Municipios opositores: castigados, marginados y sin dinero

La dictadura orteguista condena a la miseria a 18 municipios opositores de Nicaragua, al incumplir con los desembolsos de las transferencias municipales de 2019. Sin estas la pobreza se profundiza.

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  • diciembre 19, 2019
  • 02:30 AM
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Municipios opositores: castigados, marginados y sin dinero

La dictadura orteguista condena a la miseria a 18 municipios opositores de Nicaragua, al incumplir con los desembolsos de las transferencias municipales de 2019. Los presupuestos de las alcaldías de El Almendro, La Trinidad y Santa María de Pantasma dependen en más del 50% de estos fondos constitucionales. Sin ellos la pobreza se profundiza.

Por JOSÉ DENIS CRUZ Y JESSIE AMPIÉ | 19 DIC, 2019

I ENTREGA

Así como las fronteras, hay líneas imaginarias que dividen a los pobres, unos más que otros. Como aquí, en Santa María de Pantasma, un municipio rural de Jinotega situado a 175 kilómetros de la capital Managua, donde los pobres de las escasas calles adoquinadas son menos pobres por vivir ahí, en lo que la Alcaldía llama casco urbano por contar con servicios de agua potable y un modesto tendido eléctrico; contrario a los otros pobres, o más pobres, que viven en las brumosas montañas, rodeados de caminos fangosos y con la sensación de habitar la zona más olvidada del mundo.

Esa calibración de pobreza en este pueblo ha estado influenciada por la mínima inversión municipal, pero que desde 2018 se encuentra paralizada por la falta de capital proveniente de la principal fuente de financiamiento: Las transferencias municipales.

Santa María de Pantasma está habitado por 53,499 personas, pero solo 8,326 residen en la parte urbana. El 85% de su población, es decir 45,173, está asentada en zonas rurales. Esa dispariedad obliga a la municipalidad a “invertir en progreso” en las comunidades recónditas, pero hablarles de inversiones a estos pobladores del campo empobrecido es sinónimo de acondicionar un camino de todo tiempo o, en el mejor de los casos, construir un puesto de salud o dos aulas de clases. No se puede más para un municipio que hasta 2018 invertía C$243 percápita del total de transferencias municipales que desembolsaba el Gobierno Central.

Y si ya en 2018 el municipio era tildado de pobre severo, según datos oficiales, en 2019 lo será más, y en 2020, también.

Juana, una campesina de 46 años que habita en una casa de tabla y zinc flanqueada por espesas montañas de café y al borde de las oscuras aguas del río Pantasma, en la comunidad El Charcón, no distingue en qué nivel de pobreza se ubica, se sabe pobre por lo que sirve en su plato: “A veces no tenemos para comer, no tener dinero es ser pobre”, dice, un día nuboso de noviembre que fue al casco urbano de Santa María a vender medio quintal de frijoles para comprar azúcar y café.

— ¿Y usted sabe por qué no llegan los caminos hasta su comunidad?

— Fíjese que no sé, la gente dice que el Gobierno no nos manda dinero, pero, eso es de hace muchos años, nosotros pensamos que para ellos no existimos, responde con el característico acento campechano la mujer cabeza de familia de cinco hijos.

Ella se refiere a los fondos que envía el Ministerio de Hacienda en concepto de transferencias municipales. Según la Ley 466, Ley de transferencias presupuestarias a los municipios de Nicaragua, el Estado está en la obligación de destinar un porcentaje suficiente del Presupuesto General de la República a los municipios del país, y deberá priorizar a los municipios con menos capacidad de ingresos.

El presupuesto de la municipalidad de Juana, por ejemplo, depende de un 70% de las transferencias, dada que su recaudación representa apenas el 20% del monto total necesario para que funcione y eche a andar proyectos de electricidad, saneamiento y viales.

Al problema de la pobreza severa que aqueja a este municipio del Norte se le suma el impacto de la peor crisis económica de los últimos 30 años en Nicaragua. Ante la caída de las donaciones y las recaudaciones en 2018 y el escaso financiamiento de organismos multilaterales, el régimen de Daniel Ortega apretó el cinturón de las finanzas públicas, mermando los desembolsos de las transferencias municipales de 2019 y reduciéndolas drásticamente en 2020.

El camino que conduce a la comunidad San Francisco debió ser adoquinada este 2019. ROBERTO MORA / DESPACHO 505

 

PROYECTOS EN PAPEL

Las polvaredas de verano y el fango de invierno tenían los días contados en San Francisco, una comunidad semi-urbana ubicada a cinco kilómetros del casco central del municipio La Trinidad, Estelí. La Alcaldía prometió a sus pobladores el progreso a medianos de este año con la construcción de un camino nuevo, con dos kilómetros lineales de adoquinado que permitirían a los pobladores dejar las bestias por medios de transporte más rápidos. El proyecto fue solo eso. Llegó la crisis económica y Ortega incumplió con las transferencias municipales que usaría la Alcaldía para financiar esta construcción valorada en 700,000 córdobas.

