Sandra Ramos: “La lucha del movimiento feminista es por la libertad y la democracia de Nicaragua”

Feminista, exdirigente sindical, fundadora del Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra. Sandra Ramos habla de los desafíos del movimiento feminista en Nicaragua: la imparable e impune ola de femicidios, la desigualdad en el mercado laboral, la violencia machista y la ansiada libertad y democracia que pongan fin a la dictadura de Daniel Ortega.

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  • marzo 08, 2020
  • 04:11 AM

Está de más decir que Sandra Ramos es una de las feministas más reconocidas en Nicaragua. Basta con remontarse a 1994, cuando fundó el Movimiento de Mujeres Trabajadoras y Desempleadas María Elena Cuadra (MEC), para darse cuenta del arduo trabajo de defensa de las mujeres que ha emprendido en un país desigual, violento, conservador y machista. En 2018 asumió la lucha desde la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia para procurar una salida a la crisis sociopolítica que se desató ese año. La represión de la dictadura de Daniel Ortega contra los jóvenes le hizo recordar la represión que vivieron los estudiantes de secundaria y universitarios durante la dictadura somocista. La crisis la volvió abstemia. No concibe tomar una cerveza ni desestresarse, mientras la sociedad lidia todos los días con noticias de presos políticos, represión policial y exilio. 

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Cuando le preguntan por su carácter fuerte, Sandra Ramos responde con la historia de su familia. Nació en la Vieja Managua en 1959 y rodeada de mujeres, que no se andaban con contemplaciones. A su mamá, padre y madre a la vez, y su abuela, que también lo fue, las define como guerreras, valientes. En una entrevista de hace ocho años llegó a decir que a los 13 años se defendió de un adolescente que le tocó las nalgas. De ahí, de esos primeros años de su vida, se podría decir que empezó a forjar la defensa de las mujeres que se materializó con fuerza ya adulta, hasta convertirse en una voz del movimiento feminista que ha incomodado a gobiernos desde 1990. “El movimiento feminista sigue siendo la voz que molesta a la gente cuando señala con nombres y apellidos las cosas que están pasando en relación a los derechos de las mujeres”, dice.

¿Cómo valora al movimiento feminista en Nicaragua de ahora?

Durante muchos años, el movimiento ha sido potente en Nicaragua, fue el primero que hizo una alerta de que estaba en gestión un Estado autoritario y luego señaló que había un germen que se iba transformando en dictadura. El movimiento feminista está fuerte porque logra colocar en la agenda de la opinión pública los principales problemas y demandas de las mujeres nicaragüenses. Y sigue siendo la voz que molesta a la gente cuando señala con nombres y apellidos las cosas que están pasando en relación a los derechos de las mujeres.

La lucha de las mujeres no ha sido la misma de las décadas 1990, 2000 y 2010, ¿cuál es la década más difícil para el movimiento?

La línea del tiempo nos indica que todas han sido de desafíos. No ha habido un tiempo mejor, ni un tiempo peor. La defensa de los derechos de las mujeres nos marca un hilo conductor de que hemos tenido que batallar contra todo tipo de gobierno que ha querido arrebatar y cercenar los derechos adquiridos de las mujeres. Todos los tiempos han sido difíciles para las mujeres feministas. Hoy vuelve el movimiento feminista a una línea de tiempo bastante complicada y compleja en la que se nos acusa de ser golpistas, de que somos una piedra en el zapato para los tomadores de decisión.

Hoy por hoy no basta con ser azul y blanco si los azul y blanco no reivindicamos los derechos a una vida libre de violencia hacia las mujeres, sino reivindicamos los derechos de las mujeres, de qué democracia estamos hablando. La democracia no es el cambio de Gobierno y el voto para las mujeres, la democracia debe tener en el centro de su corazón los derechos humanos de las personas, y el de las mujeres, niños, niñas, y sectores desprotegidos.

En Argentina vemos que la lucha feminista se ha centrado en el tema del aborto, en México recientemente he visto fuerte manifestaciones contra el Gobierno de López Obrador por la falta de firmeza ante la violencia contra las mujeres. ¿Y en Nicaragua?

