Lesther Alemán a seis años de encarar a Ortega: "Debe irse, se lo dije antes y se lo digo hoy"

Seis años después de aquel 16 de mayo del 2018, cuando Lesther Alemán encaró al dictador Daniel Ortega en la apertura del Diálogo Nacional, considera que no existe otra opción que no sea su salida del poder.

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  • mayo 16, 2024
  • 06:07 AM

El 16 de mayo de 2018 Lesther Alemán no pidió ni permiso, ni perdón para decirle a Daniel Ortega lo que todo un pueblo quería: basta de asesinatos. Fueron los dos minutos con 58 segundos más largos en la vida de los dictadores. Se notaron incómodos, molestos, reducidos, vencidos en su propio juego.

Un día antes, sus medios de propaganda vendieron la idea de que Ortega y Murillo insistieron días enteros por ese encuentro, cuando todo el país sabía que la respuesta que dieron para aplacar las protestas fueron palos y balas y eran los
obispos católicos los que a diario llamaban a las partes a buscar salidas. “Estaremos ahí para discutir nuestros problemas de buen corazón”, anunció Murillo en la víspera.

Pero ni su “corazón” ni el de Ortega cedieron. El líder estudiantil insistió al dictador que ordenara el “cese de los asesinatos”, que llamara a la Policía y sus turbas a no disparar y que se rindiera a ese pueblo, que fuera de las instalaciones del Seminario Nuestra Señora de Fátima de Managua, donde se encontraban, se desangraba.

Murillo “empuñaba” los ojos como queriendo enfocar más al universitario mientras su voz de trueno estremecía el lugar y al país entero que seguía el encuentro en cadenas de radio y televisión. Ortega lo oyó como estatua, sin decir una palabra. Apenas parpadeaba. Cuando por fin habló, sus silabas sonaban desencajadas. “La Policía tiene órdenes de no disparar”, balbuceó, frente a rostros que no le creyeron nada y de remate quiso repartir culpas: “hay muertos en ambos lados”, se justificó.

Seis años después de aquel día, Lesther Alemán dice que el dictador nunca dio la orden de detener los asesinatos. “No lo dijo”, admite en esta entrevista con DESPACHO 505, días antes de su comparecencia de este miércoles en Ginebra y como parte de la conmemoración de seis años del levantamiento de abril.

El líder estudiantil señala que las consecuencias de aquel silencio de Ortega, fueron funestas, de 55 asesinados contados hasta ese 16 de mayo, hoy son 355, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), recordó. También señala entre otras cosas que lo que le dijo a Ortega, sigue tan vigente como aquel día: “para él no hay otro camino que rendirse y dejar el poder”, agrega convencido.

Lesther Alemán le pidió a Ortega rendición el 16 de mayo de 2018 ¿Estabas consciente de eso? Es decir, él tenía las armas y las tiene todavía…

Lo dije y muy convencido y lo digo ahora, es decir, hoy no hay otra posibilidad.

¿Creés que después de seis años esa petición tenga vigencia?

Es que no existe ninguna posibilidad de ningún diálogo con Ortega que no sea para negociar su salida. Con todos los crímenes que ha cometido no existe la mínima duda de que Ortega, lo único que tiene que hacer por entregarse, es ceder el poder. Aquí no hay, no hay una concesión que te lleve a creer que Daniel Ortega hizo las cosas por error. Este tipo, ha reconocido su participación directa en los crímenes de lesa humanidad.

Y no lo digo yo, lo dicen los informes del Grupo de Expertos Independientes de las Naciones Unidas, el grupo de expertos de la Organización de Estados Americanos, OEA que designó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la oficina de Alto Comisionado lo dice, las condenas internacionales, bilaterales y multilaterales que han conocido el caso Nicaragua. Con los crímenes de este señor a partir del día 18 de abril del año 2018, es imposible que exista otra opción que no sea esa, salir de poder.

Hay quienes pensaron que tu discurso era la firma de una sentencia de muerte. ¿Vos los crees? ¿Tuviste miedo?

Creo que cuando lo dije, lo dije con poca claridad de lo que me podía pasar, pero muy convencido que son dos cosas muy distintas. En lo que corresponde a lo segundo insisto, no existe ninguna otra posibilidad para Nicaragua que salir de Ortega.

En julio del 2021 te secuestraron y estuviste en prisión. ¿Era la venganza? ¿Cómo fueron esos días?

Fueron días difíciles desde las primeras horas. Pasé largos interrogatorios que se prolongaban por horas de la noche, que buscaban desvelarte, cansarte, las misma preguntas con varios policías interrogadores sobre mi participación en las
manifestaciones, quien financiaba y que…

En esos interrogatorios, ¿Te hablaron de las palabras a Ortega?

