Violeta Granera, la opositora que rechazó el exilio para luchar por la democracia y la justicia en Nicaragua
"No puedo darle la espalda a quienes luchan por la libertad de Nicaragua", dijo a sus hijos. Está presa desde junio del año pasado.
- febrero 23, 2022
- 12:22 AM
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A Violeta Granera la llamaron varias veces por teléfono para advertirle que se la llevarían a las nuevas instalaciones de El Chipote. Siempre era la misma voz desde números diferentes, pero ella estaba convencida que era una acto más del régimen para causarle miedo. Sus hijos, sin embargo, sí lo tomaron en serio y trataron de convencerla de que escapara. Fue un esfuerzo inútil, dice.
“A mi madre no la sacás de lo que ella piensa. Siempre fue así”, comenta a DESPACHO 505 su hijo, Julio Sandino Granera. Le recomendaron el exilio, pero decía que no podía, porque eso sería como “darle la espalda a mucha gente que en Nicaragua lucha por la libertad”. “Ahora esta mujer, mi madre, que lucha por la libertad, tiene nueve meses presa injustamente”, lamenta.
Para sus hijos, Violeta Granera lo ha sido todo. “Ejemplo de lo bueno, en todo tiempo”, agrega Sandino Granera, quien vive en el exilio tras la persecución contra su madre y el resto de la familia. “Ella sabe que para nosotros es un orgullo de mujer”, expresa, al mencionar también que los cargos que le han levantado, no caben en las acciones de Granera, como en la de ningún otro de los 170 presos políticos que tiene el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Son todos inocentes”, señala.
Granera debería estar en su casa y no en una celda por ser una mujer de 70 años, en cumplimiento a una ley que favorece al detenido en circunstancias como la edad y las enfermedades crónicas que a esos años surgen como espinillas en los adolescentes, pero la familia ha recibido la negativa del régimen a ese pedido.
A Julio, hablar de esos 70 años de su madre, le despiertan sentimientos encontrados. “Nos alegramos cuando los cumplió, porque se abría una esperanza de un trato más humano, tal vez una casa por cárcel, dijimos, pero los cumplió allá detenida, sola y es la fecha y sigue allá. No ha prosperado lo que dice la ley”, resiente.
NACIDA EN LEÓN
Los hijos de Granera creen que ella heredó el carácter terco y decidido de su padre, Ramiro Granera, un político que llegó a Senador durante la administración de Somoza, y que fue asesinado por los sandinistas durante la guerra de insurrección. Eso la obligó a vivir en el exilio muchos años. Fue también la forma en que murió el Senador Granera, lo que según ella misma, la llevó a establecer como un principio de vida: oponerse a la violencia, “venga de donde venga”.
Violeta Mercedes Granera Padilla nació en León el 5 de noviembre de 1952. Las monjas teresianas, con quienes estudió la primaria y secundaria, imprimieron en ella la fe católica, la vida espiritual y el amor a lo humano. Se graduó en sociología en la Universidad de Niza en Francia.
Por tres años trabajó con el Banco Mundial, pero renunció, atraída más por el activismo social y político que por el encierro de las oficinas del organismo multilateral. Se integró a varias organizaciones no gubernamentales como la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos y el grupo Fundemos. También fue funcionaria pública durante la Administración de Enrique Bolaños en lo que fue el Consejo de Planificación Económica y Social (Conpes)
Después, en 2007 asumió la dirección ejecutiva del Movimiento por Nicaragua (MpN) desde donde promovía transparencia en las políticas públicas y acciones políticas como las demandas de reformas electorales. Esas acciones la involucraron por completo en la vida política del país y aunque alguna vez dijo que no aspiraba a candidatura alguna, aceptó una propuesta que le llegó para las elecciones generales de 2016. Eso fue el motivo del porqué renunció al MpN, unas oficinas en las que estuvo poco más de siete años.
El Partido Liberal Independiente ( PLI) la nominó a candidata a la vicepresidencia como compañera de fórmula de Luis Callejas, pero al poco tiempo del anuncio, una sentencia de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) dominada por el Frente Sandinista de Daniel Ortega, les arrebató el partido y el conflicto con antiguos reclamantes de la organización la sacó de la boleta electoral. El fantasma del pasado, el sandinismo, volvía para ponerla en la mira.