La Trinidad junto con Santa María de Pantasma, en Jinotega, y El Almendro, en Río San Juan, ha compartido desde hace una década la desdicha de pertenecer a la lista de los municipios más pobres de Nicaragua. Ahora habrá que sumarles que son de los 18 castigados por el régimen al retenerles C$30,340,720 de C$36,671,720 de las transferencias municipales que destinarían para la ejecución de 70 proyectos. Las tres alcaldías son víctimas de la recesión económica que enfrenta el país y del olvido estatal por el solo hecho de ser gobernadas por partidos opositores: El golpe es doble y profundiza la pobreza.

La Trinidad, un pueblo de 33,840 habitantes gobernado por el Partido Liberal Constitucionalista desde hace dos años, debió recibir del Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP) C$8,028,062 en concepto de transferencias municipales, C$723,385 correspondientes a transferencias corrientes y C$7,303,677 a transferencias de capital. Sin embargo, a noviembre, el Gobierno Central sólo había desembolsado la irrisoria cantidad de C$600,000.

— ¿Y con eso qué se puede hacer en este municipio?

— Obras menores, cunetas. ¡Nada!

Responde en tono de aflicción el responsable de proyectos de la alcaldía de La Trinidad, Misael Martínez, cuando fue abordado por un equipo de Despacho 505 que viajó a estas regiones marginadas del país.

El problema es similar en las municipalidades de El Almendro (con 13,363 habitantes) y Santa María de Pantasma (con 53,499 habitantes) que tampoco pueden ejecutar programas de inversión pública sin los desembolsos de las transferencias. A noviembre de este año, Hacienda desembolsó a El Almendro C$731,000 de los C$7,411,058 proyectados en el Presupuesto General de la República, mientras que a Santa María, con mejor suerte, le transfirió C$5,000,000 de los C$21,240,600 contemplados.

Si se comparan las transferencias municipales anuales de estas ciudades se concluye que el régimen les ha mermado significativamente el apoyo económico desde 2017. En 2018, La Trinidad sufrió un recorte de C$13.7 millones; en Santa María de Pantasma el castigo fue de C$2.7 millones y en El Almendro de C$12.6 millones. En 2019, la cantidad destinada para transferencias en lugar de estabilizarse continuó descendiendo, y en 2020 el drama se agudiza.

Para 2019 a La Trinidad le se asignaron C$7 millones menos que en 2018, según datos publicados por el sistema Transmuni del Ministerio de Hacienda. En tanto, El Almendro y Santa María de Pantasma ajustaron sus presupuestos municipales con una merma de C$5,588,942 y C$13,260,596 en transferencias. En total estos tres municipios debieron recibir C$36,671,720, casi la mitad de los C$62,501,196 que Hacienda desembolsó en 2018, pero que terminó incumpliendo

El 30 de octubre durante una primera visita a La Trinidad, las autoridades de la Alcaldía se rehusaron a hablar con el equipo de Despacho 505. La razón: una misión del Ministerio de Hacienda se encontraba en el municipio realizando una auditoría. “Si hablamos, nos fregamos más, yo le aviso cuando esté el presupuesto, ahorita no podemos decir nada”, fue la escueta respuesta del alcalde Bismarck Rayo, a quien el régimen acusa de “desestabilizar el país” por apoyar los tranques que se levantaron ahí el año pasado, durante el estallido social que tambaleó a la dictadura.

 

En un informe de ejecución presupuestaria, publicado en marzo de este año, Hacienda admite limitaciones financieras para cumplir con el compromiso con las municipalidades, al punto que mantenía en cero los desembolsos. Fue a partir de abril, que empezó a transferir cantidades mínimas, completando a junio el 12.4% de los C$6,416 millones asignados por el Gobierno a transferencias para 153 alcaldías, mientras que a septiembre la cartera apenas transfirió C$2,000.8 millones, o sea, 31.2%.

Reynaldo Galeano, alcalde del municipio de El Almendro, denuncia que el incumplimimiento de Hacienda ha ocasionado una merma de 30% de la productividad del municipio, ya que, al ser meramente agropecuario, los productores no logran sacar la cosecha por el mal estado de los caminos. “Nos han mutilado casi el 100% del presupuesto, este año solo hemos ejecutado tres kilómetros de camino en la comunidad Los Monos, por un valor de un millón de córdobas”, indica.

