El Estadio Nacional Soberanía, el lugar desde dónde se masacró a los manifestantes el 30 de mayo de 2018

Dennis Martínez criticó el uso del campo de pelotas que llevaba su nombre y defendió a Roberto Clemente cuando la dictadura amenazó "con pringarlo" también. El régimen le debe a Taiwán el estadio, pero los echó del país por "sus nuevos amoríos diplomáticos" con la República Popular de China. Esta es parte de la historia agridulce del coloso.

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  • mayo 30, 2023
  • 01:51 AM

El 24 de febrero de 2017, cuando el dictador Daniel Ortega visitó la construcción del nuevo Estadio Nacional, en Managua, Fidel Moreno y los ingenieros que trabajaban en él, le llamaron la atención sobre una de las cualidades que tendría el coloso: la vista espectacular. Desde ahí se divisaba el lago Xolotlán, “el Sandino” de la Loma de Tiscapa, la laguna y claro, la Avenida Universitaria.

¿Qué le parece comandante?  --le preguntó uno de los ingenieros—Ortega asintió feliz, mientras Moreno, su fiel servidor en la Alcaldía de Managua, le iba señalando con el dedo índice cada uno de los lugares que le mencionó el constructor. Ortega, lo siguió con los ojos, como queriéndose mostrar interesado.

Es posible que algún represor del régimen haya recordado esa vista y pensado en ella, 15 meses después de aquel día, el 30 de mayo de 2018, la tarde en el que desde aquel lugar, hace cinco años, se dispararon las balas de precisión que mataron a ocho manifestantes en las cercanías a la Universidad de Ingeniería (UNI) y la Universidad Centroamericana, (UCA).

Era un día como hoy, Día de las Madres, un "miércoles rojo" que todavía duele en Nicaragua.

El informe final del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)  de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que investigó la masacre y publicó sus hallazgos el 22 de diciembre de ese mismo año,  confirmó que la policía del régimen y paramilitares, dispararon y asesinaron desde el Estadio Nacional, antes llamado Dennis Martínez, ese 30 de mayo. De acuerdo con el informe, las muertes son atribuidas “al accionar de francotiradores apostados en el Estadio Nacional y en la Loma de Tiscapa”.

EL ESTADIO, "UN HIJO BASTARDO DE ORTEGA"

Aunque Daniel Ortega hoy reniega de esto, lo cierto es que el Estadio Nacional  de béisbol es un especie de “hijo bastardo de sus amoríos diplomáticos” con China Taiwán a quien les rompió el corazón el 10 de diciembre de 2021 cuando su régimen, anunció la ruptura con ellos y reconoció a la República Popular China, como la única China. No le importó para nada los millones de dólares que les exprimió, entre ellos, 30 de los 35 millones que costó el estadio.

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La instalación deportiva era hasta el 2017 que fue inaugurada, el estadio número 84 que los taiwaneses habían construido por todo el mundo, como parte de su diplomacia de acero y cemento, a cambio de reconocimiento, una querella internacional con la República Popular China que lleva años.

El Estadio Nacional el día que el régimen ordenó quitar el nombre Dennis Martínez.

A los taiwaneses, Ortega nos solo les sacó el Estadio Nacional, fue para él, el país más generoso en términos de cooperación en tiempos en que la comunidad internacional le cerró “el grifo” financiero por su mal manejo de la crisis iniciada en 2018. Para muestra, Taiwán mantenía 27 proyectos sociales a un costo de más de 80 millones de dólares al momento que Ortega les pidió que hicieran maletas y se fueran del país.

"UN TRISTE COLOSO"

El Estadio Nacional llegó a ser en su tiempo una de las mayores obras de infraestructura vertical que se construía en el país. En el trabajaron 1,200 obreros al servicio de cuatro constructoras locales y dos firmas extranjeras.

Los constructores señalaron que se construía bajos estándares internacionales como los de la Major League Baseball (MLB) de Estados Unidos y tendría una capacidad para 15.000 espectadores, aunque hoy con todo lo que ha pasado desde el 2018,  no llegan ni a vender la mitad de las butacas, por lo que el régimen recurre a forzar a los trabajadores del Estado para simular el lleno a los eventos deportivos que allá organizan.  

Para muchos nicaragüenses, ha sido una lástima todo lo que allá ha pasado. “Es una historia que ni es agridulce, es amarga”, dice un boerista que dejó de frecuentar el estadio desde el 2018. “Ahí no hay nada que ir a hacer, nada que ver, da tristeza ver aquella gran instalación, saber que se llamaba Dennis Martínez y después que lo ocuparon para matar a la gente…no que va”, se lamenta.

