Un lago envenenado: lo que hace falta para salvar al Xolotlán
Décadas de contaminación lo han convertido en una cloaca natural. Ha resultado insuficiente una planta de tratamiento que, desde 2009, trabaja saneando las aguas residuales que caen en el lago de Managua para evitar que le llegue más contaminación.
- Managua, Nicaragua
- diciembre 20, 2024
- 09:19 AM
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Si pudiéramos imaginar que el lago de Managua o Xolotlán se seca, y solo queda el suelo desnudo, lo que veríamos es un gran vertedero de basura y desechos tóxicos. Es literalmente una cloaca.
Así de grave describen la situación del Xolotlán dos expertos en aguas, quienes lamentan que todavía no es apto como una fuente de abastecimiento para el consumo humano. Este lago es el segundo más importante en Nicaragua y de Centroamérica, solo superado en relevancia por su vecino el Cocibolca.
La situación del Xolotlán se torna aún más preocupante debido a su conexión con el Cocibolca, la principal reserva de agua dulce de Nicaragua. Esta conexión ocurre de forma permanente a través de las aguas subterráneas y, de manera intermitente, por el río Tipitapa, ambas vías sirven como "fuga" de contaminación.
El problema de contaminación del Lago Xolotlán persiste a pesar de que, desde el año 2009 en su ribera sur funciona una planta de tratamiento de aguas residuales que costó 100 millones de dólares y con la cual las autoridades de la capital nicaragüense esperaban descontaminar el lago un plazo de 50 años.
Sin embargo, muchos factores se están uniendo para que el proyecto esté destinado al fracaso si no se toman medidas urgentes: desde hacer conciencia a la población, para que no arroje basura a los cauces y ríos que desembocan en el lago, hasta que se hagan más inversiones, como construir más colectoras de aguas residuales para que haya una cobertura del ciento por ciento de la planta de tratamiento. En la actualidad, solo el 60 por ciento de las aguas residuales de Managua, tanto las que provienen del uso doméstico como de la industria, están conectadas a la planta.
El otro 40 por ciento todavía sigue llegando sin ser tratado al lago, explican los expertos, que debido a la crisis sociopolítica que vive Nicaragua desde 2018, y por ser el tema del lago sensible a la política, prefieren hablar bajo anonimato.
En 100 años le cayó de todo al lago
Transcurrieron ochenta años entre 1929, cuando las autoridades nicaragüenses de la época decidieron que todas las aguas residuales de Managua debían depositarse en el lago, y 2009, cuando entró a funcionar la planta de tratamiento.
Uno de los expertos comenta que el agua siempre ha sido un recurso natural que las autoridades políticas hacen mala gestión, probablemente porque no comprenden cómo funcionan los cuerpos de agua. Apunta que no solo en Nicaragua se han contaminados lagos, lagunas, ríos u otros cuerpos de agua por decisiones de la administración pública.
Durante esos 80 años, en los que no hubo ninguna acción para mitigar la degradación de las aguas del Xolotlán, al lago le cayó de todo tipo de contaminantes, no solo aguas residuales.
Fue una desgracia porque el lago desde la época precolonial fue muy útil, tanto que los indígenas construyeron la aldea de Managua a la orilla de sus aguas. Y luego, durante la época colonial, el lago era lo que le daba la vida a los managuas: comida, riego para la agricultura, transporte, diversión, higiene, belleza paisajística y también refrescaba la temperatura de la ciudad. Era un tesoro.
En las últimas décadas, después de que el lago comenzó a ser usado como vertedero de aguas residuales, Managua alcanzó el millón de habitantes y, sobre la Carretera Norte de la ciudad, paralela a las riberas del lago, se instalaron más de 300 empresas de todo tipo: farmacéuticas, lácteas, mataderos, refinerías, laboratorios químicos, automovilísticas, agrícolas, tenerías, entre muchas otras.
Entre las más dañinas estaban la refinería y la Penwalt. La primera todavía existe y la segunda desapareció porque resultó ser demasiado patógena. Era una planta productora de cloro y soda cáustica que se instaló en las orillas del Xolotlán, en 1967. Operó sin reglas ni supervisión de las autoridades sanitarias y usó el lago como basurero, en el que depositó grandes cantidades de mercurio, un dañíno contaminante que en la actualidad todavía se ha encontrado en los peces del lago, especialmente en el guapote y la tilapia. El mercurio, según las autoridades sanitarias mundiales, es uno de los tóxicos más perjudiciales para el ser humano.
