchala sin criticarla ni menospreciar su dolor.

Ayudala a buscar apoyo. El yo te creo y te apoyo son frases que generan alivio. Tras el desahogo llegará la acción, la red es clave para buscar ayuda o asesoría profesional.

A nivel organizacional, la Red de Mujeres Contra la Violencia trabaja en la movilización comunitaria para auxiliar a niñas y mujeres en situaciones de riesgo. Les enseñan que como comunidad pueden defender y proteger a las mujeres, incluso intervenir para atrapar a un agresor o hacer una denuncia ante la Policía. La Red busca movilizar a la comunidad, “que lo vean como una acción comunitaria para evitar violencia o femicidios. 

Y ha funcionado, hace un mes (enero) en una comunidad agarraron a un  abusador,  se movilizó la comunidad y lo entregaron a la Policía. Pero no es fácil, así sin poder llegar a los territorios para convencerlos de cómo actuar”, explica una representante de la organización quien también menciona que ponen énfasis en orientar a las niñas y mujeres para que sepan cómo trazar un plan de emergencia en caso de ser violentada.

Incluso ahora, en medio de la pandemia que ellas viven más tiempo con el agresor, que las mujeres. Lo que hemos podido hacer es difundir entre contactos de la comunidad, en redes sociales donde se puede que ellas ideen un plan para resguardar su vida. 

Queremos hacer en ellos acción comunitaria para salvar a niñas y mujeres de femicidios, pero también acción individual para que ella se salven si lo necesitan.  

LA VIOLENCIA NO SE CALLA, NO SE MEDIA, NO SE NEGOCIA

Denuncien. No medien. No tengan miedo, son tres máximas que toda víctima de violencia de género debe seguir, enfatiza *Claudia otra feminista con larga trayectoria en la lucha por la erradicación de la violencia de género en Nicaragua.

Explica que aunque los procesos para poner una denuncia en las Comisarías de la Mujer actualmente son más lentos y el personal carece de la preparación para brindar atención a las víctimas, es necesario requerir a la Policía que cumpla con su trabajo de perseguir y detener a los agresores. 

“Cuando no lo hacen; recae también sobre ellos la responsabilidad y el riesgo de la vida puesta en peligro.  Hay que seguir insistiendo en la denuncia policial, la sanción social y el acompañamiento de las defensoras de derechos humanos”, remarca.

Según esta defensora, lo peligroso de acudir a la Policía es que los agentes antes de salir a perseguir al agresor tratan de convencer a las víctimas para que desistan de la denuncia y opten por la mediación, “porque la mediación les hace a ellos (la Policía) colocar (el expediente) en algo que se llama Casos administrados, que son casos que resolvieron”.

El apoyo de mujer a mujer es vital para las víctimas de la violencia machista extrema. Círculos de apoyo se impulsan en las zonas rurales ante la pasividad del Estado por erradicar los femicidios. Fotografías de Óscar Navarrete para DESPACHO 505

La mediación es la peor decisión que puede tomar una víctima de violencia de género, insiste la defensora, quien critica la negligencia policial frente a la vida de las mujeres.

“Lo peor es que las mandan a recapacitar por los hijos, la casa, la familia y se olvidan que ellas corren el riesgo de femicidio o de una agresión, se olvidan de eso; autoridades de esa índole tiene el país”, reflexiona.

¿SUFRO VIOLENCIA, CÓMO IDENTIFICARLO?

Las marcas que dejan los golpes es la forma más evidente del abuso, sin embargo las mujeres deben aprender a reconocer otras formas de violencia: gritos, ofensas, expresiones de menosprecio, manipulación, amenazas y control excesivo. 

“Esas acciones que nos hacen sentir mal, tristes, desvalorizadas, esas situaciones también son de violencias y son alertas, alarmas para buscar ayuda, para salir de esas relaciones en las que no nos sentimos bien”, explica *Luisa. 

La violencia no tiene justificación en ninguna circunstancia. No hay exageración en el sentir cuando hablamos del maltrato recibido”, aclara la feminista puesto que la sociedad suele minimizar lo que sufre una mujer a causa de la violencia sicológica.

En este proceso lo primero es reconocerse como víctima. Muchas mujeres se dan cuenta que viven un ciclo de violencia cuando se integran a los espacios de participación y descubren la situación que viven y que su vida corre peligro. 

“Las mujeres salen de la violencia cuando escuchan lo que siente su cuerpo. Los miedos se vuelven valentía, los miedos se pueden convertir en fuerza y actuar (…) ya que los cuerpos golpeados o heridos sienten, hablan y se preguntan qué pasa conmigo”, explica *Claudia, otra feminista, que destaca la importancia de tejer una red de solidaridad.

La Red de Mujeres Contra la Violencia comparte un protocolo de autoprotección para mujeres que se encuentran en una situación de riesgo:

  • No quedarse encerradas en el cuarto
  • Tener a mano una mochila con lo necesario para huir en cualquier momento.  
  • Hay que contar con un referente de confianza, es decir alguien que sepa que corre peligro. 
  • Siempre tener un teléfono a mano por si es necesario marcar o enviar un mensaje de auxilio. 
  • Tener identificadas las salidas de emergencia en la casa. 
  • No detenerse por lo material, debe dejar lo que sea, cuando se trata de resguardar la vida. 
  • Si huye de la casa no debe volver sola, aunque hayan pasado varios días. 
  • Deben recordar que si hombre amenaza con matarlas lo cumplirá tarde o temprano. 

*** Los nombres de las mujeres que brindaron testimonios para este reportaje fueron cambiados u ocultados para proteger su seguridad.

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