La pandemia aflora la desigualdad en el mercado laboral entre hombres y mujeres

En Nicaragua, las mujeres reciben un salario de un 30% menos en igual puesto laboral que el hombre, dicen economistas.

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  • marzo 29, 2021
  • 01:44 AM

Daniela Jiménez tenía tres años de trabajar en el área de limpieza en una empresa de Managua cuando la pandemia de Covid-19 llegó al país y muchas empresas empezaron se vieron obligadas a realizar recorte de personal. Entre los despedidos estuvo ella. Por ende, también quedó fuera del sistema de cotizaciones de la Seguridad Social.

Jiménez vive con sus dos hijos de 13 y 10 años y su esposo, pero los ingresos de su cónyuge no son suficientes para cubrir todos los gastos, por lo que con la liquidación Daniela buscó como iniciar labores dentro del mercado informal.

“Desde que me despidieron empecé a vender helados y frescos. Los fines de semana hago comida, así como fritanga, por encargo y a veces saco una mesita y logro vender, eso me ayuda, yo sé que no es tanto, pero mientras no encuentre trabajo tengo que rebuscar el dinero y así vendiendo poco a poco, pues ya tenemos algunos ingresos para diario aunque sea”, expresó Jiménez.

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Al igual que Daniela, muchas mujeres han entrado al desempleo con la llegada de la pandemia del coronavirus. Este hecho se ha visto más marcado en algunos países de la región latinoamericana y caribeña.

De hecho, un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) llamado La Autonomía Económica de las Mujeres en la Recuperación Sostenible y con Igualdad, refleja que la crisis generada por la pandemia impactó negativamente en la ocupación y en las condiciones laborales de las mujeres en América Latina y el Caribe, generando un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral.

Según el documento de la Cepal, la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46% en 2020, mientras que la de los hombres en 69% (en 2019 alcanzaron un 52% y un 73,6%, respectivamente). Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó al 12% en 2020. 

El año pasado, explica el estudio, se registró una contundente salida de mujeres de la fuerza laboral, quienes, por tener que atender las demandas de cuidados en sus hogares, no retomaron la búsqueda de empleo.

Por otra parte, el informe también remarca que el trabajo doméstico remunerado, que se caracteriza por una alta precarización y por la imposibilidad de ser realizado de forma remota, ha sido uno de los sectores más golpeados por la crisis. 

CULTURA MACHISTA

Sobre este tema, el economista Luis Murillo dijo que la situación no cambia en Nicaragua con respecto a América Latina, porque normalmente en el sector formal se emplean más hombres que mujeres y ese es un problema cultural porque cuando hay un reajuste en una empresa, generalmente a la primera que despiden es a la mujer.

El especialista agregó que la cultura empresarial en el país es de tipo machista porque frecuentemente se confía más en los hombres para desempeñar un cargo laboral de tipo económico. Esto también se ve reflejado en el salario que, según Murillo, el de la mujer es 30% menor al del varón. 

“Creo que lo que podría hacer cambiar eso es modificar la matriz productiva, o sea de una matriz productiva con bajo valor agregado a más valor agregado, ahí las mujeres podrían tener mejores opciones de inserción en el mercado laboral, pero creo que con la normativa de 50 – 50 en el sector público, eso no va a mejorar la situación de las mujeres y son las que más desempleo tienen tanto en el sector formal como en el informal”, consideró el economista. 

Para el sociólogo Cirilo Otero, esta reducción de empleos en la región, solo confirma que las mujeres en América Latina, incluida Nicaragua, tienen menos oportunidades debido a la exclusión y por las tareas que la sociedad les ha asignado, con mayor frecuencia destinadas al cuidado del hogar y la reproducción.

“Eso es un problema muy serio. Con esto de la pandemia se profundiza la desigualdad entre hombres y mujeres y eso nos lleva a la necesidad de tener una reflexión prontamente, porque en términos de los discursos que hemos dicho frecuentemente sobre la igualdad parece no estar bien plasmado el tema del derecho laboral”, reflexionó Otero. 

El sociólogo Raity Juárez, por su parte, indica que la desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral es un problema estructural que se podría cambiar ejecutando tres diferentes aspectos: fortalecer la institucionalidad del país, mejorar el sistema de información y datos y la disponibilidad de recursos.

Con relación al tema de la institucionalidad, Juárez señala que si bien se necesitan más mujeres en altos cargos laborales dentro de las entidades del Estado y la empresa privada, también se requiere la autonomía de las acciones a tomar en el puesto que se les encargue.

“Autonomía de estas mujeres que ocupan posiciones de liderazgo en sus tomas de decisiones. Podemos ver una Asamblea Nacional repleta de diputadas, pero su autonomía podría ser limitada, entonces se necesita un marco jurídico que fortalezca la autonomía en el tema de la institucionalidad”, comentó.

Respecto al sistema de información y recolección de datos, el sociólogo recomendó que los censos que se aplican o las consultas que se recogen en los países, tengan una perspectiva de género para analizar la situación de las mujeres y con ello se hace una base para políticas públicas más efectivas.

En cuanto a la disponibilidad de recursos, significa que el Presupuesto General de la República de Nicaragua debería llevar una perspectiva de género donde se prioriza a la mujer.

“Obviamente la base y lo prioritario aquí es el tema educativo porque el problema de género se construyó en la familia, con base a paradigmas y creencias tradicionales, pero estos tres aspectos que acabo de mencionar pueden ayudar a acabar con esta desigualdad que aún está bastante arraigada”, externó Juárez.

ESTRATEGIAS DE LIDERAZGO

Desde la parte privada, María Eugenia Mayorga, miembro de la comisión de género del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), informó que están trabajando en la creación de alianzas para abordar temas como la educación a las mujeres en los distintos ámbitos para que tengan las herramientas suficientes para ser líderes de sus áreas.

“Necesitamos que estas mujeres se empoderen para que tengan las herramientas para enfrentar cualquier dificultad. Ese es un tema que a nivel regional lo estamos trabajando desde la comisión de género. También otro tema importante es seguir contribuyendo para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre esos está la igualdad de género, el trabajo justo, el impacto ambiental que estamos teniendo”, explicó.

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Según Mayorga, un estudio de la Universidad de Mackenzie de Estados Unidos, revela que dar mayores roles de liderazgo e incluir en el sector laboral formal a la mujer, puede tener un incremento a nivel latinoamericano de más de 16 billones de dólares. Esto coincide con una conclusión que hace la Cepal, la cual indica que la plena participación de las mujeres en las estrategias de salida de la crisis derivada de la pandemia del Covid-19, es indispensable para una recuperación igualitaria y sostenible en la región. 

“Para enfrentar la crisis con un horizonte de igualdad y sostenibilidad, se requieren pactos sociales, políticos y económicos que garanticen el cuidado como un derecho, incluyan una fiscalidad redistributiva, una provisión de bienes y servicios públicos de calidad y un aumento de la inversión con diversificación productiva desde un enfoque de género e interseccionalidad. Y esto solo es posible a través de amplios diálogos y alianzas, con plena participación de las mujeres, que nos permitan avanzar hacia la efectiva implementación de la Agenda Regional del Género y de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, refirió semanas atrás Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

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