Medardo Mairena, el campesino que vive un dejavú dos años después de ser condenado a dos siglos de prisión

En mayo de 2018 el líder campesino pidió justicia y le exigió de frente a Daniel Ortega que parara la represión. Fue apresado, liberado con Amnistía y vuelto a capturar

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  • febrero 09, 2022
  • 12:41 AM

El campesino Medardo Mairena vuelve a ser juzgado por la misma dictadura que en febrero de 2019 lo condenó a 216 años de prisión. Pocos en Nicaragua esperan que en esta ocasión le vaya mejor, pero tienen claro que a este nuevo juez le será difícil superar la sentencia anterior.

El líder campesino Medardo Mairena volvió a lo barrotes el 5 de julio del año pasado, en los días en la dictadura de Daniel Ortega ordenó secuestro y prisión a quienes él consideró una amenaza a su intención de mantenerse en el poder. Medardo Mairena promovía entonces su pre-candidatura para disputarle la Presidencia.

La detención del campesino Medardo Mairena fue la número 27 que la dictadura y sus policías ejecutaron en ese mes.  Activistas de derechos humanos, analistas políticos, empresarios, exguerrilleros y otros aspirantes presidenciales eran parte de esa lista que se agrandaba cuanto más se acercaran las votaciones de noviembre pasado. Ortega estaba convencido que ganar, solo era seguro, si se presentaba sin competencia y sujetando las riendas de quienes cuentan los votos.

“Medardo es inocente”, dice la excarcelada política Kenia Gutiérrez, miembro también del Movimiento Campesino, una organización que ve en Mairena, un líder fuerte e inclaudicable. “Habrá justicia, los opositores se mantienen firmes y sabemos que Medardo lo está también”, dice a DESPACHO 505.

MEDARDO MAIRENA, EL AGRICULTOR Y LÍDER CAMPESINO QUE SE ENFRENTÓ A LA DICTADURA

Hasta antes de mayo de 2018, Medardo Mairena solo era conocido como un activista que lideraba un grupo de campesinos en guerra contra la idea de construir un canal interoceánico que uniría el mar atlántico con el pacífico y que significaba para centenares de familias de la zona por donde pasaría la obra, la perdida de sus tierras.

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Nació el último mes del año 1977 en Nueva Guinea. Creció y ha vivido toda su vida en el campo. Era posible que allá hubiese muerto de viejo cultivando maíz, quiquisque y yuca, hasta que supo que el mega proyecto propone una ruta que le cercena parte de sus tierras ubicadas en Punta Gorda, cerca del caribe sur.  

Otros agricultores bajo esa misma amenaza, se organizaron con él y juraron que morirían de ser posible para defender su derecho a la tierra que heredaron de sus ancestros y que cuentan con heredar a sus hijos y nietos. Mairena es el responsable de un centenar de marchas y manifestaciones contra el famoso proyecto que desde el 2014 ha dado más dolores de cabeza que frutos a la dictadura Ortega y su gobierno y en el que todavía insisten, es la redención económica del país.

Medardo Mairena, durante el primer Diálogo Nacional. Cortesía

Con el tiempo, el grupo de campesinos fue bautizado por la opinión pública con el nombre del movimiento anti-canal y ha integrado a más de 10 mil pequeños agricultores que viven en la extensa franja de tierra que el proyecto afectaría de llegarse a construir algún día.

Por nacer en una familia de tradición liberal, Mairena militó pronto en el Partido Liberal Constitucionalista, PLC, hasta llegar a ser representante por esa organización política, del Consejo Regional del Caribe Sur. Fue expulsado del PLC al meterse de lleno a representar al movimiento campesino y criticar los pactos y alianza de la organización para conseguir cuotas de poder. El despojo de su afiliación política lo hizo trabajar más de lleno en la lucha de los campesinos y darle forma definitiva al Movimiento por la Defensa de la Tierra, el Agua y la Soberanía.

DE FRENTE A ORTEGA

Cuando a mediados de mayo de 2018, las manifestaciones cívicas eran reprimidas con armas de fuego y en el país se contaban 86 muertos, Mairena tuvo la oportunidad de hablar cara a cara con el dictador y su esposa Rosario Murillo. Era 16 de mayo y en Managua, la iglesia católica juntó a las partes en conflicto en el llamado primer Diálogo Nacional.

