Nicaragua, huérfana de organizaciones de oposición
Decenas de organizaciones políticas, sin estrategias ni liderazgos, se arrogan la representación de miles de nicaragüenses que no simpatizan con el régimen. Las diferencias se profundizan a lo interno, como el más reciente caso de la UNAB a la que decenas de jóvenes acusan de adultismo.
- octubre 18, 2022
- 11:12 PM
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La oposición de Nicaragua en los últimos años se ha diluido en decenas de organizaciones políticas en Costa Rica, España y Estados Unidos. Al día de hoy, dicen analistas, no hay una sola que pueda llamarse opositora y que muestre una estrategia clara para hacerle frente al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo; y las que en su día gozaron de legitimidad, como la Alianza Cívica y la Unidad Nacional, han perdido su relevancia en el concierto internacional.
Pero en esta debacle en la que se encuentra la oposición ha incidido en la arremetida de Ortega a mediados del año pasado cuando emprendió una operación que condujo al encarcelamiento de más de 40 líderes políticos y figuras presidenciales. La oposición lejos de reorganizarse en el exilio sigue repitiendo los mismos errores. Y las organizaciones partidarias Unión Democrática Renovadora (Unamos) y Ciudadanos por la Libertad (CxL) siguen anclados en diferencias ideológicas.
¿Realmente hay oposición en Nicaragua? Pedro Fonseca, analista e internacionalista, es del criterio que actualmente no hay oposición que se le pueda plantar a la dictadura, ya que los esfuerzos de unificación de los diversos sectores a partir del 2018, cuando se dio el alzamiento popular, han fracasado.
“Es verdad que la gran responsabilidad de que la oposición no exista como tal hoy en día, es parte de la cultura política nociva que predomina en el país”, cuestiona Fonseca quien critica que en algunos movimientos políticos opositores también hay prácticas de caudillismo y autoritarismo que los lleva al fracaso.
Las otroras organizaciones juveniles, protagonistas de las protestas sociales de 2018, se han apagado también. No se conoce a ninguna persona de la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), por ejemplo, que haya asumido el relevo tras los secuestros de Lester Alemán y Max Jerez.
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DIFERENCIAS Y MÁS DIFERENCIAS
A inicios de octubre, un grupo de jóvenes anunció que se retiraba de la Unidad Nacional porque consideraban que esta organización funcionaba de manera “excluyente” y “adultista”. Desde 2018 esa ha sido una constante entre las asociaciones que crearon políticos de vieja data y jóvenes protagonistas de las protestas. Los primeros decían que los políticos querían aprovecharse del momento, y estos a la vez les decían que carecían de experiencia.
Si acaso, dicen los expertos consultados por DESPACHO 505, el mejor momento de las fuerzas de oposición fue la participación en el Diálogo Nacional convocado por la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Después de ahí, la Alianza Cívica se dividió y emergió la Unidad Nacional. Juntas impulsaron la Coalición Nacional, tras varios intentos que auguraban su fracaso.
Finalmente, ese paraguas se desgranó. Hubo bajas entre una y otra con acusaciones que iban desde que el sector privado controlaba a la Alianza Cívica hasta que el Movimiento Renovador Sandinista (MRS, ahora Unamos) hacía lo mismo con la UNA. Al final, las agrupaciones juveniles se movían entre una acera y otra.
“El gran ganador de la división de la oposición es Ortega y él se ha esforzado poco. La oposición política de Nicaragua no ha estado a la altura. Ni antes, menos ahora”, dice un analista política en el exilio que por temor a represalias habla para este reporte bajo anonimato. Desde su punto de vista, la oposición urgen de una revitalización verdadera y eso pasa por depurar qué organización puede establecerse como tal.
EL ETERNO PLEITO ENTRE UNAMOS Y CXL
Los antiguos partidos políticos CxL y Unamos mantienen una “riña política que han sido incapaz de dirimir en aras del bien de Nicaragua”, responde una fuente cercana a CxL al ser consultada por las organizaciones que podrían asumir el liderazgo en la oposición. “Hay un tema ideológico que por ahora debería pasar a segundo plano, pero lo que queda de CxL, que es Kitty Monterrey, no lo ve así”, agrega.
En octubre de 2021, Monterrey dijo desde su exilio en Costa Rica que iba a trabajar para aglutinar a la oposición y a toda la diáspora en Estados Unidos, Costa Rica y España. Pero poco se ha informado de esa supuesta estrategia y el otrora partido liberal se ha limitado a publicar tuits y comunicados sin ninguna trascendencia política.
CxL reprocha a Unamos su pasado con el sandinismo, pese a que varias figuras importantes como Suyén Barahona y Dora María Téllez se encuentran detenidas por el régimen. Este medio buscó a Kitty Monterrey para consultarle sobre su quehacer frente a la dictadura, pero no hubo respuesta.
Desde Unamos señalan que se están replanteando sus estrategias de organización. “Unamos sigue resistiendo, sigue actuando y haciendo incidencia política, se sigue colocando el tema de Nicaragua en el concierto internacional para elevar la voz”, dice Luis Blandón, miembro de la Junta Directiva de la organización.
En ese sentido, menciona que sostienen encuentros con organizaciones de Colombia, España, Chile, entre otras, para seguir denunciando las violaciones a los derechos humanos que se comenten en Nicaragua. Sin embargo, él mismo aclara, que son actividades partidarias.
