El comisionado Pérez Olivas, el artífice de secuestros, torturas y matonería que negocia una "purga digna"
Al jefe policial, un exatrincherado de la Upoli, lo acusó de ordenar la muerte de monseñor Silvio Báez. Se hacía llamar "El Líder" en operaciones encubiertas contra manifestantes. Una fuente policial asegura que todavía negocia una salida con mediano decoro apelando al historial criminal que acumula y que repasamos en este trabajo


- junio 29, 2023
- 03:42 AM
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Kennet Romero Aburto jamás habría podido identificar al torturador que a cambio de perdonarle la vida le ordenó ejecutar a Monseñor Silvio Báez hasta que lo vio en televisión, el 5 de junio de 2018, vestido de Policía. Era el comisionado general Luis Alberto Pérez Olivas, el jefe de la dirección de Auxilio Judicial, cuya cabeza está en la lista de los mandos de la Policía que mataron torturaron y reprimieron por lealtad al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo que ahora los aparta sin miramientos.
El relato lo hizo el mismo Romero Aburto, un exatrincherado de la desparecida Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) que acusó a Pérez Olivas de ejecutar secuestros y torturas como las que él sufrió, así como de asesinatos como el del estudiante de Agronegocios de la Universidad Agraria, Keller Esteven Pérez Duarte, durante el levantamiento social de abril de 2018 en los que el régimen ordenó dar muerte a los rebeldes.
Cinco años más tarde, “El líder” como le dijo a Romero Aburto que debía llamarlo, se ve tambaleando en el cargo desde el que ha servido ciegamente a la dictadura, según adelantó DESPACHO 505 este martes. Negocia una "purga digna", pero su salida no estaría en cuestión, revela una fuente de la institución.
En 2018, Romero Aburto contó que el jefe policial se hacía llamar "El Líder" y daba orientaciones a otro que llamaba "El Águila". Ambos, según dijo, usaban capuchas y ropa de civil.
El comisionado general Luis Manuel Pérez Olivas fue sancionado en marzo de 2020 por el Departamento de Estado de Estados Unidos, por violar los derechos humanos de los nicaragüenses y es señalado de integrar la lista de funcionarios que encabeza Ortega y Rosario Murillo que cometieron crímenes de lesa humanidad según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH y el grupo de expertos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que investigan los hechos de abril en Nicaragua.
"EL LÍDER" ESTA INCONFORME
La fuente policial que filtró la información de remoción del jefe policial a este medio, agregó hace unas horas que "al hombre" le ha disgustado la decisión, pues la “contraoferta” de sus superiores para aliviar su democión a la delegación del Distrito III en Managua, donde últimamente recluyen a los presos políticos, lo hace salir abruptamente del círculo del poder del régimen.
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Ortega no ha dudado en descartar a estos personajes que él mismo desprestigió ordenándoles todo tipo de acciones que quebrantaban la ley, cuando su uniforme, les exigía ser los primeros en cumplirla.

Sancionados y bajo presunción de ser autores de crímenes inhumanos de condena internacional, los remueve según su conveniencia o cuando empieza a desconfiar de su fidelidad, como ocurrió en marzo pasado con el comisionado general Juan Valle Valle, otro jefe policial sancionado y enviado a retiro en secreto; o la salida repentina del comisionado general Adolfo Marenco, que tenía uno de los cargos más delicados para la seguridad de la dictadura: la jefatura de la Dirección de Investigación e Inteligencia de la Policía.
ENCAPUCHADO: EL LAMENTABLE EPISODIO DE PÉREZ OLIVAS
No se sabe si Pérez Olivas paga el error de haberse desenmascarado frente a Romero Aburto que después lo denunció, durante aquellos en los días en que el país ardía por la exigencia unánime a Ortega a respetar los derechos humanos y entregar el poder convocando a elecciones libres, por considerarlo insostenible en el poder.
Es posible que el comisionado Pérez Olivas creyera que el autoconvocado cumpliría los términos que él le impuso con una pistola al sentido cuando lo dejó libre. Sin embargo el joven reveló todo en dos videos que hizo circular en redes sociales y donde mostró el celular que le entregó para “estar comunicados”.

El exatrincherado narrró que el 26 de mayo de 2018 fue secuestrado a pocas cuadras de su casa, por un grupo de civiles encapuchados que portaban armas de fuego y se movilizaban a bordo de una camioneta Hilux. Romero Aburto que en ese entonces tenía 23 años, y fue secuestrado el mismo día que Christian Fernández, al que muchos llegaron a conocer con el alias de “El Viper”, un extrabajador del Ministerio de Transporte e Infrastrauctura (MTI) que el orteguismo infiltró en la Upoli para dividir a los universitarios que se la habían tomado, como parte del levantamiento de abril.
Lo que se supo después, es que El Viper se “descarriló" la misión y se rodeó de malandrines de barrio que alguna vez militaron en la Juventud Sandinista lo que causó que el orteguismo lo llamara para darle una lección. El orteguismo llegó a colocar a El Viper a nivel de un capo y, además, lo responsabilizó del levantamiento social. Una teoría que Pérez Olivas sostuvo en televisión nacional.
En el intento incluyeron la muerte del joven Keller Esteven Pérez, cuyo cadáver presentaba signos de haber sufrido terribles torturas. Tenía las piernas fracturadas, el cuerpo quemado y con un tiro en la cabeza. Fus abandonado en un predio de la Cuesta “El Plomo”, en Managua. Le tocó a Pérez Olivas contar en las televisoras del régimen la versión del caso que no resultó creíble.
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Antes de comparecer, los medios del régimen hicieron circular un video grabado "en algún lugar de Managua", donde Romero Aburto señala como los responsables de la muerte de Keller a líderes de la oposición y del Movimiento 19 de abril. No pasó mucho tiempo para que el mismo exatrincherado, ya libre, se retractara de sus declaraciones y contara que el lugar desconocido, no era otro que la Dirección de Auxilio Judicial, donde lo tenían secuestrado.

