Nicaragua cierra el 2022 con más migración y pobreza, y sin cambios políticos que auguren una mejoría en 2023
Los nicaragüenses celebran las fiestas de Año Viejo en medio de una inflación galopante, la desintegración de las familias por la migración y sin ninguna esperanza en 2023.


- diciembre 29, 2022
- 08:05 AM
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MANAGUA Y RIVAS — Cuando su hijo de seis años le pregunta a Rosa* qué le dará de regalo en Navidad, ella mira a otro lado o cambia de conversación. Esa es la forma que ha encontrado para evadir y no hacer sentir mal a un menor que poco entendería que su mamá no encuentra empleo desde 2020 y que los pocos ingresos que recibe no han alcanzado siquiera para una cena en las noches del 24 y 31 de diciembre.
“Un juguete me resulta impagable ahora sin trabajo y la crisis (económica) que estamos, con altos precios de que no alcanzan para nada”, dice desde el patio de su casa en un barrio al oriente de Rivas, mientras tiende la ropa en una alambre de púas que cruza en el patio. Por un momento se detiene y agrega: “Es que ni para ropa usada tenemos dinero”.
A FONDO: Irracionales y ofensivos: Los discursos de Ortega en este 2022
Lo dice porque antes de quedarse sin trabajo en 2020 solía comprar ropa y juguetes en el mercado de la ciudad de Rivas, pero en las últimas dos navidades no ha habido comida, ni juguete, ni ropa, ni pólvora que encender a la medianoche, al contrario ocupa los días para vender nacatamales a quienes sí pueden celebrar y compran los 25 de diciembre y 1 de enero.
Como ella, miles de nicaragüenses están viviendo una de sus peores navidades en las últimas décadas que solo se parecen a las de los años de guerra de 1980. La canasta básica ronda los 19,000 córdobas, las familias se desintegran por la migración y la persecución, y a mediano plazo no se visualiza un cambio político que termine con la crisis social y económica en la que está inmersa el país desde 2018.
“Los nicaragüenses no sé hasta cuándo vamos a resistir esta dictadura”, dice otra mujer de Rivas que habla bajo susurros en su casa de habitación y anonimato por el miedo que le infunden reconocerse como opositora al régimen. La solución de la crisis pasa, según los expertos, por la voluntad política del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo de volver al país a la senda democrática, pero eso pronto no ocurrirá.
“Nicaragua vive ya una dictadura consolidada, pero irá por más en el 2023”, coinciden los analistas Eliseo Núñez y Ernesto Medina, quienes sospechan que en este momento Daniel Ortega no necesita de un diálogo, especialmente tras las reacciones “muy tibias” de la comunidad internacional ante el acaparamiento del orteguismo de las 153 alcaldías que existen en Nicaragua.
Para otros actores políticos, como el exaspirante presidencial Luis Fley, el año 2023 será muy difícil para los nicaragüenses en todos los sentidos, especialmente en el hogar, debido al encarecimiento de la vida que ya no se pueden costear con los salarios actuales. La paga mínima promedio supera los 4,000 córdobas.
Otro comandante de la otrora Resistencia Nicaragüense, Enrique Zelaya Cruz conocido como el Doctor Henry, señala que será muy importante para Nicaragua el desarrollo de la guerra en Ucrania, pues entre más pierda Rusia, mejores serán las condiciones en Nicaragua para arreglar la crisis sociopolítica actual.
Ortega llega al 2023 con un poder político y económico bastante consolidado, con la esperanza de que a su favor juegue el triunfo electoral de Lula da Silva en Brasil, el silencio del papa Francisco y la mayoría de los obispos nicaragüenses, una oposición que no ha sabido organizarse en los últimos cuatro años y con organismos internacionales que avalan su gestión económica.
Sin embargo, Ortega batalla continuamente con el peso de las sanciones en su contra, el aislamiento internacional y el ruido que provoca a nivel mundial tener a más 235 presos políticos en las mazmorras administradas por la Policía Orteguista.

Recientemente, Ortega demostró en las elecciones municipales que ya no necesita de los partidos “comparsas”, pues no les otorgó ni una sola alcaldía a los que se prestaron a hacerle el juego.
“Yo no soy optimista de cara al 2023. Ortega ha avanzado en su plan de Gobierno totalitario monopartidista. Aunque no nos guste admitirlo, Ortega ha avanzado en su poder total”, considera por su lado el académico Medina.
