Juan Sebastián Chamorro: “No visualizo una nueva organización tipo Coalición Nacional 2.0”

Juan Sebastián Chamorro se ha convencido de que la unidad no es la ruta hacia la tierra prometida. Habla de unión para hacer frente a un Daniel Ortega que lo único que quiere es ganar tiempo y no tiene ningún interés en negociar

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  • mayo 19, 2023
  • 04:17 AM

Los líderes de la oposición de Nicaragua, que fueron desterrados a Estados Unidos, tratan de sacudirse la palabra “unidad”, convencidos de que no conducirá al derrocamiento cívico de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Acuñan la “unión” para referirse a la necesaria convergencia de los liderazgos y organizaciones.

“La unión refleja la diversidad en un mismo propósito, mientras que la unidad es un poco más simplista, es tratar que todo sea más homogéneo”, explica el excandidato presidencial Juan Sebastián Chamorro, que vive la libertad en Estados Unidos tras ser desterrado en febrero pasado. En entrevista con DESPACHO 505, reflexiona sobre los errores que se cometieron al intentar consolidar un bloque en el que estuvieran representadas todas las organizaciones de oposición, como lo fue la Coalición Nacional. “Fue una mala receta”, admite.

Los líderes nicaragüenses visibles y mediáticos de la oposición, entre ellos Chamorro, sufren una campaña descrédito por parte de bloques que se centran en aspectos ideológicos y demandan liderazgos por elección o consenso.

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En esta entrevista, Chamorro trata de explicar cómo ven el proceso de unión. Y sobre las medidas de presión a Ortega, es cauto con la propuesta de que se expulse a Nicaragua de los tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea (UE): “600,000 personas podrían perder sus empleos”, dice el economista que a tres meses de su encarcelamiento está “con salud y el ánimo” para continuar la lucha política por la liberación de Nicaragua.

¿Cómo avanza el proceso “unitario” con los demás líderes de oposición?

Estoy tratando de comunicarme con todas las organizaciones del espectro opositor nicaragüense, porque creo que es importante que esta comunicación se dé entre los distintos actores políticos. He visto procesos fallidos en el pasado, hemos aprendido bastante lecciones. La experiencia de la Coalición Nacional en 2021 nos debe enseñar muchas lecciones importantes sobre cómo se puede hacer una unión. Quiero reiterar en esta palabra, porque la unión refleja diversidad en un mismo propósito. Unidad es un poco más simplista, es tratar que todo sea más homogéneo. De lo que más se está hablando acá es que se reconozca la diversidad, que es rica y sana en la oposición. El propósito que tenemos todos los opositores es acabar con la dictadura de Ortega: el método, la estrategia, se está hablando, pero todos tenemos el objetivo común que es acabar con la dictadura y lograr la democratización de Nicaragua. Hemos estado conversando en una estrategia común que sea aceptada por la mayoría, aunque siempre habrá críticos. No hay que llegar con prejuicios, si logramos la concordia se va a avanzar. Los liderazgos que estuvimos presos en El Chipote hemos tenido concordia y hay que aprovechar el ambiente que la gente está demandando la unión, pero no visualizo una nueva organización tipo Coalición Nacional 2.0, visualizo un espacio donde distintos opositores, que representen a cada sector, tengan algo que decir en común.

¿Y qué pasará con las organizaciones que surgieron en 2018, llámese Unidad Nacional o Alianza Cívica? Damos por hecho que la Coalición no avanzó, pero, ¿qué rol juegan estas organizaciones o quedan a un lado?

Yo no digo que desaparezcan, todo lo contrario, que mantengan su integración e identidad como organizaciones campesinas, gremiales, partidos políticos, estudiantiles y que nos unan criterios en común, acciones en común, posicionamiento políticos en común y que se dé una coordinación de todas y cada una de las organizaciones. El proceso que se vio en el pasado, de meter a todas las organizaciones dentro de una Coalición, con una representación, con una silla por organización, fue una mala receta. Las organizaciones deben mantener su identidad.

En un proceso de unidad deben haber líderes y organizaciones que representen a los nicaragüenses: cómo le explicamos a los nicaragüenses este “proceso unitario”, cómo se visualiza esa unidad a la que creo que hay que ponerle un nombre, ¿no?

