Crónica de una noche de secuestros masivos: 12 horas de terror en todo Nicaragua

Detenidos en redadas simultáneas ejecutadas en al menos 13 departamentos pasaron horas inciertas. Ninguno sabía que habían sido acusados y que tenían órdenes de captura.

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  • mayo 05, 2023
  • 02:44 AM

Fueron secuestros simultáneos. Cronometrados. Habían estudiado cada paso de lo que ellos llamaban “el elemento”. Sabían la hora y el lugar exacto donde estarían al momento de asaltar sus casas y llevárselos. Respondían a voces que insistentemente pedían “actualizar situación”, unos a través de radiocomunicadores, otros por medio de celulares.

“Fueron las horas más largas de mi vida”, dice el periodista originario de Estelí William Aragón. A su casa llegaron a sacarlo las 6:15 del miércoles y lo regresaron el jueves a las 5:40. Volvió acusado, como al menos 30 personas que el régimen fichó, sin aportar una sola prueba, como conspiradores y propagadores de noticias falsas a través de redes sociales.

Otra de las víctimas de esta sorpresiva redada del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra ciudadanos que cree son sus opositores apenas puede hablar. Le tiembla la voz y durante la plática con DESPACHO 505 expresa que la garganta se le seca frecuentemente. Un médico amigo de la familia le toma la presión y le dice que la tiene “disparada”. Le da una pastilla y le recomienda reposo.

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Lo necesita. Son las 10:30 de la mañana de este jueves y no "ha pegado los ojos" desde que a las 6:22 de la noche anterior llegaron por ella cuatro patrullas a su casa en Managua. Cuenta que unas aparcaron frente a su puerta, mientras otras cuatro bloquearon el paso hacia su vecindario. Fue otra noche de “cuchillos largos”, de las que desde hace cinco años receta Ortega en el país contra los ciudadanos nicaragüenses.

LLEVADOS CON ENGAÑOS

En Jinotega otro ciudadano comparte el miedo, el cansancio y la incapacidad para conciliar el sueño. Este miércoles, su día parecía terminar normal hasta que dos hombres que andaban en moto, vestidos de civil, preguntaron por él en la puerta de su casa. Nadie en la vivienda tenía idea de lo que vendría en las siguientes horas. Adentro, uno de los hombres hizo una llamada y en minutos dos patrullas llegaron rápidamente y varios uniformados rodearon la vivienda.     

“Lo primero que pidieron fueron los teléfonos celulares de todos los que haya en la casa”, narra. Se metieron a dos cuartos, requisaron todos lo que a sus ojos les parecía "sospechoso" y les anunciaron lo que en la familia temían oír: “Acompáñenos a ver una denuncia que tiene. Es algo rápido”. Era mentira, claro.

Foto de archivo que muestra a varios policías en la casa de una familia de un joven asesinado en 2108, Richard Pavón. LA PRENSA

No fue ni rápido, ni cerca. Se lo trajeron a Managua, a 145 kilómetros de su casa y como decenas más que levantaron en otras localidades, solo volvió al día siguiente. Se recuerda solo frente a una jueza, cuyo nombre alguna vez oyó mencionar en una radionoticiero de su ciudad. Fue entonces que supo que había sido acusado, que tenía orden de captura y que le esperaba una audiencia, que según le dijeron “era informativa”.

“Esa es una figura inexistente”, señala la abogada independiente Amelia Sánchez. “En ninguna parte del Código Procesal del país que dicta los procedimientos para llevar a una persona ante el juez, establece un acto de esa naturaleza”, explica al referirse a la audiencia informativa.

La abogada Yonarqui Martínez, curtida en identificar las “chabacanadas” ilegales de policías, jueces y fiscales del régimen contra los opositores agrega que “fueron sustraídos de su juez natural”, lo cual es otra acción ilegal.            

Pero en medio de las horas terribles que vivieron y que comenzaron en su propia casa, hoy están seguros de que pudo ser peor. “Pudo no volver y ser encarcelado”, dicen los familiares de un ciudadano de Rivas, víctima también de la redada. Sin embargo, les parece una grosería que encima de todo lo que les hicieron pasar los obliguen ahora a ir a firmar ante un juzgado fuera de su localidad todos los días. “¿Y de dónde saca uno el tiempo para eso? Uno tiene que trabajar”, se quejan.