No solo las aguas residuales contaminaron el valioso cuerpo de agua. También existen cauces y ríos que desembocan en el Xolotlán y en su paso van arrastrando contaminantes como sedimentos que contienen desechos, animales muertos, residuos de pesticidas, productos químicos que se usan en la industria y en el hogar, basura, aguas mieles del café u otros contaminantes productos de las malas prácticas de los agricultores, a lo que también se suma la erosión del suelo.
Los contaminantes acarreados por esos cauces y ríos que nacen en la cuenca sur del lago, en lo que se conoce como las Sierras de Managua, se juntaron con las aguas residuales para en 80 años producir un lago envenenado, a como señalan algunos expertos, aunque otros prefieren decir que está "excesivamente contaminado" y no envenenado, porque todavía hay quienes pescan en sus aguas. Incluso se exporta tilapia del lago hacia El Salvador.
Lo normal es que el lago tenga un nivel promedio de 40.5 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, debido a los sedimentos contaminados que le caen, actualmente solo tiene ocho metros sobre el nivel del mar. Por eso los especialistas dicen que, si se seca, en el lago lo que quedaría es un enorme vertedero de basura.
Así funciona la planta
En la década de 1970 nacieron las primeras propuestas para salvar al lago Xolotlán de la mano de ingenieros y biólogos como Modesto Armijo y Jaime Incer Barquero. Sin embargo, no se implementaron acciones.
Los sandinistas, que gobernaron Nicaragua en la década de 1980, estaban ocupados defendiéndose de los contras, financiados por Estados Unidos, en una guerra que afectó enormemente la economía del país y no tenían ni tiempo ni recursos para ocuparse de sanear el lago.
Los primeros estudios para salvar al lago llegaron en la década de 1990, explica uno de los especialistas en agua consultados para este artículo. Sin embargo, sería hasta 20 años después que iniciaría actividades la planta de tratamiento de aguas residuales.
En esos primeros estudios, se determinó que existían 17 desagües de aguas servidas de domicilios y empresas que caían en el lago.
A inicios de los años 2000 empezó la construcción de la planta. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) donó 30 millones de dólares para que se construyeran colectoras de aguas residuales. Los países nórdicos donaron otros 12 millones de dólares para que se instalaran estaciones de rebombeo y así trasladar las aguas residuales de las colectoras a la planta de tratamiento.
El gobierno de Alemania, por si parte, entregó 50 millones de dólares para que se instalara el sistema de captación de las aguas residuales y, finalmente, el Estado de Nicaragua puso ocho millones de dólares con los que se construyó una planta de tratamiento de los lodos.
Las colectoras se construyeron para interceptar las aguas residuales que salían de los 17 desagües que había en la ribera sur del lago, que es la zona donde está construida Managua. Esas colectoras son 32 kilómetros de tuberías subterráneas que interceptaron todos los desagües que provenían de los domicilios y las empresas de la capital nicaragüense.
Para trasladar esas aguas residuales hacia donde se instaló la planta de tratamiento, en el barrio José Dolores Estrada, en la parte noreste de la ciudad, se construyeron 12 sistemas de bombeo.
En el caso de la planta, fue construida con un sistema de captación que asume la separación de todos los sólidos, arenas y grasas, porque en las aguas residuales iban desde llantas, cabezas de caballo, huesos y toda basura que los managuas lanzaban en las alcantarillas de la ciudad.
Luego, se realiza un procedimiento de sedimentación con filtros que llaman lamelas. Posteriormente, se hay un proceso de aireado biológico, con el que se quita lo que no es agua, lo cual se repite en un sedimentador secundario, para terminar de quitar, a través de otros filtros o lamelas, los desechos o residuos más finos.
También se separan los lodos.
Al final, se analiza el agua en un laboratorio para saber qué nivel de depuración tiene y, cuando ya ha alcanzado un nivel de limpieza aceptable, se lanza al lago.
