Ortega persigue a los católicos disidentes como Hitler a los judíos
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha hecho de esta Semana Santa la más extraña en tiempos de paz. Persigue cualquier expresión religiosa fuera de los templos católicos y canceló todas las procesiones tradicionales de la Cuaresma.


- abril 06, 2023
- 11:07 PM
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Granada y Masaya — En los días de Semana Santa, en Masaya, normalmente los pobladores conmemoraban la pasión y muerte de Jesús saliendo con imágenes en hombros a recorrer las principales calles de esta ciudad de Nicaragua que es ícono cultural por excelencia. Había rezos por doquier, en casas y parroquias; procesiones a medianoche con Jesús y María como protagonistas; y judíos, representado por hombres, corriendo bajo el inclemente sol de verano.
Pero este año en Masaya, en medio de una guerra feroz contra la Iglesia católica y sus feligreses disidentes al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillos, los pobladores se han visto obligados a celebrar la Semana Santa en sus casas y con total discreción por el temor a que la Policía Orteguista llegue a amenazarlos con la cárcel. “Sentimos que nos quieren quitar hasta nuestra fe en Cristo”, dice una masayense, que cuenta que ha hecho comida tradicional de la época para compartir con sus amigos.
Los pobladores de este barrio tenían la esperanza de celebrar a lo grande las procesiones de Semana Santa, tras tres años marcados por las restricciones de la pandemia de coronavirus. Sin embargo, Ortega decidió que se cancelaran las manifestaciones de la época como parte de su embestida contra la Iglesia y que lo ha llevado a encarcelar al obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.
El miedo en esta ciudad ha incrementado en los últimos días porque recientemente, a unos ocho kilómetros en el municipio de Nindirí, la Policía Orteguista persiguió a unos jóvenes que intentaron recrear la procesión de los Cirineos. La persecución de un Jesús con la Cruz acuesta, huyendo de agentes de seguridad, se volvió viral en las redes y evidenció la prohibición a la libertad religiosa en Nicaragua. No eran romanos tras el “mesías”, como cuenta la Biblia, sino la Policía que dirige Ortega.
Otro hecho que ha dejado atónito a los pobladores, que han hablado con este medio bajo condición de anonimato, son la expulsiones y reclusión de sacerdotes. En febrero, policías y paramilitares llegaron a la casa del sacerdote de Masaya, Harving Padilla a amedrentarlo para que no oficiara más misas, y esta misma Semana Santa, la Policía expulsó a Honduras al sacerdote panameño Donanciano Alarcón. Su delito fue abogar por la libertad de Álvarez desde el púlpito.
“Nos están persiguiendo como si fuésemos criminales, por profesar la fé, por conmemorar a nuestras imágenes religiosas como se ha hecho desde tiempos de la conquista. Nuestras tradiciones están siendo amenazadas, algo que ni con el dictador Anastasio Somoza ocurrió”, dice un sacerdote que pertenece a la Diócesis de Granada. Pese a las prohibiciones del régimen, los pobladores siguen concentrándose en templos para celebrar la Semana Santa.
Al respecto, el prelado dice: “Nos sentimos como los judíos en tiempos de (Adolf) Hitler (el dictador alemán)”. Este sacerdote vivió en Europa el siglo pasado y conoce bien las durezas de los dictadores del Viejo Continente como Francisco Franco (España), Benito Mussolini (Italia) y Hitler. “No recuerdo a ningún líder político (de Nicaragua) que nos haya perseguido a los nicaragüenses como Ortega”, agrega en una llamada telefónica con este medio.
Su comentario no está lejos de uno que hizo el papa Francisco hace un mes. En una entrevista con el portal de noticias argentino Infobae, el máximo representante de la Iglesia, acostumbrado a guardar las formas con Ortega, calificó a la dictadura nicaragüense como “grosera” y la comparó con la de Hitler. Ortega respondió con la ruptura diplomática entre Managua y la Santa Sede.
En Granada y Rivas, las procesiones de Semana Santa han sido totalmente aniquiladas por las fuerzas represoras de Ortega. El pasado Sábado de Ramos, un grupo de pobladores organizó en un municipio del departamento de Granada, la procesión de las “varas” — un tronco de árbol al que la población decora con flores y frutas y que luego es colocado en una enramada donde veneran a Jesús —, pero agentes policiales llegaron a ordenar que se desistiera de la actividad.
A los filarmónicos que entonaban música fúnebre, los obligaron a marcharse con la amenaza de que si accedían a hacer sonar canciones religiosas en casas o templos católicos, serían encarcelados. Algo similar ocurrió en otro poblado de una comarca del municipio de Masaya, según pudo constatar DESPACHO 505 con varias fuentes locales. “Los simpatizantes del régimen informan a la Policía quienes son los católicos de los barrios”, comenta un poblador del barrio indígena de Monimbó.
Lo que menciona este poblador fue documentado en un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos, el pasado mes de marzo, en el que concluye que las redes de inteligencia de la Policía Orteguista y estructuras del Frente Sandinista realizan escuchas y espionajes en las homilías. “A veces pensamos que dentro de nuestro mismos templos están las orejas (espías) del Gobierno”, comenta un poblador.
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Los feligreses con los que ha hablado este medio, algunos otrora simpatizantes de Ortega, resienten la embestida del régimen contra la Iglesia y sus líderes. Ivania, nombre ficticio, no deja de ir al templo de su municipio, pero se siente acosada por agentes policiales que merodean el edificio. “Es la primera vez que no se celebra la Semana Santa en mi pueblo, me siento mal, como católica, no vivimos la procesión”.
Durante las fiestas patronales que se celebraron en el interior de la iglesia, su esposo — un hombre de 59 años — le prohibió ir por temor a que los oficiales orteguistas pudieran impedir los actos religiosos. No hizo caso, como tampoco ahora que asiste a los viacrucis que se desarrollan en los atrios del templo. “A mí no me van impedir que viva la muerte de Jesús”, dice. Lo peor que puede hacer el régimen, dice, es mandar a policías a irrumpir en las iglesias y cancelar los oficios religiosos donde se reza y veneran a las imágenes.
“Son capaces”, considera.