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“Lo que vemos es que los jueces recurren a imponer una medida cautelar que sÍ existe, pero se monta en acciones ilegales de origen. Eso debería anular todo el proceso”, opina la abogada Sánchez.

NADIE LLEVADO AL AZAR

Todavía no hay una explicación clara de las intenciones del régimen con esta nueva embestida represiva contra los ciudadanos, entre ellos dos conocidos periodistas. “Es miedo”, dice Juan Sebastián Chamorro que llamó a los secuestros en su cuenta Twitter “noche oscura de capturas”, algo que él vivió hace dos años, el 8 de junio de 2021 cuando fue sustraído de su casa y conducido a la cárcel de tortura El Chipote de donde lo sacaron el 9 de febrero, para subirlo a un avión con destino a Estados Unidos, junto a otros 221 presos políticos.

“Todo hace indicar que es gente a la que seguían”, dice a DESPACHO 505 un especialista en tema de seguridad, que pide analizar los casos con su identidad bajo reserva. “Hay un aparato de seguridad del régimen que se mueve en el país y que busca neutralizar focos de resistencia. La forma en que ocurrieron los operativos deja claro que es una operación de inteligencia”, advierte.

Algunos detenidos contaron que sus nombres andaban en listados de los oficiales, tanto de los que vestían de civil, como de los uniformados, quienes aunque durante las comunicaciones con sus mandos les llamaban “elementos” o “el objetivo”, durante el viaje se les escapaba el protocolo y les llamaban por sus nombres.

Policía Plaza El Sol
La policía es señalada de ser le brazo represivo de la dictadura Ortega-Murillo. Cortesía

En un recuento no oficial sobre los secuestrados se llegó a hablar de más de un centenar de personas de al menos 13 departamentos. La plataforma Monitoreo Azul y Blanco, habla de 57 detenidos, pero hasta el momento solo se han verificado 30 acusaciones formales, con información del sistema virtual del Poder Judicial. “Era bastante gente”, dice uno de los ciudadanos afectados.   

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El parqueo y los alrededores del Complejo Judicial de Managua, en Carretera Norte, que normalmente se va desolando al caer el día, el miércoles repentinamente se llenó de patrullas de la Policía, microbuses de trasporte intermunicipal y camionetas sin etiquetas tipo Hilux, parecidas a los temibles “vehículos de la muerte” que en las masacres de abril de hace cinco años transportaron a los  paramilitares y policías que ejecutaron los ataques que dejaron al menos 355 muertes, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

LA NOCHE DE LOS SECUESTROS

Los relatos de los secuestrados varían de una víctima a otra, en dependencia de la localización de su vivienda. Hay algunas coincidencias: iniciaron a las 6:00 de la tarde, siempre fueron más de dos patrullas, les pidieron celulares y computadoras y les dijeron que debían ir a la delegación a firmar la requisa. Al terminar todo, al día siguiente, los llegaron a dejar en el mismo vehículo que fueron llevados.

Algunos fueron golpeados. La mamá del joven Richard Pavón, asesinado por policías y parapolicías el 19 de abril de 2018, sufrió agresión, confirmaron sus familiares. En Managua, algunos de los secuestrados fueron llevados a delegaciones policiales primero. No estuvieron en celdas preventivas, esperaron en oficinas y salas de reuniones, hasta que los oficiales recibieron la orden de llevarlos al Complejo Judicial.  

Las requisas en las viviendas fueron rápidas y sin excesos. Y no excedieron los 45 minutos. En el caso de los detenidos en Estelí, fueron llevados a la delegación policial Boris Vega, sin esposas y bajo custodia todo el tiempo.  Ahí tardaron unos 20 minutos. Los oficiales no les hablaron en ningún momento ni entre ellos. “Todo era muy silencioso, era como un ambiente pesado”, recuerda uno que accedió a hablar con este medio.

