Rosa Montero: “Daniel Ortega es otro monstruo”

La escritora española considera que cualquier democracia, por mala que sea, es mil veces mejor que una dictadura. La narradora habla sobre su vida de periodista y escritora; la visión de la política actual en América Latina y España; y sus últimas obras: El arte de la entrevista y Los tiempos del odio.

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  • julio 04, 2019
  • 07:42 AM

La escritora española considera que cualquier democracia, por mala que sea, es mil veces mejor que una dictadura. La narradora habla sobre su vida de periodista y  escritora;  la visión de la política actual en América Latina y España; y sus últimas obras: El arte de la entrevista y Los tiempos del odio.

Rosa Montero dedicó 40 de sus 68 años a hacer entrevistas. Por su grabadora pasaron personajes claves de la España y del mundo del siglo pasado como Yasser Arafat, Margaret Tacher, Olof Palme, Indira Gandhi, Richard Nixon, Julio Cortázar, por mencionar algunos. Pero en total publicó más de 2,000 entrevistas y 28 de ellas han quedado inmortalizadas en su reciente libro El arte de la entrevista.

Esta selección es una vuelta a la faceta de periodista que prefirió cerrar para dedicarse a su obra literaria. La narradora antitaurina que sueña con una España en la que no se maten toros, atiende a Despacho 505 desde el teléfono en su casa madrileña, cerca del icónico parque El Retiro, donde vive  con sus compañeras perrunas: Petra y Carlota.

¿Le fue difícil seleccionar solo 28 entrevistas de entre tantas?

Si quieres que te diga la verdad, he hecho una mala selección. La editorial me pasó unas cuantas para que seleccionara, y  yo quité algunas, pero me acordé de otras últimas que estaban bien, y de memoria les dije añadir esta y esta otra. La verdad es que una vez que ha salido publicado el libro me he dado cuenta que ya por mi edad, es mi libro de entrevistas, el record de mis entrevistas, debería haber hecho un esfuerzo mayor de memoria, porque entre tantas, se te han ido olvidando y han quedado muchísimas fuera. No le he prestado la atención que debí haberle prestado para hacer la selección, pero así son las cosas.

¿Cuáles les habría gustado incluir?

Hay un montón. Una que le hice hace muchísimos años a Orson Welles pero se ha perdido, porque no era de El País, era de una revista, y yo  no guardo mis trabajos, por eso hay cantidad de cosas que se han perdido.

***

Rosa Montero, la mujer amante de los animales, y melena eterna a la frente, realizó su primera entrevista a los 19 años. Fue a Julio Iglesias, en un aeropuerto de Alicante, Valencia, cuando estaba haciendo prácticas profesionales para un diario de esa localidad. Ese día de verano le tomó 12 horas escribir 10 minutos de conversación con la estrella española. “Tardé porque no sabía escribir a máquina, escribí con dos dedos, fue divertido (risas)”.

De esa entrevista, en la candidez de su carrera, a la de Yasser Arafat, una de las más complicadas que ha hecho, hay muchos años en los que perfeccionó la técnica, o el arte, como lo dice el título de su libro. “La de Arafat, fue tremenda verdaderamente, era un personaje insoportable y estaba muy deseosa de entrevistarle porque me parecía un personaje fascinante que había conseguido sobrevivir a todos los intentos de asesinato, nadie ha sufrido tanto intentos de asesinato, incluso bombardeos, y al final lo consiguieron matar”, recuerda.

Por aquellos años, Arafat era un hombre que luchaba contra Israel por la autodeterminación de los palestinos. Y Rosa Montero, era, y es, pro-palestina y miraba a este líder árabe como una persona fascinante, que había sobrevivido a todos los atentados posibles, pero además tenía deseos de entrevistarlo por lo repugnante que solía ser con los periodistas cuando le hacían preguntas incómodas.

“Estaba empeñada en entrevistarlo, miré todas las entrevistas que le habían hecho, que no eran muchas, y todas eran horrorosos, malas. Primero les ponían todas a parir (criticar duramente), pero sobretodo que eran malas entrevistas, no le sacaban nada. Incluso una de Oriana Fallaci que lo había puesto fatal, era una mierda de entrevista”, comenta Montero.

Finalmente, lo entrevistó, después de un año de espera y un primer intento en el que prefirió cancelar la entrevista porque Arafat le daba cinco minutos para que le planteara preguntas. La segunda vez que lo vio, recibió el mismo trato que los demás colegas: “Empezamos la entrevista y contestaba con un panfleto que no tenía nada que ver con lo que le había preguntado, cuando repregunté por sexta  vez me echó y me hizo igual que a los demás (Ríe)”.

¿Y cómo es la Rosa Montero de la primera entrevista y la última?

