Cristiana Chamorro, la hija de un mártir y de una presidenta que aterró a Ortega
Expertos consideran que Cristiana Chamorro habría arrasado en las elecciones de noviembre: su candidatura no era partidaria frente a un Ortega debilitado por la represión. Por eso la arrestaron y hoy la enjuician por "lavado de dinero".
- marzo 02, 2022
- 11:28 PM
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Rosario Murillo estaba deshecha. Tenía la mirada hueca. Estaba ida. La mujer que la consolaba, lo hacía con los gestos y movimientos exactos como lo habría hecho una madre. Cerca de ellas, una chavala que no podía esconder su tristeza al ver la escena. La mujer “empopó” una almohada y cubrió a Murillo con una colcha. La hizo dormir. Era diciembre de 1972.
Ocurrió en la casa de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. La mujer era Violeta Barrios su esposa, y la chavala, su hija, Cristiana Chamorro. Ninguno se imaginó lo que serían después. Pedro Joaquín no era un mártir, vivía y dirigía La Prensa, Murillo era su secretaria y es posible que ni soñara en convertirse en una vicedictadora. Cristiana coqueteaba con el periodismo y no con la política y Violeta Barrios, guiñaba las riendas de su casa y no las del país, como tendría que hacerlo después, en 1990.
Pero aquella Rosario estaba en shock. Sufría la muerte de su hijo Anuar Joaquín Hassan Murillo, de apenas dos años de nacido. Era el tercero con una segunda pareja, el periodista Anuar Moisés Hassan Morales. El pequeño Hassan Murillo fue sacado sin vida de los escombros de lo que fue una pared de la casa donde vivían, la que se desplomó con el terremoto que destruyó Managua. Murillo era de confianza en la casa de los Chamorro Barrios. La querían, más de lo que se podía querer a una secretaria.
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Por eso es que cuesta reconocer que aquella Murillo es esta misma que gobierna de la peor manera a Nicaragua con su pareja Daniel Ortega. Su régimen ordenó 49 años después y por puro a amor al poder, arrestar a Cristiana Chamorro, la hija de aquella mujer que ese día la consoló, le acomodó la almohada y le cubrió los pies y el cuerpo entero con una colcha cuando llegó envuelta en un frio de tragedia. Cristiana Chamorro cumple hoy 274 días encerrada en su casa, bajo la figura de arresto domiciliario, a las puertas de un juicio por delitos inventados y con condena segura.
CON TINTA Y SANGRE
Cristiana María Chamorro Barrios nació el 5 de febrero de 1954. Antes que terminara el colegio anunció en su casa que quería estudiar periodismo, a todo el mundo le pareció justo por pertenecer a un linaje al que le corría sangre y tinta por las venas.
La vida de la familia Chamorro Barrios estaría ligada a los vaivenes del diario La Prensa, adquirida por el abuelo de Cristiana, Pedro Joaquín Chamorro Zelaya en 1930, heredada a su padre después y después a ella y sus hermanos Lucía, Pedro Joaquín y Carlos Fernando, el segundo también detenido y los otros dos en el exilio.
Fue la vida con La Prensa la que significaría para Cristiana momentos gratos y amargos. Como ejemplo para lo segundo, el asesinato de su padre el 10 de enero de 1978, en un ataque político armado cuando él manejaba el diario. La familia quedó devastada.
Cristiana sería la que más sentimientos encontrados tendría ese día de comienzos de año. Ella estaba junto a su madre, Violeta, fuera del país y habían dejado el hotel donde se hospedaban en Miami, Estados Unidos, para recorrer tiendas en búsqueda del conjunto que utilizaría en su matrimonio con Antonio Lacayo Oyanguren que ya tenía fecha en su calendario.
A don Jaime Chamorro Cardenal, su tío, (q.e.p.d) le tocaría darles la mala noticia, pues él también se encontraba en la ciudad asistiendo a una cita médica de uno de sus hijos. Los primeros intentos para dar con ellas fueron infructuosos, eran tiempos en que la comunicación móvil tal y como la conocemos ahora, era ciencia ficción. Cuando por fin pudo encontrarlas, transmitió el mensaje que había recibido.
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Les dijo que Pedro Joaquín había sufrido un accidente. Doña Violeta no lo dejó terminar la frase. Le interrumpió haciendo una pregunta que heló a Cristiana. “¿Lo mataron?”, interrogó. Don Jaime contaría en una entrevista muchos años después, que doña Violeta siempre presintió que algo malo le pasaría al padre de sus hijos. La familia se convenció de que las continuas denuncias de corrupción sobre el régimen de los Somoza, publicadas en La Prensa, le acarreaba esa posibilidad. Las horas que le siguieron a ese momento fueron de pesadilla para la familia.