La principal lucha del movimiento feminista en este momento son las libertades: la libertad y la democracia, para seguir empujando la agenda feminista. Tenemos que recuperar nuestros derechos constitucionales como el derecho a opinar, a marchar, a organizarnos. El principal reto es tener las libertades, pero seguimos con la agenda de las mujeres: el derecho a decidir, el derecho a una vida libre de violencia, empleo digno, tierra para las mujeres del campo, educación sexual, la mejora en la calificación técnica… la agenda sigue siendo clara, lo que cambia es la coyuntura y las circunstancias.

Hay mujeres jóvenes y feministas en las calles y son las que asumirán ese relevo del movimiento. ¿Qué les diría?

Miré a una Amaya Coppens recibiendo un premio como Mujer Coraje en Estados Unidos y llevaba en su brazo el pañuelo moradito del feminismo y en su pecho los colores azul y blanco. A todas las feministas de este país nos ha llenado ver a las mujeres jóvenes enarbolando la bandera feminista, la de todos los derechos, incluida la bandera de Nicaragua. No puede haber orgullo nacional si el 50% de la población no ejerce su derecho y nos encontramos discriminadas. Los derechos de las mujeres, que enarbola el movimiento feminista, están ahora en manos de estas jóvenes. Y nosotras las feministas mayores lo que estamos haciendo es empujar y acompañando procesos y eso que vos ves, un montón de chavalas, es un orgullo porque significa que el movimiento feminista ha trascendido.

¿Qué diferencias hay entre el movimiento feminista de sus inicios al de ahora? Hoy existen nuevas herramientas tecnológicas y movimientos globales de denuncia como el #YoTambién que ustedes no tuvieron.

Las banderas de las mujeres son las mismas, son permanentes. Sin las mujeres los derechos no son humanos. Lo que cambia es la generación. Cambia la tecnología, la comunicación, los entorno en que se desarrollan las agendas. Anteriormente nosotros no teníamos este teléfono (muestra) su teléfono inteligente), era una cosa pesada y grandota, pero hoy la tecnología nos ayuda a conectarnos. Hay más información de otras hermanas feministas y de redes. Antes nos íbamos a la biblioteca o esperábamos que viniera una feminista de otro país a hablar del empoderamiento económico, por ejemplo. Ahora la tecnología ha acercado más la agenda feminista.

¿Usted qué opinan de las mujeres feministas que en sus protestas destruyen y manchan monumentos, como recientemente ocurrió en México? Se les acusa de vandalismo y se les abren investigaciones más rápido que a femicidas.

Eso es una forma de expresión y protesta. Estamos tan hartas, tan cansadas que tengamos Estados e instituciones que no dan respuesta a esta ola de femicidios. Si ellas quieren manchar un monumento, pues que lo manchen, se va a limpiar, se va a recuperar, se puede volver a pintar, pero la vida de la mujer no. Esos que critican deberían de criticar a los gobiernos, a los Estados por su falta de beligerancia para detener la violencia contra las mujeres. ¡Que se pierda una obra de arte, pero no la vida de las mujeres!

A las feministas les dicen feminazi, ¿qué piensa de este término peyorativo?

Esa es otra cuña del mismo patriarcado, del machismo, de la misoginia… como no tienen con qué debatir sobre los puntos que evidencia el feminismo, sobre la discriminación, la vida y cuerpo de las mujeres, acuden a calificarnos como ese tipo de señalamientos. Feminazi no somos porque no somos asesinas, no tenemos campos de concentración, quienes asesinan son otros, las mujeres no matan a hombres. Antes nos decían que éramos lesbianas, ahora nos dicen feminazi, porque se les agotaron los conceptos viejos.  Son conceptos para deslegitimar la lucha de las mujeres, pero no lo van a lograr.

Otro estereotipo: Las feministas son anti-iglesia Católica… ¿Usted es católica?

Yo no soy católica, ni apostólica, ni romana. Mi madre era católica, le gustaba ir a la iglesia, murió siendo católica, pero era su decisión. Yo soy creyente, y esos son otros 100 pesos. No es cierto que todas las feministas estamos contra la Iglesia. Estamos contra quienes siguen haciendo uso del poder para seguir conculcando los derechos de las mujeres. Estamos en contra de la pedofilia, de los misóginos, violadores, donde quiera que se escondan. Estamos en contra de quienes usan la religión como un instrumento para mantener sometidas a las mujeres, eso es lo que rechaza el movimiento feminista.