No basta solo con la planta de tratamiento
Han transcurrido 15 años desde que inició operaciones la planta de tratamiento de aguas residuales con el fin descontaminar las aguas del lago de Managua.
Los dos expertos en aguas consultados para este artículo indican que no se conoce con exactitud cómo está la calidad de las aguas del lago, debido a la situación política del país, en la que el gobierno práctica una política de hermetismo con la información que debería ser pública, y también se ha cerrado ante el periodismo independiente, aparte de que ha expulsado del país a eminentes científicos, como Jaime Incer Barquero, entre muchos otros que prefieren manejarse en el anonimato.
Sin embargo, hay indicios de que, aparte de poner a funcionar la planta, se ha hecho muy poco en pro de la salvación del lago, que, pese a la gran cantidad de contaminantes que ha recibido en los últimos 100 años, se mantiene vivo gracias a sus características.
Por ejemplo, el lago recibe, por la parte este, una cantidad de vientos que hacen que las aguas se revuelvan, es decir, los sedimentos que están en el fondo se suspenden y pasan a la superficie y luego vuelven a irse al fondo. A pesar de que ello le da un color turbio a las aguas, lo bueno es que hace que las mismas tengan presencia de oxígeno, lo que le permite al lago conservar la vida biológica, a pesar de la cantidad de contaminantes que todavía se conservan y otros que aún recibe.
En 2010, una parte de la planta se inundó por las fuertes lluvias que cayeron en esos días y una parte del sistema de rebombeo dejó de funcionar. Cuando el hecho trascendió a lo público, el gobierno, que es el mismo de ahora, reaccionó despidiendo a un numeroso personal.
"A futuro, tendrían que hacerse nuevas inversiones para evitar que eso vuelva a ocurrir, especialmente si se dan lluvias tan intensas como las que hemos tenido últimamente", comenta una experta en recursos hídricos que en su momento trabajó de cerca con el proyecto de la planta.
Después que inició funciones la planta, Managua ha sido creciendo con nuevas urbanizaciones o asentamientos, cuyas aguas servidas no están conectadas a la planta de tratamiento. Se trata de nuevos residenciales ubicados en Carretera a Masaya y en la Carretera Nueva a León, por la zona de Ciudad Sandino, por ejemplo, o nuevos que se han instalado al este y al sur de la ciudad.
Hay una colectora, a la que denominan Y, que podría servir para recibir las aguas residuales de las urbanizaciones ubicadas en Carretera a Masaya, pero no se ha terminado de construir, pues solo existen cinco kilómetros de la misma. Hace falta esa inversión.
También está pendiente incorporar a las colectoras a las aguas servidas que provienen de la zona de Tipitapa.
Un estudio urbanístico reciente indica que solo el 60 por ciento de la población managüense hace uso del servicio de alcantarillado sanitario, el resto lanza sus aguas servidas a los cauces.
Tampoco se han construido más colectoras para abarcar la recepción de más aguas servidas.
"Yo no diría que (el problema de la contaminación del lago de Managua se resuelve con) el solo hecho de que la planta de tratamiento de aguas residuales, desde 2009 esté tratando 180 mil metros cúbicos de agua por día, bajo una técnica que le permite depurar las aguas y devolverlas con un nivel de saneamiento al lago, pero el lago sigue recibiendo los residuos agrícolas, productos tóxicos a través de los cauces y los ríos, esa realidad no ha cambiado", lamenta un experto.
"Sí existe un proceso de saneamiento (del lago), pero está limitado por esa otra cantidad de agua contaminada que recibe", indicó otro especialista.
Además, se hace urgente que se realicen otros estudios para conocer la calidad actual de las aguas del lago.
Por otra parte, el lago seguirá contaminado, si no se tratan las aguas de los cauces y los ríos que desembocan en el Xolotlán, manifestaron los expertos.
“Este tipo de proyectos no se deben de ver como que la planta soluciona todo, porque los contaminantes siguen cayendo, basura y todo lo que arrastra el viento. Se debe de tener una visión más articulada. Por el momento en el lago no se puede nadar ni comer los peces. Solo se puede usar para paisaje o turismo, mientras no haya un estudio que demuestren la calidad de las aguas y que los sedimentos no afectan la salud”, concluyó uno de los especialistas.