Desde siempre me encantó la entrevista y desde siempre me encantó el periodismo. He cambiado muchísimo porque maduras, comprendes mejor a las personas, eres capaz de analizar mejor, de observarles y sacar deducciones más profundas. Eres menos injusto, menos arbitraria porque conoces más el mundo y la vida. Espero haber mejorado porque no es obligatorio, envejecer no te hace más sabio, conozco a muchos viejos cretinos. Tienes que esforzarte, y yo espero haberme esforzado lo suficiente para haber aprendido mucho más.

Así inició la carrera periodística de Rosa Montero hasta convertirse en una de las entrevistadoras de mayor relevancia en España. En 1978 empezó a publicar sus encuentros en El País, primero con personajes de la transición a la democracia de España; y luego con figuras del convulso final del Siglo XX.  Su trabajos destacaron por su intuición, su acertado análisis y la narración que le impregnaba a la historias.

¿Qué personaje no logró entrevistar?

Me pasé un montón de tiempo, año y pico, intentando conseguir una entrevista con Mijaíl Gorbachov, cuando estaba en mitad del desmantelamiento de la Unión Soviética. Me interesaba porque parecía un personaje de tragedia clásica, quería preguntarle si ese desmantelamiento, esa hecatombe, como un castillo de arena que se desmorona, la Unión Soviética, lo había hecho a propósito o había querido cambiar algo para que las cosas siguieran igual, plan gatopardiano (cambiar todo para que nada cambie), y se le haya ido de las manos. Luego pasó el tiempo, publicó un libro, y efectivamente fue lo segundo, no quiso desmantelar la Unión Soviética.

Entonces no se sabía, y yo quería hablar de eso con él, estuve un montón de tiempo hablando con la embajada aquí (en Madrid), con el Ministerio allá (Rusia). Y por fin me dijeron que lo podría visitar porque venía de visita de Estado a Madrid, y llegó, pero la entrevista se la hizo mi director José Luis Cebrián (ríe). Y le hizo una entrevista pesadísima, en el sentido que  solo política, y nada de lo gatopardiano, nada.

En qué momento decide dejar de hacer entrevistas…

Poco a poco, cada vez iba haciendo menos, he hecho tantas que lo doy por sabido y el tiempo que queda prefiero emplearlo en otras cosas. No me interesa nada de eso ya.

El único vínculo que mantiene con el periodismo es la columna dominical Maneras de vivir que publica en El País Semanal. Ahora dedica los años a su vida literaria. Rosa Montero en total ha escrito 16 libros. Su primera obra de ficción, la novela Crónica del desamor, apareció en 1979. En las páginas de sus libros ha abordado el amor y la muerte, unas en ficción y otras en realidad.

¿Cataloga sus últimos libros como los mejores…?

Bueno, los más maduros, se me haría difícil decir cuáles son los mejores, porque hay libros que me gustan más que otros. He escrito 16, pero hay cinco mejores. Mi novela más ambiciosa, y creo que conseguí el reto más difícil de mi vida, fue Historia del Rey Transparente, que la publiqué hace un montón de tiempo.

Luego me gusta La loca de la casa, porque es un artefacto literario y creativo que me parece muy ingenioso, también me gusta Bella y oscuro, que también es de hace un montón de tiempo, porque me parece mi novela más delicada y más poética, y quizá la más original.

La distancia que hay de la idea del libro que tengo en la cabeza y lo que consigue, que cuando yo empezaba había mucha distancia, ahora es mucho más pequeña. Digamos que me siento en control de la carpintería, del oficio. Me gusta La ridícula idea, me gusta mucho La carne y Los tiempos del odio.

Usted ha hablado de la inseguridad que sentía al comienzo de su vida de escritora, ¿cómo la superó?

El escritor no supera nunca esa inseguridad, porque no hay nadie que te diga si lo que haces tiene sentido y si lo que haces está bien, no hay ninguna norma objetiva. Eso no se arregla, esa inseguridad de la escritora creativa te acompaña todo el tiempo.

¿Cómo concibe la novela en la madurez?

Estás como en una meseta, en una mayor potencia de carpintero, digamos que tus útiles para conseguir determinada emoción o efecto, pues son mejores, porque tienes  mejores herramientas y sabes cómo hacerlo. Es simplemente la carpintería lo que empiezas a dominar.

***

Su reciente libro se llama Los tiempos del odio en el que el personaje principal es la detective Bruna Husky: independiente, poco sociable, intuitiva y poderosa. Según la sinopsis, la detective deberá hacer frente a su mayor temor, la muerte, y aprender a confiar en los demás. De Bruna, Rosa Montero dice que se parece mucho a ella: ambas son obsesivas con el paso del tiempo y la muerte, y aman la vida.

La trama parte cuando el inspector Lizard desaparece y  la detective Bruna Husky se lanza a una búsqueda desesperada del policía. Su investigación la lleva a una colonia remota que reniega de la tecnología, así como a rastrear los orígenes de una oscura trama de poder que se remonta al siglo XVI. La situación del mundo se hace más y más convulsa, la crispación populista aumenta y la guerra civil parece inevitable, reseña.