Hagamos un ejercicio, imagine que usted puede viajar en el tiempo y se sitúan en 2050, que es en 30 años, ¿cómo cree que será la situación de las mujeres?

Si hay una voluntad política de los hombres, mujeres, de los tomadores de decisión, podemos decir que en esa época ya habremos resuelto un montón de problemas que afectan la vida de las mujeres y estemos demandando otras cosas que son necesarios para seguir trabajando por los derechos de las mujeres.

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En 2019 Nicaragua registró 63 femicidios, y en lo que va de este año 13 mujeres nicaragüenses han muerto a manos de hombres. La mayoría jóvenes. Las últimas dos, de 21 y 25 años, fueron abatidas a tiros por un ciudadano estadounidense el pasado lunes en la ciudad de Granada. La Policía sólo a una de las muertes la tipificó como femicidio, porque la Ley integral de violencia contra las mujeres (Ley 779), tras una modificación, establece como tal los asesinatos que ocurren en una relación de pareja. Cuando la Justicia modificó la legislación, Sandra Ramos, una de principales promotoras, se fue a las calles de nuevo, como cuando presionó para que se aprobara en la Asamblea Nacional. Su movimiento, el MEC, empujó porque las mujeres contaran con una ley que las defendiera de la violencia. Esa lucha implicó una riña con la iglesia Católica que se opuso a la Ley 779. Incluso uno de los máximos jerarcas católicos dijo que era el nuevo signo de la bestia. Ortega, que maneja en Nicaragua la justicia a su gusto y antojo, al año de aprobarse la modificó. “La ley existe, y es una buena ley, pero el accionar ha sido para desbaratarla”, menciona.

¿Qué sintió cuando en 2013 el régimen manoseó esta ley al limitar los femicidios a relaciones de pareja?

Como recordarás, el movimiento feminista salió a las calles a demandar el respeto a la Ley 779 porque también la querían desaparecer al igual que afectaron la Ley 230 (que prevenía y sancionaba la violencia intrafamiliar), que existió antes y que fue promovida por el movimiento feminista. La modificación de esta Ley nos obligó a tirarnos a las calles nuevamente, a pelear por esta Ley, porque la estaban transformando en un adefesio jurídico, es decir, estaban trastocando el espíritu de la Ley, pero las mujeres cerramos filas alrededor de ella y hemos empujado su aplicación, seguimos empujando el conocimiento de las mujeres sobre esta ley y batallamos porque se visibilicen y evidencien los femicidios y presionamos porque se capturen a los femicidas.

¿Habrían marcado alguna diferencia en los actuales datos impactantes de femicidios si la Justicia en Nicaragua no hubiera introducido la mediación y si no hubiera eliminado las Comisarías de la Mujer?

Lo que está sucediendo en Nicaragua es un sistema de impunidad. Lo que ha sembrado este gobierno es impunidad, por lo tanto, claro que hay una diferencia enorme con esto de que el Gobierno trastocó los derechos y la Ley. Desaparecer las Comisarías de la Mujer fue una acción contundente del Gobierno, que era la primera entrada de la ruta crítica donde las mujeres iban para ser atendidas. ¿Y ahora dónde van las mujeres a poner sus denuncias? Hay un anuncio de que se van a abrir, pero eso está por verse. ¿Cómo lo van a hacer? Al desaparecer ese instrumento desaparecieron las comisiones interinstitucionales, es decir, no hay nada que tenga que ver con los instrumentos creados por la Ley 779, de manera que perseguir el delito de violencia hacia las mujeres tampoco es una prioridad, la prioridad es detener a los chavalos que andan protestando. La ley existe, y es una buena ley, pero el accionar ha sido para desbaratarla.

El gobierno anunció que reactivaron la Comisaría de la Mujer y que más policías patrullan las calles para contrarrestar la violencia. En Nicaragua nadie se siente seguro ni con los mismos oficiales, una mujer menos.