Mairena explicó en esa ocasión porque los campesinos se habían unido a la rebelión de abril.  “Quiero que sepa, señor presidente, que son los campesinos los que están exigiendo justicia, porque hemos reclamado justicia desde muchos escenarios y no hemos sido escuchados. Nos hemos unido a respaldar a los jóvenes”, dijo.

Los que siguieron las pláticas en televisión nacional, vieron y oyeron a un campesino con una voz serena, clara y demandante.  “No tenemos armas, somos un cuerpo civil”, le dijo a Ortega. A renglón seguido exigió que parara la violencia que había desatado contra la gente por ejercer su derecho constitucional a protestar.

Ese día, Mairena pasó de ser el líder el de los campesinos, a una voz opositora más fuerte. Pero también, los represores fijaron su mirada en él y concluyeron que era necesario anotar sus datos en la lista de quienes debían ser callados y castigados por pensar diferente. De modo que un par de meses después de aquel día, el 13 de julio, varios agentes de migración, policías y civiles lo rodearon y se lo llevaron cuando iba a salir del país. Junto a él fue detenido Pedro Mena, otro integrante del movimiento que se ha convertido en su compañero de barrotes.

Medardo Mairena irá a juicio por segunda vez junto a Pedro Mena, otro líder campesino. Cortesía

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Más tarde Mairena contaría que fue amenazado de muerte, que le dijeron que tras él sus tres hijos correrían la misma suerte. Pero que también él podría escoger ese destino o una buena recompensa si aceptaba “negociar”. “Son capaces de hacer tantas cosas”, dijo en una entrevista en la que relató cómo fueron las horas de ese día.

Al no ceder fue incomunicado y encerrado tres días. Al cuarto, fue sacado y llevado ante el juez Henry Morales. Ante él, la Fiscalía acusó al campesino y  a Mena de ser los jefes de una “estructura delincuencial” que creó tranques para bloquear carreteras en cuatro ciudades del país desde, donde según la acusación robaban, dañaban propiedad pública, asesinaban y secuestraban. Fue enviado a juicio y más tarde condenado por el titular del Juzgado Noveno de Distrito Penal de Juicio, Edgard Altamirano a 216 años de prisión.   

Le agregaron ser el responsable de planificar, coordinar y dirigir un ataque a la delegación policial de la ciudad de Morrito, donde el 12 de julio murieron cuatro policías y un profesor. Resumieron que era responsable de crimen organizado y terrorismo. Fue puesto en libertad, tras una Amnistía que nadie en el país aceptó, ni los mismos beneficiados con ella.  “Es una dictadura mentirosa que acusa a inocentes sin pruebas, los asesinos y a nadie la cabe duda, son otros”, agrega Gutiérrez al recordar el episodio.  

“NADA BUENO HOY”

Las veces que los familiares de Medardo Mairena lo vieron en prisión en esta segunda ocasión en que fue regresado a la celdas del mismo carcelero, lo vieron bastante afectado físicamente, pero firme en sus convicciones. Solo en noviembre pasado, tras la visita número cuatro, informaron que el líder campesino había perdido 45 libras en cuatro meses de encierro.

“No hay duda alguna de que serán condenados por la justicia de la dictadura criminal sandinista”, pronostica Gutiérrez, quien asegura que ni sus compañeros de lucha, ni sus familiares esperan algo bueno del juicio de este miércoles. “Así como no hay duda alguna de que son inocentes, opositores que han mantenido su firmeza, que no se rinden frente a los desmanes de esta dictadura”, agrega.

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No esperan poder verlo como seria normal el día de un juicio contra cualquier persona en cualquier país, porque las autoridades dispusieron que las audiencias se celebrarían a puertas cerradas y con cadena policial en los alrededores del nuevo Chipote.

El 18 de febrero de 2019, en la sala 6 del complejo judicial de Managua, Mairena oyó su primera sentencia: 216 años de prisión, le dijeron. Meses más tarde le preguntaron que pensó en ese momento. En la entrevista, él líder campesino se puso a reír. “Pues sí, ya sabíamos que era una cuestión política”, respondió.             

Sus familiares tienen hoy la certeza que Mairena recibirá el fallo igual que esa vez, muy convencido que nada de eso merece, pero más que eso “con la frente en alto, como debe ser”, dice Gutiérrez.

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