Galeano, que ganó la alcaldía en la casilla del partido Ciudadanos por La Libertad (CxL), asegura que hecho “malabares” para llevar progreso a los habitantes, por ejemplo, la ejecución del proyecto en Los Monos se realizó con una contrapartida de los ciudadanos: Un día, cuenta, reunió a los productores y les planteó que dispondrían de la maquinaria y trabajadores de la municipalidad, pero que ellos colaboraran con el capital.

Mientras tanto, al norte del país, en Santa María de Pantasma, gobernada por el alcalde liberal Óscar Gadea, los proyectos de agua y saneamiento han sido los más afectados. Según datos proporcionados por la oficina de Gadea, de 54 proyectos que habían estado ejecutando en años anteriores, este año apenas terminarán con dificultad unos 14. En 2019, la dictadura le redujo la partida por ser un municipio “azul y blanco”, colores con los que pintan las pocas obras financiadas con fondos propios.

CATIGO POLÍTICO

Leonardo Labarca, investigador de presupuestos públicos, además del recorte ve, una situación precaria en las alcaldías, producida por un matiz político, pues hay varias investigaciones que evidencian “que las municipalidades opositoras de las mismas categorías y las mismas características reciben un tratamiento diferente que las alcaldías gobernadas por el partido de gobierno (FSLN).

Muestra de ello, detalla el experto, es que en el proyecto de presupuesto 2017 presentado antes de las elecciones municipales se estableció un monto de transferencia, pero cuando se conocen los resultados de los comicios y las localidades dejan de ser del FSLN y pasan a manos de partidos opositores, se les redujo la cantidad a  la mitad.

 Si la alcaldía es ganada por el partido rojinegro es premiada, de lo contrario, castigada. Así lo reflejan los mismos datos de Hacienda en los que se constata que a 2017, las trece alcaldías gobernadas por partidos opositores registran un estancamiento o reducción en las asignaciones, cosa opuesta con las 140 bajo el dominio oficialista.

Los datos de Hacienda además revelan que entre 2013 y 2017, las Transferencias Municipales crecieron 60%, al pasar de C$4,281 millones a C$6,800 millones. Esa alza benefició en mayor medida a las municipalidades orteguistas, que registraron incrementos anuales de 70%, mientras que a las opositoras se les redujo la partida entre 1.5% y 13%.

En un informe de ejecución presupuestaria, publicado en marzo de este año, Hacienda admite limitaciones financieras para cumplir con el compromiso con las municipalidades, al punto que mantenía en cero los desembolsos.

Fachada de la Alcaldía de La Trinidad, en Estelí. El municipio es gobernado por el partido Ciudadanos por la Libertad. ROBERTO MORA / DESPACHO 505
 

2020: MENOS RECURSOS, MÁS POBREZA

“Las demás alcaldías del Norte han sufrido recortes, una más que otras, pero el presupuesto del año 2020 viene más bajo”, lamenta el director de proyectos de la Alcaldía de La Trinidad, Misael Martínez. Su municipalidad está condenada a la ruina ante la falta de fondos estatales y una baja recaudación en el municipio.

— ¿Saben cuánto les transferirá Hacienda el próximo 2020?

— De acuerdo con nuestros cálculos, consideramos que a La Trinidad le corresponden 720,00 córdobas, con eso tenemos que presupuestar.

Extraoficialmente, Despacho 505 conoció que más de 100 municipios sufrirán un recorte de casi el 90% de la partida de transferencias para 2020. El régimen pone la bota con mayor presión en el cuello de estas municipalidades e impide que se desarrollen inversiones públicas, principalmente en comunidades rurales. En 78 municipios del país, las transferencias municipales junto con los fondos del Tesoro, representan más del 55% de sus presupuestos.

La Ley de Presupuesto General de la República 2020, aprobada a finales de noviembre por la aplanadora orteguista en la Asamblea Nacional, contempla reducir drásticamente las partidas para Transferencias. Para el año entrante, el régimen decidió asignar el 4% de los ingresos tributarios y no el 10%, una medida acompañada de un distribución a antojo de los intereses del partido de Ortega.

En números brutos, Ortega proyecta recaudar en 2020, C$73,548.6 millones, de ese total le correspondían a las municipalidades C$7,354.06 millones, sin embargo, sin ninguna justificación legal, optó por asignarles C$2,941.94 millones, quedándose con C$4,412.12 millones.