Aumentó el patrullaje disque para salvaguardar la vida de las mujeres, pero siguen muriendo, hace poco asesinaron a dos en Granada. Las ejecutó, las puso de rodilla y les disparó en la cabeza. ¿Dónde estaban los policías? Crearon dos comisarías, pero preguntémonos: ¿Dónde están las jefas de las comisarías?, ¿Dónde está el instrumento?, ¿Son preparadas (profesionales), son sicólogas atendiendo denuncias o solamente es otro anuncio más del Gobierno? ¿Cómo le podemos pedir a una institución que está reprimiendo a la gente que defienda a las mujeres?, es contradictorio en este momento.

Es casi utópico pensar que las comisarías volverán a como estaban antes de su desaparición.

Eso está difícil, porque el sistema de la Policía está colapsado. No son defensores de los derechos de los ciudadanos, son un instrumento de represión. ¿Cómo este instrumento de represión volverá a hacer un instrumento que proteja derechos humanos? Eso de las Comisarías está en veremos. No hay Estado de Derecho. Las mujeres seguimos siendo asesinadas a vista y paciencia de las autoridades.

Rosario Murillo y Daniel Ortega manejan prácticamente la Justicia. ¿Qué incidencia pudo tener la primera dama en esta modificación de la Ley? ¿Influyó la Iglesia, que incluso satanizó la 779? Recuerdo que para 2013 ya había cierta tensión entre el Gobierno y la Iglesia.

Yo no diría que tuvieran cierta fricción. Para mí tenían una buena vinculación, porque estuve en la Curia Arzobispal en ese entonces y miré los niveles de comunicación entre el canal de comunicación de la Iglesia con la señora (Murillo). Más bien vi un acercamiento entre ambos para complacerse mutuamente. Ahora, hay una visión patriarcal y machista en querer endilgar a la señora primera dama todos los males de este país. Pero es una cuestión patriarcal, machista y misógina. Si bien es cierto no ha sido lo que nosotras esperábamos, pero quien tiene la mayor responsabilidad de este país es el Presidente de la República. No concibo que me digan a mí que un macho como el general (Julio César) Avilés, que dirige el Ejército, se incline hacia la señora si no es con la orden del señor.

¿Imposible pensar que un alto militar o policial se subordine a Rosario Murillo?

Aquí el Jefe de las Fuerzas Armadas es Daniel Ortega. A mi no me digan que el Ejército y la Policía le obedecen a Rosario Murillo. Que la usen a ella como la loba feroz para que le caiga toda la responsabilidad. ¿Que Ortega es un pobre hombre manipulado por la mujer? No es así. Aquí hay responsabilidades y la principal la tiene el Presidente. No nos enredemos en contener un cuento misógino que nos afecte a las mujeres. Hay una corresponsabilidad entre el cordón de poder que sostiene a este Gobierno. Este Gobierno está sostenido porque hay pequeños dictadores en las instituciones, que no quieren perder sus privilegios ni sus estatus quo. No es cierto que las mujeres cuando llegan al poder hacen mal las cosas.

Volviendo a los femicidios... siento que hay más conciencia en Nicaragua sobre esto, pero esa conciencia, que quizá suene equivocado decirlo porque hay otros factores, no incide en la ola imparable de femicidios.

Estamos en un estado de indefensión. Impunidad siembra impunidad. Si tenemos un Estado fallido, un Estado de Derecho que no funciona, los femicidas, los misóginos, los machistas, se sienten que pueden tomar el cuerpo de las mujeres y hacer lo que quieran. ¿Que hay más conciencia?, sí, ese ha sido el trabajo de las mujeres feministas junto con medios de comunicación que nos han acompañado. Hay más conocimiento, pero el estado de indefensión e impunidad no permite que se detengan los femicidios.

¿Qué papel juega la sociedad, los medios de comunicación ante esta ola de violencia?

La sociedad nicaragüense tiene una gran responsabilidad de proteger la vida de las mujeres y en eso estamos trabajando porque hay responsabilidades del Estado, porque ha creado instrumentos que no están funcionando. En el mundo comunitario también hay que abordar el tema de violencia desde los hogares. Hay una enorme responsabilidad en la familia, que es donde se inicia un proceso de violación de derechos de los niños y niñas.