En el segundo video, grabado por cuenta propia, Romero Aburto responsabilizó a Pérez Olivas. Lo acusó de forzarlo con pistola a la cabeza para que grabara “el guión” de la muerte de Keller. Mostró el teléfono que le dieron para comunicarse y armar el atentando contra monseñor Báez, y confirmó que el hombre encapuchado que lo obligó a llamarlo como “El Líder” era un sujeto “moreno, regordete, de ojeras amplias” que resultó ser Pérez Olivas.
Además, relató que se quitó la capucha frente a él como para mostrarle un gesto de confianza entre ambos o el mensaje de que al conocer el rostro del verdugo, ya estaba condenado y, por tanto, obligado a cumplir con la muerte pactada del jerarca católico que el régimen odia profundamente.
Sobre la muerte del Keller Pérez, también exatrincherado de la Upoli, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH recomendó una “investigación seria, imparcial y efectiva” para determinar con precisión lo ocurrido.
Dijeron que solicitaron expresamente al Estado que proporcionara información del caso y les facilitara contacto con los familiares de la víctima que -según los medios oficilistas- simpatizaban con el régimen. Nunca obtuvieron respuesta.
HOMBRE DE LEYES, PERO LAS RETUERCE
Luis Alberto Pérez Olivas tiene 67 años, nació en León y desde joven se integró a las conspiraciones contra la dictadura de Somoza en operativos del antiguo Frente Sandinista guerrillero, en el Occidente del país.
En los años 80, estuvo al mando del oscuro coronel en retiro Lenín Cerna, en la desaparecida Seguridad del Estado del Ministerio del Interior sandinista, donde aprendió el "arte" de la tortura y “las conspiraciones contra el enemigo cercano”.
Hasta antes del 2018, contaba con un buen expediente policial. Se le considera un experto en lo que a lo interno llaman “procesamiento de casos” o “el instructivo”.
Al final del primer periodo sandinista en 1990 valoraron su expediente y fue colocado en la recién creada Policía Nacional. Pasó años en la Dirección de Armas, Explosivos y Municiones de donde saltó a la Dirección de Auxilio Judicial, dónde muchas veces dijo sentirse más cómodo que en ningún otro departamento de la institución.
Por esas ironías del régimen, Pérez Olivas estudió leyes y se graduó como abogado, pero sus conocimientos no lo detuvieron para participar de las violaciones de derechos humanos por órdenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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Al comisionado general Luis Alberto Pérez Olivas, lo vieron dirigir el asalto al Canal 100% Noticias, el secuestro de sus directores Miguel Mora y Lucía Pineda Pineda, y la incautación de los equipos de la televisora que terminó siendo robada.
El jefe policial también ejecutó el vergonzante el secuestro de la precandidata presidencial Cristiana Chamorro que sus jefes, Ortega y Murillo, ordenaron para evitarse una derrota segura en las elecciones de noviembre de 2021 y por las que el régimen, es considerado ilegítimo.
Además, a Pérez Olivas le criticaron la forma ilegal, violenta y grosera, con la que ejecutó el allanamiento a la vivienda donde vive la expresidente Violeta Barrios de Chamorro, una mujer de edad y respeto en Nicaragua.
CERCA DE LA SALIDA
Dentro del orteguismo tienen claro hacia dónde va el comisionado general. Interpretan el traslado como uno de rango menor o “una especie de parada técnica” de cara a su salida definitiva.

Los organismos de derechos humanos documentaron que en el “El Chipote”, como es llamada la sede de la Dirección de de Auxilio Judicial los presos políticos ha sufrido aislamiento, privación de sueño, mala alimentación, entre otras torturas, las que confirmaron 222 de ellos que fueron desterrados a Estados Unidos en febrero pasado.
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Todo ocurrió bajo la administración del comisionado general Pérez Olivas. Las denuncias motivaron que la Unión Europea, Suiza y el Reino Unido también le aplicara sanciones similares a las aplicadas por el Departamento de Estado.
El dictador por su lado, le dio lo único que puede darle en sus circunstancias: protegerlo con el cargo y ascenderlo, pues después de abril de 2018 lo subió de Comisionado Mayor a Comisionado General, pero Pérez Olivas, parece tener claro que el grado no le sirve de mucho con un el pasado tenebroso que lo sigue y cuyos reclamos, no preescribirán.