UN GOLPE QUE SIGUE DOLIENDO A VIOLETA GRANERA
Sus hijos consideran a Violeta Granera una mujer de hierro. La han visto caer, pero también la han visto levantarse. La vieron desplomarse cuando en septiembre de 2014, perdió a su hija Silvia Susana, vencida por un cáncer que no le dio tregua durante casi ocho años.
Su hijo Julio, recuerda el episodio como uno de los más duros que le tocó vivir a Violeta Granera y a la familia Granera Sandino. “Es la fecha y mi madre llora por esa pérdida”, cuenta. Julio no logra imaginarse cómo debe sentirse su madre en la fría celda, sola con sus pensamientos y esos duros recuerdos.
Ello explica porque los familiares que la han visitado, le ven desde diciembre pasado un alarmante deterioro emocional, que según dicen empeora a cada visita. Violeta también pregunta por su madre, una mujer de 95 años de la que siempre ha sido apegada y a quien teme perder sin poder verla al menos por última vez, por estar tras los barrotes.
El temor no es infundado. Dos presos políticos, Max Jerez primero y José Adán Aguerri después, conocieron a través de sus visitas sobre la pérdida de sus madres. La madre del líder estudiantil falleció el 17 de septiembre del año pasado y la del empresario un mes después. Ninguno pudo acompañar el traslado de sus restos a donde reposarán para siempre. El carcelero Daniel Ortega, no les autorizó su salida para asistir a sus entierros.
ABOFETEADA Y ESPOSADA, AHORA EN JUICIO
Cuando Violeta Granera se vio rodeada de policías que violentamente entraron a su casa el 8 de junio de 2021, reaccionó molesta y pidió que le explicaran los motivos del asalto. Como respuesta recibió una bofetada, la redujeron y la esposaron. La sacaron de la vivienda y la subieron a una patrulla. Eran unos 35 policías al menos, armados y feroces.
Varios de ellos empezaron a catear la vivienda, buscando algo que no lo decían al resto de los que estaban en la casa. Pidieron su celular y cargaron con él, con una agenda y un legajo de papeles que ella mantenía cerca de un maletín de trabajo. Aparentemente esa misma noche sería trasladada al nuevo Chipote, pero un oficial de mayor rango les informó que quedaba bajo arresto domiciliar.
Tras el estallido social de abril de 2018, Granera se había integrado a la Unidad Nacional Azul Blanco (UNAB). Por encontrarse “bajo una situación de grave riesgo” en agosto de 2019, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) accedió a una solicitud que a su favor hizo el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) para que contara con medidas cautelares para protegerla a ella y a su familia inmediata. Pero al régimen no le importó la protección.
La respuesta del régimen fue inmediata, pero adversa. El 11 de junio, tres días después de haberla dejado en arresto domiciliario, la Policía Orteguista volvió a su vivienda y se la llevó sin informarle a sus familiares el destino. Solo hasta algunas horas más tarde, confirmaron que se encontraba en una celda del nuevo Chipote, donde estaban llevando a los otros opositores. Para entonces, ya estaban en manos de la dictadura, cuatro aspirantes presidenciales y varios activistas de oposición.
Granera es enjuiciada por violar el articulado de la “Ley para la defensa de los derechos de los pueblos a la independencia, la soberanía y la libre determinación”, aprobada por el régimen para castigar a sus adversarios políticos. “Mi madre es inocente, no ha cometido ningún delito, como tampoco lo han cometido el resto de personas detenidas por lo mismo”, dice su hijo. “Ella debería estar libre”, demanda.
Del juicio en su contra, Julio Granera Sandino espera que haya justicia una "verdadera sí”. No quiere ni mencionar las condenas que otros han recibido, ni cómo han terminado. “No vale la pena porque sabemos que todos son inocentes”, dice. Para tranquilizarse, Julio antes de acostarse imagina a su madre leyendo sus libros sobre crecimiento espiritual. Dice que le fascinaban. La imagen de Violeta leyendo un libro fue la última imagen que tiene ella, previo al arresto.