Núñez cree que “hay que ponerle ojo” a ese modelo de partido único en Nicaragua que busca Ortega, porque, junto al poder económico que ya ostenta, serán sus cartas para seguir avanzando en sus ideas de mantenerse en el poder. Pero a la larga, traerá más aislamiento y pobreza, que provocará que familias como Rosa lleguen sin dinero a las fiestas de Fin de Año.
El académico Ernesto Medina señala que Ortega ya se siente en control de la economía, después de tres años en negativo. Muestra de eso es que organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para América Latina (Cepal) avalan con sus reportes que la economía nicaragüense está bien. En otras palabras, para Ortega “no se ven amenazas desde lo económico”, dado que, desafortunadamente, también le ayudan las remesas que mandan de los nicaragüenses que él ha mandado al exilio. A la fecha, aproximadamente medio millón de nicaragüenses, el 10% de la población se ha ido del país.
Y aunque Ortega pregona que su modelo económico es de “socialismo solidario” en la práctica sigue el más puro “modelo neoliberal a ultranza”, ejecutando de manera ortodoxa todas las medidas que organismos como el FMI y el Banco Mundial le han impuesto a Nicaragua desde los años noventa. “El FMI y el Banco Mundial ven en Ortega al alumno ejemplar”, manifiesta Medina.
La salvedad que hace Medina está en el sector privado nicaragüense, ya que, aunque muchos opositores den por sentado que el nuevo Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) tenga “entendimiento” con Ortega, no cree que todo el sector privado “esté contento” con todo lo que está haciendo su administración. Para él, sería un error que la oposición deje por fuera al sector privado de cara a probables alianzas para sacar a Ortega del poder.
Desde su punto de vista, Ortega no liberará a los presos políticos mientras no reciba algo importante a cambio, como la eliminación de las sanciones que pesan sobre la mayoría de sus funcionarios de gobierno.
Sin embargo, el tema de los presos políticos es el que más ruido provoca a nivel internacional en contra del régimen Ortega Murillo, por lo que, para provocar un “olvido” del tema Nicaragua entre la comunidad internacional, podría liberar cuando él lo considere a los reos políticos.
El escenario es muy sombrío para el país, aunque a finales de año desde El Vaticano se envió un mensaje de diálogo con la dictadura. El llamado de la Santa Sede no tuvo mayor trascendencia debido a que el régimen finalmente imputó delito al obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez.
Aunque siempre es un rumor recurrente, en los últimos días no se ha hablado de un posible diálogo con la dictadura para resolver la crisis de Nicaragua. No obstante, si ese rumor reaparece tendría “menos sustento que los rumores anteriores”, señala Elíseo Núñez.
Una lideresa opositora, que habla bajo anonimato, señala que cualquier posibilidad de diálogo se esfumó tras la acusación contra monseñor Rolando Álvarez, porque toca a la iglesia Católica, a la cual con frecuencia se utiliza como mediadora. Además, el mensaje de Ortega con esa acusación es poco alentador.
Ortega, quien se ha apoyado en países como Cuba, Venezuela o Rusia, estaría esperanzado esta vez en Brasil, donde Lula ganó las elecciones y sería un buen aliado del dictador nicaragüense.
Según Elíseo Núñez, aunque de manera solapada, Lula respaldará a Ortega con préstamos del BRICS una asociación económica y comercial de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y a nivel diplomático.
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El peso de Brasil, la segunda economía en América, y que está entre las 20 mejores del mundo, sería de gran ayuda para Ortega. A pesar de que las perspectivas no son muy alentadoras, frente a la dictadura que vive Nicaragua, Ernesto Medina considera que el futuro del país sigue estando en manos de los nicaragüenses.
Medina dice que la oposición nicaragüense, que hasta ahora ha sido decepcionante, todavía puede crear las condiciones para que Nicaragua sea libre. “Hay que hacer algo”, dice Medina, quien manifiesta que no se puede quedar la oposición esperando una implosión, que por sí sola caiga la dictadura.
Es decir que al cierre de año, los nicaragüenses se quedan con la sensación de que 2023 traerá una profundización de la pobreza y la migración de miles de personas en buscar de mejores condiciones. De hecho Rosa, la mujer de 36 años que no pudo comprarle nada a su hijo en Navidad, piensa en migrar a Costa Rica si a junio no encuentra un trabajo.