CRISTIANA, LA PERIODISTA
Aunque Chamorro Barrios no cumplió su amenaza y decidió estudiar Historia y Filosofía, más una maestría en Historia y Literatura Latinoamericana, las letras impresas del periódico terminaron arrastrándola y a los 25 años se integró a la planta de redactores del diario. Diez años más tarde, a los 35, ascendería a editora del rotativo.
Cinco semanas después de la muerte de su padre, Cristiana se casó con Antonio Lacayo Oyanguren, un empresario y político notable que falleció en un accidente aéreo el 17 de diciembre de 2015 cuando volaba con otros empresarios a Río San Juan. Lacayo Oyanguren contó en una entrevista que fue el mismo Pedro Joaquín, su suegro, un año antes que lo mataran, el que le recomendó presionar a su novia porque “el tren” los estaba dejando.
“Cuando venga de Lousiana (Estados Unidos), la agarrás del pelo y te la llevás”, le dijo en broma y muy en serio, durante la celebración del 50 aniversario de La Prensa, el 2 marzo de 1977. Cristiana estaba terminando su maestría. Y al volver fijaron la boda para el año siguiente sin contar con que el director del diario ya no estaría.
Según Lacayo Oyanguren (q.e.p.d) el asesinato del Mártir de la Libertades Públicas los hizo pensar en posponer la fecha de la boda, pero fue doña Violeta la que recomendó que lo conveniente era continuar, si ya estaba decidido. Además, el mismo Pedro Joaquín Chamorro había trabajado personalmente la elaboración de las tarjetas. No había marcha atrás.
Con Lacayo Oyanguren Cristiana tuvo dos hijos, Cristiana María y Antonio Ignacio, los que han tenido una vida alejada de reflectores, cámaras y micrófonos. Una de las pocas veces que se les ha visto en público fue en el entierro de su padre, una tragedia inesperada para ellos y su madre. Lacayo Oyanguren fue un poderoso ministro en los años de gobierno de doña Violeta. Cristiana y él casi siempre aparecían junto a la presidenta. Además de tener un trabajo operativo en su gobierno, eran sus consejeros más cercanos.
LA VIDA POLÍTICA
Cristiana Chamorro no solo proviene de una familia que ha sido por siglos no solo una de las más ricas del país, sino también una de las más influyentes en su vida política: cinco de sus ancestros, incluida su madre, fueron presidentes de Nicaragua.
Chamorro Barrios no pudo escapar de “ese deporte familiar”. Primero, fue por efecto colateral de las andanzas de su padre contra la dictadura de la familia Somoza y después al seguir los pasos de su madre que recogió la bandera de Pedro Joaquín y creyó completar su lucha al ayudar a enterrar a la dictadura que lo mandó a asesinar.
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Pero en 1990, la historia volvió a pasar lista y las llamó a ocupar las primeras sillas. Y otra vez, Cristiana se encontraba a la par de su madre. Los relatos periodísticos la señalan como una de los artífices de la campaña que la llevaron al poder. Un mérito, nada pequeño: derrotaron en las urnas a quienes otros intentaron derrotar con las armas.
Un Daniel Ortega en imágenes para la historia, se esmeró en colocarle bien la banda presidencial a Violeta Barrios de Chamorro el 25 de febrero de 1990. Quedaron grabados en televisión sus intentos por ocultar la frustración porque lo habían echado del poder. Con su madre gobernando el país, Cristiana fue nombrada primera dama con tareas propias de comunicación y relaciones públicas nacionales e internacionales del Ejecutivo.
En 1997, al finalizar el mandato de doña Violeta, Cristiana se puso al frente de la Fundación que llevaría el nombre de la primer y a la fecha única mandataria que ha tenido Nicaragua. La Fundación Violeta Barrios se dedicó a proyectos sociales de desarrollo y de fortalecimiento de las capacidades de los periodistas y medios de comunicación nicaragüenses, hasta su cierre el 5 de febrero del año pasado obligada por la Ley que los declaraba "agentes extranjeros" y que el régimen Ortega-Murillo mandó a hacer para acabar con las organizaciones de la sociedad civil.
Durante la represión gubernamental del 2018, los medios de comunicación y los periodistas pasaron a ser un blanco del régimen. La Fundación Violeta Barrios, que dirigía Cristiana, se convirtió en una plataforma de aprendizaje para cientos de periodistas que debieron reencausar su labor, adaptarse a nuevas tecnologías para seguir informando debido a los cierres de medios tradicionales. La dictadura no estaba dispuesta a seguirlo permitiendo y se lanzó contra la organización y le inventó delitos financieros. Dijo que lavaban dinero con fondos donados. Los dueños de los fondos aportados negaron las acusaciones, pero el régimen ha continuado adelante.
