Cuando escribir un libro en el exilio se convierte también en un acto de resistencia

El mismo día que iniciaron las protestas en Nicaragua, el 18 de abril de 2018, Edwin Cáceres decidió renunciar a su puesto en la Empresa Portuaria Nacional para sumarse a la insurrección cívica que puso contra las cuerdas al régimen orteguista. Este 5 de junio presenta en Madrid el libro "Nicaragua, la revolución pendiente".

Edwin Cáceres en la plaza madrileña de Pedro Zerolo en mayo de 2024.
Edwin Cáceres en la plaza madrileña de Pedro Zerolo en mayo de 2024. Despacho 505
default.png
José Denis Cruz
  • Madrid
  • junio 04, 2024
  • 04:25 PM

Edwin Cáceres (39 años) está sentado en una banca de madera de la plaza Pedro Zerolo, en Madrid, a la sombra de varios edificios que lo protegen del apacible sol de primavera. Justo aguarda en el mismo lugar en el que hace seis años pensó dormir cuando se quedó sin dinero para continuar pagando una cama en el hostal Motion Chueca, que está a pocos metros. Para entonces, octubre de 2018, estaba recién llegado a la capital española tras un viaje al exilio que empezó el 12 de julio de ese mismo año. Ese día salió de León, rumbo a Costa Rica y de ahí meses después a España, huyendo de la brutal represión del régimen de Daniel Ortega que había decidido aplacar con sangre y fuego la manifestaciones ciudadanas que empezaron en contra de una reforma al sistema de pensiones, pero que derivaron en una demanda generalizada de democracia, libertad y justicia. Es viernes 31 de mayo y el termómetro marca los 29 grados. Nada comparado, por ahora en España, con los 35 grados que en promedio suelen achicharrar a su ciudad natal.

— ¿Este calor te hace pensar en algo de Nicaragua? 

— Me recuerda a León. Me recuerda a mi etapa de guía turístico, a los días que hice largas caminatas por los volcanes del occidente de Nicaragua. 

Edwin Cáceres recuerda también Sutiaba, el barrio indígena donde creció; la cordillera volcánica de Los Maribios que escaló y mostró a turistas; y el amplio patio de su casa en el que jugaba con sus primos cuando era un niño.  

— ¿Te gustaría regresar a Nicaragua? 

— No contemplo un regreso a Nicaragua ni a mediano ni a largo plazo porque el régimen va para largo. Daniel Ortega y Rosario Murillo [los dictadores] morirán en el poder y se dará la transición a una dinastía. Mientras en Nicaragua no haya mínimos de respeto a los derechos humanos no contemplo regresar. Y si hay mínimos de respeto, me lo plantearía.

Me responde sin titubeos, con su tono de voz pausada y firme, y con el rostro inexpresivo que lo caracteriza. Se ha puesto unos lentes oscuros para cubrirse del sol, pero puedo imaginar el movimiento de sus cejas y ojos al hablar como cuando quiere enmarcar una idea. Edwin Cáceres es un exiliado nicaragüense que conozco desde el año 2020. Todas las mañanas de Nicaragua da las noticias a través de un podcast de este este medio y recientemente publicó su primer libro titulado ´Nicaragua, la revolución pendiente´, una obra en la que narra su historia de vida, cómo vivió las protestas de 2018 siendo un funcionario de la Empresa Portuaria Nacional (EPN) y las vicisitudes del exilio en Costa Rica y España. El mismo día que Nicaragua salió del letargo ante los atropellos de la dictadura, como lo plantea él en su libro, escribió un correo a su jefa inmediata de la EPN para poner su renuncia. Sintió alivio, una liberación, dice. 

Tu libro habla del exilio, de lo que vivimos las personas migrantes desde que abandonamos nuestros países hasta que llegamos al que nos acoge. Es una carga de la que muy poco se habla. ¿A vos qué te motivó a escribir este libro?

Todo surgió en la pandemia. Estaba solo en una casa acompañado de un perro y tenía mucho tiempo libre. Decidí invertir el tiempo en algo. Primero inicié con un podcast, llamado El miedo a la libertad, luego me planteé escribir un libro. Tuve un mentor cuando llegué a Tres Cantos [el municipio madrileño que lo acogió] y también me inscribí en un curso de Filosofía. Al finalizar el curso el profesor, que también vivió un exilio, me recomendó escribir un libro. 

¿De dónde es él? 

Es un argentino español. Éramos dos exiliados de épocas distintas. Él dejó su país en los años 60 y yo en 2018. 

En la contraportada de tu libro leí que sos un exiliado nicaragüense que intenta hacer resistencia, ¿por qué este libro lo es?