¿Estamos en los tiempos del odio con Trump, Daniel Ortega, Jair Bolsonaro y Nicolás Maduro?

Es lo que pasa en todo el mundo, de eso hablo, estamos en los tiempos del odio, hay un descrédito de la democracia, una falta de credibilidad del sistema democrático como casi nunca en la vida, desde su creación. La transparencia permite ver las lacras de nuestra democracia que son muchas, corruptas, hipócritas. La gente ha sido un efecto colateral de la crisis económica pues, mucha gente ha perdido la fe en la democracia y ya no se siente representada por ella, y con una falta de cultura de conocimiento histórico se dejan engañar por la falsa pureza del dogma, por los extremistas, demagogos, ultras como Trump y Bolsonaro, y por los extremistas religiosos, laicos, de extrema derecha o izquierda.

Bolsonaro o Maduro son lo mismo, es la misma gentuza, absolutamente la misma gentuza mentirosa. Y eso es un fenómeno que va creciendo en todo el mundo, Europa se está fascistizando, evidentemente. Todo el mundo se está yendo al dogma y al fanatismo, y el dogma y el fanatismo no tienen nada que ver con la realidad, con la razón.

Para crear cohesión siempre tienen que inventar un enemigo al que combatir y un enemigo que no acepta el dogma. Eso es lo que mueve la cohesión de estos sistemas y por eso estamos en los tiempos del odio, con esa demonización del otro, que es lo opuesto al sistema democrático.

Y se puede vencer… ¿en la novela?

Mi novela lo que intenta dar es una esperanza y que si luchas y no te dejas vencer por el odio, y luchas democráticamente puedes mejorar el mundo. Desde luego tenemos que refundar la democracia, tenemos que intentar que sea menos corrupta, menos hipócrita. Yo que he nacido y crecido en una dictadura te puedo asegurar que sé al cien por ciento  que cualquier democracia por mala que sea es mil veces mejor que una dictadura.

En el terreno político español, ¿cómo valora la irrupción de VOX en las recientes elecciones generales?

Forma parte de todo lo que está pasando en todo el mundo y en España hemos estado bastante vacunados contra la extrema derecha por nuestro pasado reciente con la dictadura, y de hecho VOX, que parecía que se iba a comer el mundo, se ha quedado en muy poco, que es como el afloramiento de ponernos al día en la tendencia mundial, pero se quedó en un 10% en las elecciones generales y en tres semanas ha perdido la mitad de esos dos millones de votos, la mitad. Comparado con el fenómeno de Marine Le Pen (Fracia), Matteo Salvini (Italia), todavía estamos muy lejos y espero que nunca lleguemos.

Del prólogo de su libro de entrevistas me llamó  la atención la descripción que hace del líder iraní Jomeini, de cómo un revolucionario termina siendo un déspota…

¡Nunca fue revolucionario, nunca!, fue un dogmático asesino, machista, sexista, y  fanático terrible. Lo que pasa es que la izquierda cometió, y comete, muchos errores, y cree que alguien que lucha contra alguien malo, es bueno. Y tú puedes luchar contra alguien malo siendo más malo. Como luchaba contra el Sad, creyeron que era bueno, pero era un monstruo.

Se lo comento porque en Nicaragua tenemos de dictador a un revolucionario que ayudó a derrocar a la dictadura somocista, en 1979.

Ortega es otro monstruo, qué horror. Pero ese en un momento determinado parecía (revolucionario), con Irán era más claro, y esa fue la equivocación de la izquierda más clamorosa porque estaba claro desde el principio que Jomeini no participaba absolutamente en los valores del progreso.

¿Difiere mucho el concepto de izquierda que tenemos en América Latina al de Europa?

Sí. Y por otro lado, cada vez tengo menos claro qué son las izquierdas y las derechas, a mí me parece más bien que se debería de hablar de bloques de progreso y bloques retrógrados, porque hay una buena parte de la izquierda que es tremendamente retrógrada.

Rosa Montero a lo largo de su vida ha votado dos veces por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). La primera vez fue en 1982 cuando este mismo partido logró por primera vez también la Presidencia del Gobierno bajo el mando de Felipe González; y la última, en las recientes elecciones generales, en la que el PSOE obtuvo 123 escaños en el Congreso de los Diputados.

¿Simpatiza con el PSOE?

No necesariamente, en toda mi vida he votado dos veces por el PSOE, en el 82 y esta vez porque el gobierno de Pedro Sánchez ha hecho muchas cosas en 10 meses difíciles. Nos ha devuelto la fe en la política, pero no me siento para nada del PSOE.

¿Y le gustaría que repita Sánchez como presidente del Gobierno de España?

Por lo pronto que llegue hasta el final.

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