Elvira Cuadra: “Las mujeres periodistas, académicas y artistas en Nicaragua son víctimas de violencias específicas de parte del régimen”
Las mujeres están sufriendo violencia estructural, institucional y política de parte del régimen en Nicaragua que intenta callarlas para limitar su contribución al cambio democrático.
- marzo 21, 2024
- 04:47 AM
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Las mujeres periodistas, ciberactivistas, académicas, artistas y promotoras culturales han sido blanco de una política institucional de represión de parte del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Son perseguidas por su participación en el proceso social dirigido hacia la transformación democrática del de Nicaragua, asegura la socióloga e investigadora Elvira Cuadra, del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM).
Sus conclusiones son parte del estudio “Voz, saberes, cultura y memoria. Resistencias y resiliencias colectivas de las mujeres nicaragüenses”, presentado este jueves en San José, Costa Rica. El estudio contó con la participación de al menos 30 mujeres que se desarrollan en estas áreas.
Esta política represiva se manifiesta en diversas formas y aspectos de la vida de las mujeres, destacándose los discursos de odio, criminalización, cárcel, destierros, despojo de la nacionalidad, confiscaciones, agresiones físicas y verbal, violencia sexual, acoso, vigilancia, amenazas, privación de derechos fundamentales, violencia digital, violencia económica, migración y separación familiar forzada.
Los grupos de mujeres periodistas, académicas, ciberactivistas y artistas son víctimas de violencias específicas que reflejan las diversas formas de represión y discriminación que enfrentan en sus respectivos campos.
Este informe llega después del informe “Quebrar el cuerpo, quebrar el alma”, que permitió saber que hay grupos de mujeres que estaban experimentando violencias específicas. ¿Cuál es el objetivo de esta nueva investigación?
Este estudio trata de responder las preguntas de cuáles son esas violencias específicas, qué efectos tienen sobre grupos específicos de mujeres y qué estrategias utilizan esas mujeres para protegerse y prevenir estas situaciones de violencia.
En este caso, nos enfocamos en cuatro grupos sensibles: las periodistas, ciberactivistas, artistas y promotoras culturales y las mujeres académicas.
Las periodistas y las ciberactivistas están en la primera línea de la esfera pública con todo su trabajo informativo; las artistas y promotoras culturales siempre acompañaron muy de cerca y participaron activamente en las acciones del movimiento cívico desde 2018 hasta ahora; y las académicas se encuentran en uno de los sectores más sensibles de los últimos dos años, que es el sector de la educación y las universidades que han sido confiscadas por el régimen de los Ortega Murillo.
Hablan de violencia estructural, institucional y política. ¿La estructural, por ejemplo, cómo se manifiesta en estos grupos de mujeres?
Debemos tener en consideración que la sociedad en general está organizada sobre la base de un sistema patriarcal y una serie de estructuras que de alguna manera justifican y reproducen diferentes formas de violencia en contra de las mujeres.
Esto va arraigado en la cultura, en las representaciones sociales, creencias, costumbres... Estas mujeres, tanto como las mujeres en general, se ven enfrentadas a este tipo de estructuras y a lo que se genera en términos de violencia.
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Hay algunos elementos específicos en el caso de las ciberactivistas cómo se las estigmatiza, cómo se les responde y se les agrede en las redes sociales. Algo similar ocurre con las periodistas que ven subestimado o menospreciado su trabajo y lo que le aportan a la profesión. En el caso de las artistas culturales es lo mismo cuando se piensa que los hombres son los poetas y las mujeres las musas. Es bien difícil que las reconozcan como artistas a ellas mismas.
La violencia institucional es algo que se habla en Nicaragua desde 2018, pero la represión, por ejemplo, ha sido generalizada. ¿Qué diferencia hay entre cómo la sufren estos grupos particulares de mujeres?
Sí hay diferencias. Hay un grupo de mujeres que participaron en el estudio que están en Nicaragua y otro grupo en el exterior. Lo que pudimos identificar es que tanto unas como otras experimentan diferentes formas de violencia institucional en los lugares donde están. Esto se cruza con esas características específicas o particulares que tiene cada mujer.
En el caso de las mujeres académicas, el control que el régimen ha impuesto en las universidades confiscadas ha significado que comiencen a experimentar una serie de violencia institucional. Por ejemplo, algunas eran docentes y las han mandado a áreas administrativas subestimando su capacidad, su formación y experiencia.
Las mujeres llegan a las instituciones públicas y son tratadas de manera discriminatoria. Algunas periodistas nos comentaban que a veces van a realizar trámites como la renovación de licencia de conducir o renovar cédula y las someten a interrogatorios, etc.