Mi libro es un acto de resistencia y es un acto de representar a la mayoría de personas exiliadas que comparten el sentimiento que intento plasmar en las páginas, como las vivencias, las situaciones difíciles. Si un exiliado lo lee se podrá sentir identificado. También quiero que conozcan a través de mi relato lo que está pasando en Nicaragua. 

Hablando de situaciones difíciles hay algo que me llamó la atención y es la exclusión a la que estamos sometidos los migrantes, y en concreto vos te referís a la satisfacción que sentiste al abrir una cuenta bancaria, que para una persona de acá podría no significar nada. 

Sí, puede que alguien diga que es una simple cuenta bancaria, pero para mí no lo fue. Lamentablemente, no tiene que ver con el país, pero muchas personas migrantes no tienen acceso a derechos básicos. Por ejemplo, en Tres Cantos no me querían entregar mi tarjeta sanitaria porque tenía la identificación de extranjero caducada. También debo decir que lo mejor que he vivido en España ha sido en Badalona, Barcelona. 

¿Por qué?

Ahí nunca tuve un problema para acceder al sistema sanitario, por ejemplo.

De pronto porque hay más integración en esa región española, ¿no?

Lo que sentí, al menos yo, es que hay mayor protección hacia la persona migrante. A casi seis años de mi exilio, he tenido más experiencias negativas en Madrid que en Cataluña. 

La portada del libro es predominante roja y negro, esos son los colores de la bandera de la dictadura, la del Frente Sandinista… ¿por qué elegirlos?

La portada rojinegra es para llamar la atención de la gente. También está la mitad de mi cara que significa que me hace falta mi otra mitad, que es mi corazón, mi alma que dejé en Nicaragua, mi familia. El rojo y negro es un guiño también para las personas de izquierda que se sientieron identificadas con aquella revolución sandinista de 1979.

Pudo ser azul y blanco, que son los colores de la lucha cívica nicaragüense… 

Habría sido un maniqueo.

¿Y a qué te referís con la “revolución pendiente”?

Es que en Nicaragua la revolución no se dio, la de 1979 fue una estafa. Yo creo en una revolución pacífica que nos saque de la dictadura en la que estamos. 

A vos las protestas te tomaron de vacaciones en León y no volviste a tu puesto laboral, pusiste tu carta de renuncia el mismo 18 de abril, ¿cómo se llega a una decisión como esa?

Yo no regresé a mi trabajo. Mandé un correo poniendo mi renuncia inmediata. Algunos me decían que mi decisión era un sentido. Pero fue la mejor decisión porque luego hubo reuniones con policías y paramilitares para que los trabajadores de la EPN empuñaran las armas contra los ciudadanos opositores. 

¿Y qué pasó con los que se negaron? 

Muchas personas que se negaron fueron detenidas en el momento. 

Dijiste hace un momento que te hace falta tu otra mitad que está en Nicaragua, pero por las veces que he hablado con vos percibo que no sentís ese mal de patria que muchos nicaragüenses sufren…

El propio exilio, la propia situación de salir de tu país, que un día te quitan todo, te hace replantearte las cosas. Tal vez no a todo el mundo le pasa, pero desde antes veía el patriotismo como algo muy populista. Lo que debería distinguir a los nicaragüenses es la solidaridad. En mi caso, nunca he sido de añorar comida ni festividades. 

¿Y tu familia? En tu libro hablás de dos familias, la que te ha acogido aquí y la que dejaste allá. 

Sobre mi familia de Nicaragua, prefiero no hablar porque creo que es un tema que no he sanado y es un tema que lo trato con pinzas. Con la familia de España, es una cuestión de ponerle una etiqueta, más que familia son personas solidarias. Por supuesto que te hacen sentir como familia.

A vos España te negó el asilo y, según me decís, tu caso estaba sustentado ¿crees que este país cumple con las normas internacionales de asilo?

Creo que no se cumple la ley. Mi abogada estaba segura que el Ministerio del Interior me otorgaría la condición de asilado político, pero creemos que el proceso fue aleatorio. 

Desde acá donde estamos sentados podés ver el hostal Motion Chueca, ahí empezó tu historia de exiliado hace seis años. ¿Qué le dirías a ese Edwin que por octubre de 2018 apenas empezaba un camino lleno de obstáculos?

Como cuento en el libro, una noche en esta plaza estuve a punto de dormir en una banca. No tenía donde ir, ni dinero. Le diría a ese Edwin: “Has tomado la mejor decisión”. Aunque no tenía miedo, dudaba si era lo correcto.

____________

 Esta entrevista fue publicada originalmente por el autor en su blog josedeniscruz.com.

Ayúdanos a romper la censura, necesitamos tu apoyo para seguir informando

Donar