Es necesario que las familias empiecen a cambiar la forma en que se tratan a los miembros. En esta nueva Nicaragua que todos queremos cambiar. Todos tenemos que poner de nuestra parte para cambiar todo lo que nos agobia del pasado y del presente. Si como ciudadanos y ciudadanas no empezamos a cambiar, estaremos haciendo más de los mismo. Todos tenemos un grado de responsabilidad para detener toda esta ola de discriminación y de violencia.

A ese cambio de actitud de la sociedad hay que mencionar un factor determinante que es la educación, y el Estado también falla ahí.

Por supuesto. La educación es vital y lo hemos señalado, porque acá no te educan para el trabajo, no hay educación en derechos humanos. Todo esto implica la transformación de la matriz educativa, de los pensum educativos para que podamos crear mejores condiciones para los hombres y las mujeres. Tenemos que trabajar juntos para erradicar lo que nos oprimen. Todas estas cosas son aprendidas y si son aprendidas, las podemos desaparecer, y en Nicaragua estamos viviendo un proceso de cambio.

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A mediados de 2018 la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) convocó a grupo de organizaciones de la sociedad civil, empresarios privados, estudiantes y académicos para resolver la crisis sociopolítica que desencadenó una reforma a la Seguridad Social. Entre estas se encontraba el Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra. Sandra Ramos lo consultó con las mujeres de su organización y coincidieron en apoyar la agenda de los estudiantes y el tema del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS). Los obispos tomaron en cuenta la independencia y la trayectoria en el sector laboral. Pero esa participación ha traído amenazas para Ramos, quien desde 2018 tuvo que dejar su casa porque se la tomaron fuerzas paramilitares leales a la dictadura.

En esa mesa de negociaciones pronunció alguno de las intervenciones más frontales contra la dictadura. Y se confrontó con su pasado. Ahí había personajes con los que luchó en la Revolución Sandinistas y dirigentes con los que trabajó en la Central Sandinista de Trabajadores (CST). “La revolución marcó mi vida, porque creímos en un cambio de progreso, pero se convirtió en pesadilla”, dice.

En el primer día del diálogo, que llegó a inaugurarlo Daniel Ortega y Rosario Murillo, no pudo escuchar el discurso de la pareja presidencial y decidió salirse: “Ese día yo iba a hablar. Oír lo que estaba oyendo fue un golpe mortal en mi conciencia, porque yo vengo del sandinismo y eso fue una cosa que jamás esperé. Ni lo que hicieron ni cómo reprimieron con tanta brutalidad. Eso para mí fue algo que me golpea. No sé quién les dio permiso para hacer eso”, dice.

Si ya era una voz incómoda para la dictadura por su lucha por los derechos de las mujeres, ahora lo es más por su posición frontal ante la represión que vive el país y las ansias por lograr la democracia y la libertad en Nicaragua. Esto ha puesto en riesgo el funcionamiento del Movimiento María Elena Cuadra, pues el Ministerio de Gobernación podría quitarles la personaría jurídica.

“Nuestra voz no está vinculada a casa, a un edificio, a nada tangible, nuestra voz está vinculada a las demandas históricas de las mujeres”, comenta.

El régimen se ha empeñado en perseguir a todas las organizaciones que la adversan. ¿Cómo ha hecho el movimiento María Elena Cuadra para seguir haciendo frente a la dictadura?

Es un desafío que tenemos todas las organizaciones por el trabajo político de base que nosotras tenemos. María Elena Cuadra es una de las organizaciones a la cual no se le ha entregado sus documentos de cumplimiento por parte del Ministerio de Gobernación. Nuestro expediente está dentro de un grupo de organizaciones que se encuentra a disposición no sé de quién del Gobierno. Nosotras tenemos la espada de Damocles en nuestra cabeza y que en cualquier momento pueden cerrar esta institución, dado que hemos participado en la mesa del primer diálogo y he estado participando en la Alianza Cívica, empujando la unidad de los nicaragüenses que permita una salida a la crisis. Estamos trabajando hasta que el tiempo nos dé...