Uno que fue apresado en Somoto relató que, tras la primera espera, los condujeron hasta un microbús intermunicipal que los transportaría durante las tres horas y media que tardaría en recorrer los 218 kilómetros de distancia entre ese municipio del norte y la capital. Como pasajeros, también iban uniformados y policías de civil. Delante del vehículo y detrás, viajaban patrullas.       

MONITOREADOS TODO EL TIEMPO  

Cada cierto tiempo, a los oficiales les pedían reporte del trayecto o ellos por cuenta propia lo informaban. Del otro lado, la voz preguntaba por los “elementos” a bordo, que si estaban bien, “que cómo andaba el asunto de las ocupaciones de los aparatos (electrónicos), que si las requisas estaban firmadas”, entre otras cosas que poco entendieron porque se preguntaban y se respondían en claves.

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El periodista William Aragón fue uno de los que al llegar Managua fue llevado a El Chipote. Recuerda que a eso de las 11:00 de la noche ingresó a sus instalaciones. Le tomaron las huellas de todos sus dedos, y fotos de frente y de perfil. Recuerda que nunca lo maltrataron, ni verbal ni físicamente, al contrario, los policías siempre lo llamaron amablemente.

En El Chipote, tampoco fue llevado a celda alguna, después de cumplir el estricto protocolo de ingreso de levantado de expediente, estuvo en una sala que llaman de entrevistas, sentado en una silla, donde sin planificarlo cayó en un sueño rápido y para él reparador, después de tantas horas de angustia. Calcula pudo haberse quedado dormido cerca de una hora. Antes pidió ir al baño y algo de agua. Solo entonces recordó que no había hecho su tercer tiempo de comida del día.

Daniel Ortega ha comprado lealtades en la Policía. La institución cumple sus órdenes a ciegas aunque sean acciones reñidas con Ley.

Cerca de la 1:00 de la mañana, ya del jueves, lo buscaron para ir al microbús que lo trasladó al Complejo Judicial de Managua, donde sería puesto ante un juez. A él lo llevaron a la Sala No.8. Ahí le dijeron que había sido acusado por ser el responsable de propagar noticias falsas en el año 2020, nada le sorprendió más al comunicador que quedó desempleado con el cierre del diario La Prensa, en agosto de hace dos años.

AUDIENCIA HOSTIL

Los tres jueces orteguistas que celebraron las audiencias, Gloria Saavedra, Rolando Sanarrusia y Karen Chavarría, los fiscales y hasta los mismos defensores públicos fueron hostiles con los acusados todo el tiempo. “Yo pedí saber el nombre de mi abogado y me dijo que estaría en el acta”, relató para este reporte otro de los detenidos.

El periodista Aragón por su lado, contó que su abogado no le dijo palabra alguna. Otra de las procesadas, confió que sintió más empatía de la fiscal que pidió la medida cautelar que por su defensor público. “No le supe ni el nombre”, señala.    

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Cerca de las 3:45 de la madrugada, el Complejo Judicial comenzó a vaciarse . Las patrullas, camionetas y microbuses abandonaron el lugar cada quien con sus “elementos” a bordo. El periodista recibió en el camino a Estelí una comida.

 “Sentí que era el mejor gallopinto que había comido en mi vida”, dice. Ahora cree que pudo sentir los estragos del hambre, del frío y del sueño en su cuerpo mientras estaba en la delegación, en El Chipote o en los juzgados, pero que la mente ocupada en los inciertos de las horas, los bloquearon.  Comió sin pensar en nada.

Un detenido originario de Granada llegó a su ciudad a las 5:45. Le alegró ver que en vez de ir hacia “La Granja”, el penal de Granada, ubicado en carretera a Nandaime, los policías lo llevaban en dirección a su casa. No quiso preguntar. “Yo solo estaba en manos de Dios”, dijo. Al llegar pidió tomar café y dijo que dormiría a ver si al despertar se le haría el milagro de que lo que vivió, solo fue una pesadilla.

Pero no. Desde este jueves, tanto él como los demás acusados deben ir a firmar porque según los jueces, enfrentarán juicio bajo la medida cautelar de la presentación periódica. Amanecieron presos y desde ahora su país, es la cárcel.               

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