Todos recetan, nadie regula: El peligroso mercado negro de medicinas en Nicaragua

En Nicaragua, la venta de medicamentos en las calles es tan común como la de agua helada. Antibióticos y otros fármacos se comercializan sin restricción en mercados, pulperías y buses. Es un grave riesgo para la salud que urge controlar.

None
default.png
Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • marzo 11, 2025
  • 10:24 AM

Es una mañana de lunes en Managua. El bullicio de la hora pico ha cedido, y los buses de transporte urbano circulan con más espacio. En la ruta 175, sube un hombre de mediana edad, vestido con una camisa de mangas largas y, sin perder tiempo, con voz gruesa y firme, comienza a ofrecer remedios para todo tipo de males, desde la anemia hasta las afecciones respiratorias que “pegan” en esta época. Para la garganta, primero ofrece caramelos refrescantes, pero al acercarse a una pasajera interesada, cambia su oferta: también lleva amoxicilina.

En Nicaragua, la venta de medicinas en las calles es tan común como la de agua helada. Vendedores ambulantes suben y bajan de los buses con una variedad de fármacos que, según las normativas sanitarias, solo deberían comercializarse en establecimientos autorizados y bajo prescripción médica. Sin embargo, los antibóticos pueden encontrarse en mercados, pulperías y comercios informales, expuestos en canastos como cualquier otro producto.

El Ministerio de Salud de Nicaragua (Minsa), responsable de regular la importación y comercialización de medicamentos, no aplica los controles necesarios para frenar esta práctica. Una investigación de DESPACHO 505 verificó que en pulperías de Managua, Tipitapa y Ciudad Sandino se venden sin restricciones antibacterianos como amoxicilina, azitromicina y ácido clavulánico.

"Carmen", una pobladora de Managua, confiesa que en varias ocasiones ha comprado antibióticos sin receta, incluso en el mercado Oriental. "El precio es menor y, además, ni en las farmacias te piden receta", comenta.

Riesgos de la automedicación

El Minsa ha advertido en varias publicaciones que el consumo de antibióticos sin un diagnóstico médico puede generar resistencia bacteriana y poner en riesgo la salud. El especialista en salud pública José Antonio Delgado afirma que el problema radica en la falta de regulación gubernamental: "El Minsa no controla el desorden", dice categóricamente.

Según Delgado, la situación es más preocupante porque el Minsa ha regulado medicamentos como el analgésico Tramadol, pero permite la venta descontrolada de antibióticos. "Esto apunta a intereses económicos más que a la protección de la salud pública", señala.

MÁS NOTICIAS | Crisis de salud en Nicaragua: 71% de la población tiene sobrepeso u obesidad

Los riesgos de la automedicación van desde intoxicaciones, alergias y adicciones hasta consecuencias fatales, especialmente en adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y mujeres embarazadas. Entre las señales de alerta por consumo inadecuado de fármacos están el dolor de cabeza, somnolencia, náuseas, diarrea, irritación en la piel y confusión mental. En el caso de los antibióticos, el uso incorrecto puede enmascarar enfermedades, agravar infecciones y generar resistencia bacteriana.

El especialista sostiene que la venta libre y “descontrolada” de medicamentos tiene que ser urgentemente atendida por el riesgo que corren las personas al consumirlos sin la asistencia de un profesional.

La regulación que no se aplica

La Ley 423, Ley General de Salud, establece que el Minsa debe regular la importación, distribución y comercialización de medicamentos. Sin embargo, el comercio ilegal de fármacos sigue en aumento. Desde 2017, los medicamentos son uno de los tres rubros con mayores cifras de manipulación de precios en Nicaragua, junto con los vehículos y los combustibles.

La Ley 292, Ley de Medicamentos y Farmacia, especifica en su artículo 80 que los medicamentos de venta libre son aquellos que, por su relación beneficio-riesgo favorable, no exponen al paciente a consecuencias graves y pueden adquirirse sin receta. No obstante, en Nicaragua se venden sin control medicamentos que no están en esta categoría, incluyendo antibióticos como amoxicilina, ampicilina, ciprofloxacino, levofloxacino, azitromicina y cefalexina.

Un médico general, que prefirió el anonimato, advierte que "la falta de regulación en la venta de antibióticos es un problema de salud pública que requiere atención inmediata".

“Es algo de lo que se habla mucho entre el sector médico y farmacéutico, que la venta libre de antibióticos es un problema que debe atenderse con seriedad porque el mal uso de estos medicamentos en la población puede generar lo que se llama ‘resistencia bacteriana”, indica.

Los antibióticos más comunes y de paso los más conocidos por la población son amoxicilina, ampicilina, ciprofloxacino, levofloxacina, moxifloxacino, azitromicina, claritromicina, eritromicina, cefaclor, cefalexina. Todos estos antibióticos pueden ser comprados tan libremente como se compra una acetaminofen. 

“La venta libre de medicamentos como los antibióticos es un problema para la salud de la gente y para las farmacias debidamente registradas y que cumplen con todas sus obligaciones, porque en los mercados se venden más baratas y la gente busca ahorrarse unos córdobas sin saber que ponen en peligro su salud”, indica una farmacéutica capitalina que también habló bajo condición de anonimato.

En Nicaragua todos recetamos

La automedicación es una práctica arraigada en la cultura nicaragüeense. "Todos recetamos algo en la familia", dice un médico de Managua. Según el especialista, esto puede tener consecuencias graves, ya que cada diagnóstico debe confirmarse con estudios clínicos y la supervisión de un profesional.

“Es una costumbre muy arraigada el que todos recetamos algo en la familia y hasta regalamos medicamentos que nos sobró de algún tratamiento que no culminamos. Por ejemplo: si tuvimos infección renal y un médico nos recetó un tipo de antibióticos, cuando escuchamos a alguien decir que le duele la parte baja de la espalda, rápido diagnosticados que son los riñones y recetamos el mismo medicamento que nos dieron a nosotros, y si tenemos algunos comprimidos los regalamos. Eso, aunque parezca un acto solidario y empático, en realidad es irresponsable y peligroso porque podemos poner en peligro la salud de la otra persona. Es un médico quien debe diagnosticar y recetar apoyado por estudios de laboratorio y la historia clínica del paciente” explica el doctor.

Lo mismo ocurre con enfermedades respiratorias y amigdalitis. Muchas personas acuden a farmacias pequeñas, pulperías o mercados en busca de antibióticos para tratar sus síntomas sin saber que pueden estar agravando su condición.

Urge un control real

En Nicaragua, los medicamentos regulados incluyen antibióticos, antihipertensivos, antidiabéticos, corticoides, psicotrópicos y estupefacientes. A esta lista recientemente se sumó el Tramadol. "Es positivo que se regule, pero el problema de fondo sigue sin resolverse", indica una regente de farmacia.

Los medicamentos de venta libre (OTC, por sus siglas en inglés) pueden adquirirse sin receta y se usan para tratar afecciones menores. Sin embargo, el Minsa advierte que su consumo también debe ser supervisado por un profesional de la salud para evitar riesgos.

El problema del comercio ilegal de medicamentos en Nicaragua no solo afecta la salud de los ciudadanos, sino que también perjudica a farmacias formales que cumplen con las regulaciones. Mientras el gobierno mantenga esta situación sin control, la salud pública seguirá en riesgo y el mercado negro de fármacos continuará operando con total impunidad.

Ayúdanos a romper la censura, necesitamos tu apoyo para seguir informando

Donar