Las que estén en condición de desplazamiento forzado que han tenido que salir de Nicaragua por la persecución política, muchas veces acuden a hacer trámites migratorios y son tratadas de manera discriminatoria y con muy poca sensibilidad con relación a la situación que están experimentando.
¿La violencia política cómo la sufren y qué tipo de mujeres la viven más?
La violencia política analiza cómo el régimen ha dirigido acciones específicas en contra de periodistas para silenciarlas, persiguiéndolas, amenazándolas, encarcelándolas, desterrándolas o quitándoles la nacionalidad.
Esa violencia tiene un objetivo específico. En el caso de las periodistas y las ciberactivistas lo que quieren es callarlas para que no sigan haciendo su labor de denuncia, investigación periodística y generar una opinión crítica.
Hay violencias que son bien específicas dirigidas hacia ellas. Eso se extiende también a los familiares dentro y fuera de Nicaragua.
¿En el caso de las mujeres académicas que siguen en Nicaragua qué está pasando con ellas?
En el caso de las académicas hay actos de persecución específicos para impedirles ejercer la docencia, para silenciarlas, para que se subordinen a esa lógica de adoctrinamiento que ahora quieren implementar en el sistema educativo porque las consideran personas “sospechosas”.
En el ámbito académico, las mujeres sufren obstáculos que limitan su capacidad para realizar investigaciones independientes y expresar libremente sus opiniones. Este control se extiende desde la imposición de narrativas hasta la cancelación de espacios académicos independientes. Las académicas enfrentan amenazas de cárcel, destierro o desnacionalización si expresan opiniones contrarias al régimen, lo que limita su libertad de expresión y su capacidad para realizar investigaciones independientes. La censura gubernamental, el control de las instituciones educativas y la persecución política afectan su autonomía y su libertad académica, obligándolas a enfrentar amenazas e incluso despidos arbitrarios.
Otro elemento destacable del informe es la violencia sistémica que reciben las mujeres en las sociedades de acogida. ¿En Costa Rica, que es donde más migrantes llegan, cómo viven esa violencia las exiliadas y las migrantes económicas?
Hay formas de discriminación específica como los discursos de odio, hay imágenes estereotipadas. En Costa Rica, la imagen general es que las mujeres migrantes y las que se desplazan de manera forzada por razones de persecución política, son personas que se deberían dedicar a actividades económicas de servicio del hogar, que son realmente precarias cuando se trata de mujeres cualificadas. No se reconoce su nivel académico, su experiencia profesional, hay muchas dificultades de inserción, hay mucha exclusión y estereotipos.
¿En el caso de las que siguen en Nicaragua cómo les ha afectado el cierre de las organizaciones?
Las periodistas, vinculadas a medios independientes, están casi autocensuradas por estar bajo altísimo riesgo. En Nicaragua ya no hay medios de comunicación donde puedan trabajar y no pueden desarrollar su propio espacio informativo porque las convierte en un blanco directo del régimen. Las académicas están obligadas a seguir esa línea de adoctrinamiento impuesto en el sistema de educación, no pueden promover el pensamiento crítico entre sus estudiantes y están limitadas para hacer investigaciones.
Algo similar sucede con las ciberativistas y artistas y promotoras culturales. No tienen la libertad de expresarse públicamente, muchas han tenido que encubrir su identidad, cerrar cuentas... Están realmente en una situación de confinamiento político porque no pueden expresarse abierta y libremente.
Pero las mujeres siguen resistiendo, pese a todos estos ataques y la violencia. ¿Qué las impulsa a seguir?
Las mujeres, y particularmente el Movimiento de Mujeres en Nicaragua, ha sido uno de los más críticos y activos de las últimas décadas.
Eso les ha dado un protagonismo muy importante a las mujeres y todas en general son muy activas, han aportado mucho a la sociedad nicaragüense en los últimos seis años y eso es visto como una amenaza por parte del régimen.
Esto está relacionado con las estrategias de protección y defensa frente a esta situación. Las académicas han tenido que reinventarse, buscar nuevas formas para mantenerse activas, seguir escribiendo, crear espacios donde puedan interactuar y seguir generando pensamiento crítico.
Las mujeres periodistas ha creado desde el exilio nuevas plataformas de información, haciendo investigación, dan voz a otros actores. Las ciberactivistas hacen sus campañas en redes sociales, pero no ha sido fácil.
En el fondo lo que hay es una voluntad muy fuerte de las mujeres por mantenerse juntas, apoyarse mutuamente, protegerse de manera colectiva y contribuir a prevenir este tipo de situación para que otras mujeres no la tengan que enfrentar.
Hay un sentimiento muy fuerte de esperanza, hay una actitud esperanzadora y un empoderamiento porque las mujeres se ven a sí mismas como protagonistas de un proceso de cambio en Nicaragua para hacer una sociedad más justa, más inclusiva y democrática.