Muchos creían que el mejor exjugador de grandes ligas que ha tenido Nicaragua, merecía un homenaje como ese y que nada más digno para aquellas instalaciones de primer mundo valoradas en los millones de dólares que costó, que llevara el nombre de la leyenda deportiva granadina, “el chirizo” (Dennis Martínez) como muchos todavía le llaman.

Pero Ortega le puso las manos a todo eso y terminó enlodando su nombre y pringando de sangre las paredes del parque de pelotas. Ahora se llama Estadio Nacional Soberanía, un concepto bajo el que él justifica parte de la feroz represión contra los nicaragüenses y sus crímenes de lesa humanidad, según organismos internacionales de derechos humanos.

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Para una madre que aquel 30 de mayo de hace cinco años perdió a su hijo, el régimen pudo cambiarle el nombre a las instalaciones, “pero no puede borrar los crímenes cometidos desde allá", dice Guillermina Zapata, madre de Francisco Javier Reyes Zapata, una de las víctimas de aquella masacre.

MARTÍNEZ, MIGUEL MENDOZA Y EL ESTADIO  

Dennis Martínez no es una persona que hable mucho de política, aunque últimamente se le ha leído y oído lanzar unas cuantas "verdades de 90 millas" en ese terreno. Incluso ha ganado su primera justa, al lograr que la dictadura en Nicaragua le haya quitado su nombre al Estadio Nacional.

“Nada me hace amanecer más tranquilo”, dijo a DESPACHO 505 el 9 de diciembre del año pasado, algunos días después que el régimen mandó a desmontar las letras de su nombre de aquellas instalaciones, las que eran acompañadas del recordatorio de su Juego Perfecto, lanzado desde el montículo de los Expos de Montreal el 28 de julio de 1991.

Un manifestante herido el 30 de mayo de 2018. Tomada de La Prensa/ Foto Jader Flores.

El 06 de agosto de 2018, antes de ser apresado y condenado a prisión por criticar al régimen desde sus redes sociales, el cronista deportivo Miguel Mendoza recibió una notificación por parte de los administradores del Estadio Nacional en el que le informaban que había sido declarada persona “non grata” para ingresar a las instalaciones. Otra notificación similar recibió otro cronista, Yader Valle. Ambos tenían terminantemente prohibido llegar allá.     

Con esa decisión, el régimen comenzó el manoseo del coloso. Mendoza lo denunció como hizo con otras arbitrariedades, lo que motivó que la dictadura lo secuestrara, los sometiera a desaparición forzosa por más de 70 días, lo enjuiciara en secreto y lo condenara a nueve años de prisión por el supuesto delito de “menoscabo a la integridad nacional, en perjuicio del Estado de Nicaragua” o traición a la patria en su versión más corta.

https://youtu.be/5e1yx_I3wX8

Mendoza estaba en las mazmorras del régimen el día que Ortega mandó borrar el nombre de Martínez del estadio. Cuando en marzo de este año encontró al exBig Leaguer en un estadio de Estados Unidos, país adonde fue desterrado en febrero pasado, el cronista no resistió la tentación de preguntarle que pensó del arrebato de los dictadores con el Estadio Nacional.

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“Es que no tenía su reacción”, dice a DESPACHO 505. Mendoza muestra el video de la entrevista de nueve minutos con 41 segundos. Martínez no dudó en responder que “él le daba gracias a Dios” que se lo hayan quitado. “Yo no quería mi nombre ahí”, le dijo el expelotero de las Grandes Ligas a Mendoza. “Yo no quería estar relacionado en algo donde se usaron paramilitares, francotiradores para atacar a la gente. No quería estar envuelto en eso porque el estadio no era para eso”, le respondió.

EN DEFENSA DE ROBERTO CLEMENTE

Martínez critico que más adelante Ortega y Murillo se vieran tentado a bautizar el Estadio Nacional con el nombre de Roberto Clemente. El régimen elevó a héroe al pelotero puertorriqueño en el marco del 50 aniversario del terremoto de 1972 en diciembre pasado. Martínez, quien conoció a Clemente personalmente, defendió su nombre como defendió el suyo.

“No se puede elogiar a una persona y después mancharlo. Se lo ensuciarían, como me lo hicieron a mí. Es incorrecto”, dijo en una entrevista que por esos días dio a DESPACHO 505.

Un cronista deportivo que pide hablar bajo anonimato por encontrarse todavía en el país dice que es un alivio que hoy 30 de mayo, sea el primero año en el que ni el nombre de Dennis Martínez, ni el de Roberto Clemente estén en el Estadio Nacional “al menos mientras la dictadura este de pie”. “Duele lo que pasó ahí, especialmente un día como hoy. Lo que pasó hace cinco años, fue una barbaridad”, dice.

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