Ante este duro golpe, las tres municipalidades visitadas por Despacho 505 apuestan por ejecutar proyectos con recursos del Fondo de Inversión Social para Emergencia (FISE) o el Fondo de Mantenimiento Vial (Fomav). “Esperamos poder acceder a los recursos que envía FOMAV, con eso podríamos trabajar”, dice una fuente de los tres municipios, que prefiere no precisar su nombre por temor a que ambas instituciones presenten trabas a las solicitudes de proyectos que harán en 2020.

El puente sobre el cauce de La Chingastosa es una obra vial contemplada en el presupuesto 2019, pero que no se pudo ejecutar por falta de fondos.
 

DESTINADOS AL OLVIDO

Hoy, después de un mes, Alberto López logró acopiar 20 litros de leche que produjeron las cinco vacas que pastorea en su parcela de tierra en la comunidad La Frescura, a 12 kilómetros del casco urbano de El Almendro. El mal estado del camino, que imposibilita el tránsito incluso en bestias, lo mantuvo en casa botando en promedio 10 litros de leche diario. El camino con el que no cuenta es tan solo un indicador de lo mal que viven él y su familia: “Si estamos enfermos no podemos bajar hasta aquí, al casco urbano, y tenemos producción, pero no la podemos sacar. Nosotros, la gente del campo somos los más olvidados por todos (Alcaldía y Gobierno)”.

La Frescura es un caserío de unas 200 viviendas en las que habitan aproximadamente 2,500 personas. No cuenta con servicio de agua potable ni con energía eléctrica y menos con escuelas y centros de salud que atiendan a las familias que residen ahí. Su nombre ni siquiera figuraba en la lista de proyectos presentados por la municipalidad, y no porque el alcalde le diera la espalda a los ciudadanos que votaron por él, sino porque no hay recursos para ejecutar, por ejemplo, el mejoramiento del camino que le permitiría a Alberto sacar su pequeña producción láctea.

Un informe del Banco Mundial (BM) señala que hasta 2014 en Nicaragua 1.7 millones de personas eran pobres, y de ese número, el 70%, es decir 1.2 millones, vivían en zonas rurales. El documento menciona que los pobres son más propensos a ser empleados en el sector agrícola en las zonas rurales, y por lo tanto más expuestos a los choques climáticos y desastres naturales. Un factor que se escapa es que también son vulnerables a los antojos políticos del Presidente de turno.

Al respecto, un economista de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) considera que la asfixia que viven las alcaldías, en general, crea un efecto dominó que termina en una profundización de la pobreza en municipios ya de por sí pobres. “Los ingresos que llegan por transferencias activan el empleo local y esto dinamiza el comercio, si no llegan generan desempleo y deprime la actividad económica”, apunta.

“El impacto en los municipios que se encuentran orbitando la línea de pobreza o viven en estado de pobreza es preocupante. Además, el contar con las transferencias permite que una administración funcione y provoca un impacto duradero al ejecutarse proyectos de desarrollo, es decir son obras que mejorarán las vidas de las familias”, agrega el economista del centro de pensamiento.

Este camino semi-urbano será reparado con apoyo de pequeños productores de El Almendro. JESSIE AMPIÉ / DESPACHO 505

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INDE) para el año 2016 se estimó que la pobreza general a nivel nacional fue de 24.9%3 y la pobreza extrema en 6.9%. O sea que de cada 100 nicaragüenses, 25 estaban en pobreza y siete de estos estaban en condición de pobreza extrema. Los nicaragüenses situados en condición de pobreza extrema para entonces tenían un consumo anual inferior al costo del umbral de pobreza extrema, valorado en C$11,258.93. Mientras que el conjunto de los pobres no extremos, superan el costo de la línea de pobreza extrema, pero su consumo anual, es inferior al valor de la línea de pobreza general definido en C$18,310.

En 2020, según Funides, habrá una pobreza galopante, que la ubica a niveles de hace cinco años. Al término del año entrante el país tendrá 2.1 millones de nicaragüenses en situación de pobreza, viviendo con US$1.76 dólares, más una tasa de desempleo en picada y una economía contraída por tercer año consecutivo. La tasa de pobreza general de Nicaragua pasará de 24% a 31.9%.

Así las consecuencias por la falta de dinero para la ejecución de obras ya derivan en los primeros estragos para estos tres municipios pobres de Nicaragua. Directamente, alrededor de 70 proyectos dejaron de ser ejecutados y 52 trabajadores están de vacaciones forzadas o despedidos; indirectamente 100,702 pobladores no contarán con obras de cobertura de agua y alcantarillado, ni con calles adoquinadas, ni con caminos nuevos. En vez de alejarse de la pobreza, el régimen los condena a mantenerse en ella.

Este reportaje fue editado por Edith Pineda. Roberto Mora colaboró desde Estelí. 

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