“Hemos buscado aliados en América Latina. La oposición no está fortalecida porque el sistema ha destruido cualquier intento, a pesar de eso hemos buscado estrategias. Más partidariamente, hemos tenidos organización en varios países, Estados Unidos, Nicaragua, y España. Pretendemos alcanzar niveles organizativos e involucrar a otras personas, creando un estrategia más amplia y no partidaria”, agregó.
EL COSTO DE SER OPOSITOR EN NICARAGUA
Luis Fley, presidente del movimiento Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN) y miembro de la Coalición Nacional, considera que en Nicaragua sí hay oposición y añade que tiene su costo hacerle frente a la dictadura a quien señala de diseñar un sistema para reducir y acusar a las voces disidentes de estar “conspirando” contra el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“Hacer política en Nicaragua tiene un costo muy elevado, te puede pasar que te lleven a la cárcel si te identifican como un enemigo de la dictadura. Ser opositor en Nicaragua es un delito y es penado”, expone Fley, quien tuvo que huir del país para salvaguardar su vida.
Diversos organismos nacionales e internacionales han criticado las violaciones a los derechos humanos, así como la falta de libertades políticas, de asociación, reunión y de expresión.
Luis Fley plantea que Ortega ha hecho creer que la oposición en Nicaragua son los partidos políticos colaboracionistas que participan en los procesos electorales tanto nacionales como municipales.
Es del criterio que los opositores que están dentro del país no enfrentan pleitos a lo interno, contrario a los sectores que están en el exilio ya que todos quieren “arrogarse la representación de la oposición en Nicaragua”.
“Todas critican al gobierno, pero hay una desunión total y eso da la percepción de que hay pleitos internos”, reflexiona Fley. Según él, la Coalición Nacional se ha vuelto a reestructurar y ahora son cinco organizaciones que trabajan de manera “silenciosa, prácticamente clandestina” ya que dentro de Nicaragua no se pueden realizar reuniones y ahora tienen que utilizar las herramientas digitales.
Considera que el futuro para la clase política opositora en Nicaragua es “difícil” por el contexto de represión que prevalece en el país, donde hay un estado policial de facto y “nadie quiere ir a la cárcel”.
Para este opositor, ni las resoluciones y sanciones que ha aplicado la comunidad internacional a los principales colaboradores de Ortega, han hecho variar ni un centímetro la posición de la dictadura, que está aferrada al poder y no está dispuesta a abrirse para cumplir lo que manda la Constitución Política de Nicaragua y los compromisos internacionales.
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José Dávila, exdirector de la Alianza Cívica, sostiene que la mayoría del pueblo nicaragüense es opositor ya que demanda un cambio, pero la oposición no le planta la cara a Ortega porque está fragmentada, exiliada, encarcelada y perseguida.
“Sí hay oposición, no está inmovilizada, lo que pasa que está segmentada, hay distintos movimientos en el exilio, dentro del país (esta) la resistencia y claro se puede decir que no está unificada, no tiene un liderazgo único, no hay una notoria confrontación con la dictadura, porque las dictaduras aplastan, imponen no dejan espacios de expresión cívica”, manifestó Dávila.
Resalta la persistencia de antivalores como el caudillismo, protagonismos, así como inmadurez que no ayudan a la unificación de la oposición en un solo bloque.
“La oposición necesita unirse, formar un solo bloque, pero tiene que analizarse bien lo que ha pasado en años anteriores al 2018, cuáles han sido los errores estratégicos cometidos, cuáles han sido las lecciones aprendidas para poder construir y hay conversaciones en distintas direcciones tratando de construir una nueva unidad, un nuevo bloque”, plantea Dávila.
¿SERÁ POSIBLE UN SOLO BLOQUE OPOSITOR?
Ana Quirós, integrante de la Articulación Feminista de Nicaragua y miembro del consejo político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) señala que la oposición esta “golpeada” por la represión, el exilio y el encarcelamiento de sus dirigentes nacionales y locales.
“Creo que sí hay una oposición que le da la cara y le ha estado dando la batalla (a la dictadura) con limitaciones, pero que le da la batalla”, expone.
Ana Quirós reconoce que las diferencias en el liderazgo siempre han existido y coincide con Luis Fley en el temor que tiene la población de manifestar su oposición ya que además de la prisión y el exilio, el régimen también implementa el terrorismo fiscal, persecución a la familia, ocupación de tierras y cierre de negocios.
Para las organizaciones de oposición, en Nicaragua la población sigue resistiendo y una prueba de ello es el alto grado de abstencionismo que se observó en las elecciones presidenciales del 2021.
Sin embargo, Quirós admite que no ve posible la unificación de la oposición en un solo bloque. “Es una utopía, sino una trampa que nos hacemos porque quisiéramos ver a todo el mundo agarraditos del dedo cuando venimos de historias, experiencia, generaciones muy diversas, creo que habrá probablemente coordinación de acciones, confluencia de ideas claves, pero es muy probable que nunca vayamos a estar todos en la misma mesa o en la misma sintonía”.
La aspiración además de derrocar a la dictadura es construir una democracia y una sociedad donde prevalezca el estado de derecho.