La pesadilla de Ortega
“El problema es la pesadilla recurrente de Ortega a que se repita lo ocurrido en 1990”, dice un familiar de Chamorro Barrios. “Hay muchas similitudes históricas peligrosas para este gobierno”, agrega un analista que pide a DESPACHO 505 no ser identificado por temor a la persecución.
A principios del año pasado, Cristiana Chamorro Barrios comenzó a mostrarse como una candidata que no le iba a dar batalla a Ortega, sino que le ganaría con números sobrados. En mayo, seis meses antes de las elecciones, visitó la sede del partido Ciudadanos por la Libertad para inscribir su precandidatura. De inmediato la Fiscalía anunció que le había abierto un proceso de investigación por lavado de dinero en la fundación clausurada. La maquinaria judicial de Ortega apuntaba al objetivo que más amenaza representaba.
“Hija de una presidenta que lo derrotó (a Ortega), hija de un mártir que dio la vida por las libertades públicas, se parece mucho a la madre, pero más importantes aún, su candidatura no era partidaria, se repetiría la historia de hace casi 30 años frente a un Ortega debilitado por los asesinatos de abril de hace cuatro años y resto de abusos. El dictador no estaba dispuesto a correr el riesgo”, dijo el analista.
El 21 de mayo, al salir Cristiana Chamorro de la Fiscalía dijo en público lo que todo el mundo sabía: “El dictador está demostrando que tiene miedo”, sentenció. “Ella veía venir la inhibición, pero claro, la acción de Ortega fue peor. La echó presa a ella y a su hermano”, agrega el analista.
El temor del régimen no era infundado. Una encuesta de Cid Gallup mostró que seis meses antes de las elecciones, Cristiana sin ser candidata oficial, tenía el 21% de aprobación, tan solo 10 puntos debajo de Ortega. “En dos meses de campaña, Ortega, la habría visto pasar de largo, por eso apuran el proceso en su contra”, observa el analista.
El 2 de junio a petición de la Fiscalía de Ortega, un juez del régimen ordenó la detención de Cristiana Chamorro. Tras cinco horas de allanamiento en su vivienda en Carretera Sur, fue dejada en prisión domiciliar. Ortega ni siquiera disimuló su intención de fondo. Sin que hubiese concluido ni la investigación, ni el juicio, pidió a través de Ministerio Público la inhabilitación a cargos público, a lo que un juez militante de su partido, tampoco se negó a ceder.
La aspirante presidencial fue acusada de los delitos de gestión abusiva, falsedad ideológica, ambos en concurso real con lavado de dinero, bienes y activos. “Son cargos claramente inventados”, dice un familiar de Chamorro Barrios.
LA CASA POR CÁRCEL
El régimen ordenó incomunicación la total de Cristiana con el mundo exterior. Los primeros días de encierro en su casa fueron radicales en eso. Ni sus hijos pudieron verla solo hasta cuatro días después. Al quinto día, su hermano mayor Pedro Joaquín Chamorro Barrios, pudo conocer e informar cómo se encontraba.
Dijo que había ordenes estricta de evitarle todo tipo de comunicación, que la mantenían alejada de teléfonos, radio y televisión, pero que “se encontraba con la frente en alto”. La crueldad de sus carceleros llegó a tal que le impidieron tener noticias del estado en que se encontraba su madre, doña Violeta, afectada desde hace tiempo por malestares propios a sus 92 años.
A los 19 días de haber informado sobre el estado de salud de su hermana Cristiana, Pedro Joaquín fue también detenido, convirtiéndose entonces en el opositor número 21 encarcelado en menos de dos meses, entre mayo y junio de ese año y a cinco meses de las elecciones generales. La cacería del régimen continuaría hasta en las vísperas de las elecciones.
Este jueves, mientras los diputados de la Asamblea Nacional se deshagan en halagos a los periodistas y su trabajo, Cristiana Chamorro, periodista e hija de un periodista asesinado por una dictadura, será llevada a juicio por otra, que vive con la complicidad de esos mismos diputados.
“Como en todos esos juicios, ya sabemos lo que va a pasar. Son delitos inventados… Lo único que aquí cabe es su liberación como la de los demás presos políticos”, dice a DESPACHO 505 un pariente de Cristiana a pocas horas de la audiencia.
Chamorro será enjuiciada dos días después del Día Nacional del Periodista y uno después de haber cumplido La Prensa, el periódico de su familia, 96 años de existencia y seis meses y 10 días de ocupación armada. “¿Se han percatado de eso los diputados que este jueves rinden tributo a los periodistas?”, se pregunta los familiares de Cristiana.