¿Y si la dictadura le cierra la organización qué hará?

Podrán quitarnos la personería jurídica, podrán expropiarnos la pequeña casita que tenemos aquí y nuestras aulas de capacitación, pero jamás nos van a expropiar la voluntad de seguir trabajando como mujeres feministas por los derechos de las mujeres. Y hemos analizado plan A, B y C, y aunque sea debajo de un palo vamos a trabajar, ahí defenderemos los derechos y las demandas de las mujeres. Nuestra voz no está vinculada a casa, a un edificio, a nada tangible, nuestra voz está vinculada a las demandas históricas de las mujeres, y esa voz nadie la puede callar, más que la muerte.

Hablemos del Movimiento: ha trabajado principalmente en derechos laborales en el sector maquila ¿Qué ha cambiando 25 años después? 

Podemos decir que algo a cambiado en esa línea de tiempo: las mujeres están sindicalizadas, en algunas fábricas las obreras están afiliadas al Seguro Social, podemos decir que las últimas naves que las empresas que se han construido tienen un poco de mejores condiciones. Lo que si no cambia es la sobrexplotación de las mujeres. Siguen teniendo jornadas agotadoras que está afectando la salud de las mujeres.

¿Las mujeres de las maquilas conocen más sus derechos laborales?

Ese es un problema que tenemos porque después de los 30 años, esta industria ya no acepta mujeres con mayor edad, y las mujeres son descartadas a esa edad. Eso significa que cada 10 o siete años hay una incursión de mujeres jóvenes, y como los derechos humanos y laborales no se enseñan ni en primaria ni en secundaria, las mujeres jóvenes no conocen sus derechos, es ahí donde trabaja el Movimiento para que conozcan el ABC de sus derechos.

¿Cree que hay igualdad en el mercado laboral de Nicaragua, en general? La empresa privada dice que se dan pasos.

El mundo laboral y el mundo económico es eminentemente machista y patriarcal. La concepción que tienen los empresarios es que el principal proveedor es el hombre y que las mujeres somos complementos de ese proveedor. Es decir que protegen el empleo de los hombres, en detrimento del empleo de las mujeres. La empresa privada promueve a los hombres, como primer escalafón. Hay un sesgo patriarcal que no ha permitido que las mujeres irrumpamos con mayor fuerza en los empleos que puedan generar mejores condiciones a las mujeres del país. La tal igual no la he visto yo, ni siquiera hay equidad, porque seguimos ganando el 20% o el 30% menos que los hombres, ubicados en una misma actividad laboral.

¿Cuántas mujeres integran el MEC?

MEM hace como 10 años paró la contadera, y para entonces llevábamos en ficha a más de 30,000 mujeres. Paramos la contadera porque no era eso lo que nos interesaba, sino tener todos estos procesos de discusión, de cambios de actitudes y conciencia en la vida de las mujeres y su entorno familiar y laboral. Ahora estamos en ciclos de formación para mujeres del hogar, de la zona franca, de los barrios, productoras de pequeñas parcelas y sobretodo mujeres jóvenes que puedan abrir las fronteras que están cerradas para las mujeres de Nicaragua.

Usted le dijo a una colega de El Nuevo Diario, hace ocho años, que algunos de sus sueños eran ser empresaria, crear una escuela de cuadros y retirarse. ¿Cuáles ha cumplido?

La escuela ya está creada aquí y es del MEC. Las mujeres se vienen a preparar. Ya estoy a punto de retirarme, estoy trabajando a medio tiempo para dejar que la generación joven asuma poco a poco. Si sigo aquí van a seguir dependiendo de mí, y esto me ayuda a encontrar otros desafíos para mí misma, como mi auto cuido, pensar en los unicornios, en el cosmos (carcajea).

Y lo de ser empresaria…

(Más risas) ¡No se me va a dar nunca! En eso soy un fracaso total. Todo lo regalo. Tengo unos palos de mango, de naranja, jocote, caimito, y lo venderé, dije, pero nadie me paga.

Y ahora que se retira, ¿ya identificó a una lideresa que pueda relevarle en esta lucha por los derechos de las mujeres?

En eso estamos.

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