Si y se burlaban de eso, me decían que eso había sido nada más ruido. Yo replicaba; que si solo hubiese sido ruido yo no estaría ahí, ni ellos diciéndomelo. Y les preguntaba que, si solo había sido ruido, ¿Por qué el gobierno no lo superaba?.

Yo pasé dos abriles en la cárcel. En ese mes, los gritos, los interrogatorios aumentaban. Eso te convencía que todo les dolía, que nada fue ruido. Era una lucha y parte de esa lucha era la injusta cárcel. Sabemos que la orden de interrogatorios que en abril llegaban a ser hasta seis en ese mes, eran ordenes directa de Rosario Murillo.

¿Sufriste alguna vez golpes por encarar a Ortega?

Yo me percate que nos les iba a agradar mi presencia (se ríe). La captura fue violenta, si me golpearon, y camino a El Chipote me lo iban gritando. El oficial que dirigió mi captura me iba diciendo que me tragaría cada palaba que dije, y me las repetía. Me desafiaba a que las dijera ahí, que quería oírlas.

Ese día me amenazaron…´vas a repetir cada palabra que dijiste´, me gritó. Me pusieron un teléfono móvil como grabando y me dijeron, hablá, repetí lo que le dijiste al comandante (Ortega) queremos oírlo. Yo les respondí que el señor Daniel Ortega no estaba presente, por ende, no tenía ninguna funcionalidad que yo volviese a repetir esas palabras, porque fue ante él que las dije y fue para él. No era para un Comisionado (de Policía), no era para un matón que me había secuestrado y que me llevaba a golpes.

Hablemos del juicio. Afuera nada se supo porque fue a puertas cerradas…

Como iba a acabar ese juicio era predecible, pude saber el final, mucho antes que terminara, era al final del día una sentencia anunciada, es decir ahí, yo no iba a tener ninguna sola oportunidad de inocencia ante ellos. Ahí la Fiscalía presentó el video del diálogo como prueba, ¿Pero de qué? Era un video público, estoy seguro que, la jueza lo había visto antes. Yo lo que hice fue quitarme la mascarilla y ponerme a reír.

Sabemos que te procesan por el supuesto delito de “conspiración para cometer menoscabo contra la integridad nacional” y te condenan a 13 años de prisión, pero, ¿Es posible pensar que fue más bien por desafiar a Ortega?

Ni yo, ni ninguno de los universitarios asesinados, ni ningún opositor al régimen, hemos hecho nada. Ejercí mi derecho a disentir de lo que pasaba en Nicaragua, lo que hice, hombre mi mayor impulso me la dieron las victimas, me lo dan ahora las más de 355 víctimas que siguen pendientes de justicia.

¿Lesther Alemán sigue en resistencia?

La resistencia de hoy la marca las víctimas, te lo marca la libertad de los más de 120 hombres y mujeres presos actualmente en Nicaragua que hay que remarcarlo, hay presos políticos en Nicaragua y el casi un millón de nicaragüenses que están fuera del país. Estos son motores de lucha.

Han pasado seis años desde ese día… ¿Qué cambiarias de ese día?

Cuando vos ves lo que pasó después de ese día, y ves que han pasado seis años, que para unos es mucho, para otros es poco, pero yo te digo algo, yo no me arrepiento de haber estado en ese momento, haber hecho lo que hice sin dimensionar todo lo que iba a repercutir o lo que iba a significar.

Porque después de eso hemos pasado por tantas dificultades, nadie imaginó que se iba a llegar a aprobar la crudeza del régimen. La sociedad nicaragüense comprendió el valor que tiene como individuo que tiene como ciudadano y sobre todo entiende lo que comenzamos.

Hemos exigido lo que nos habían quitado, es decir, yo no estaba consciente y se los digo con franqueza, no estaba consciente de que los derechos humanos en Nicaragua debían ser exigidos en medio de aquella anormalidad que vivíamos, ese silencio latente en el que estábamos antes del 18 de abril del 2018, nos privava de eso.

Hoy no creo, como muchos no lo creen, que sea posible vivir en un país en el que a sus ciudadanos se le condena a ver solo hacia abajo. En Nicaragua no se vive, se sobrevive, hay un Estado que no da la oportunidad para vivir, el país es como un pantano de ideas del pensamiento, se convirtió exactamente en un desierto para las aspiraciones de miles de jóvenes.

El régimen ha convertido al país en un espacio propicio para destruir cualquier anhelo, la superación de metas, ha dejado de ser un territorio fértil para la vida y el progreso. Es un palmo de tierra donde Ortega y Murillo han edificado una cárcel de puertas y de cielos abiertos.

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