Sí, hay que ponerle un nombre, pero lo que más importan son las acciones. La campaña que se hizo en contra de la reelección del presidente del BCIE (Banco Centroamericano de Integración Centroamericano) Dante Mossi, mostró unión en la acción de distintas organizaciones. Hicimos campañas para que este señor no fuera electo, ahí se vio la unión de la diversidad en un objetivo común, con este ejemplo pueden visualizar, con mayor claridad, de qué estamos hablando. Más que pensar que la unidad se va a dar y que nos llevará a la tierra prometida, lo que tenemos que pensar es en un proceso unitario que hay que trabajarlo constantemente. La unidad no te va llevar a la tierra prometida, la unión te va a llevar a acciones. Hay que continuar la presión internacional para aislar a Ortega.

De cara a la comunidad internacional, ¿cómo se esquema la unidad de la oposición? En Venezuela vemos un proceso de diálogo en el que hay líderes de oposición y organizaciones, es decir, que deben haber representaciones y liderazgos.

Hay que poner a la comunidad internacional en el verdadero rol que puede hacer que es ayudar. Los cambios democráticos van a venir de adentro, de los nicaragüenses. No deberíamos de pensar que una acción internacional nos va a liberar. Lo que visualizo es que en los diálogos con la comunidad internacional vayan apareciendo voceros, podemos hablar de una mesa. Lo más importante es que el mensaje sea coherente, no es visualizar que en una mesa van a estar tres personas. En la unión tenés que ponerte de acuerdo en el frente internacional y que sea coherente independiente de dónde se está hablando de los liderazgos. Las estrategias deben unificarse.

Hablando de la presión, se ha planteado que la Unión Europea y Estados Unidos expulsen a Nicaragua de los tratados comerciales, pero una medida como esta podría derivar en una crisis humanitaria como en Venezuela ¿apoya que esa sanción sea adoptada como presión?

Hay que tomar todas las medidas que afecten a la dictadura. Aún no se han explotado al máximo las sanciones individuales, particularmente a violadores de derechos humanos, paramilitares, militares. Tenemos que hacer el trabajo para que se identifique y se señale quiénes son. Hay organizaciones, empresas, instituciones del Estado que deben ser sancionadas porque le llevan recursos a la dictadura. Hay que cortarle los ingresos a la dictadura que usa para la represión. Con los tratados comerciales: realmente, sacar a Nicaragua afectaría relativamente poco al régimen comparado con el enorme costo social de más de 600,000 personas que podrían tener sus empleos en peligro. Con esto no digo que se descarte, pero hay que hilar más fino.

Me decía antes que el cambio debe venir de dentro, pero donde dejamos al sector privado, qué rol puede asumir el gran capital. Vemos a un Cosep más tímido y grandes empresarios en silencio…

Sacar a la dictadura es una tarea de todos los nicaragüenses. Evidentemente el sector privado es el motor de la economía y tiene mucho que decir. Hay que reconocer que una persona común y corriente no puede protestar, también hay represión fiscal a grandes y pequeños empresarios. Se hace bien difícil y esperemos que la llama de la rebelión que acabará con la dictadura venga de todos los estratos, incluyendo de los liderazgos empresariales que están en este momento muy amenazados.

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¿Y se ha comunicado con empresarios, excompañeros del Cosep? ¿Qué le han trasladado?

Muy poca interacción. Hay mucho temor por las confiscaciones, hay un sentimiento de que la dictadura quiere establecer una nueva clase empresarial de su gente confiscando espacios. Este es un temor bien fundado.

El hermano del dictador ha planteado un diálogo de cara a 2026, ¿creé que se puede ir a un diálogo con Ortega?

Ahorita no hay nada que dialogar. Me he sentado dos veces con la dictadura con la intención de encontrar una solución democrática y lo que me he encontrado es con una dictadura que está completamente cerrada. No iría a un tercer episodio. Ortega lo que quiere es ganar tiempo y no tiene ningún interés en negociar. En este momento no veo una señal de que quiera establecerse un diálogo sincero por el cambio democrático. No se trata de esperar que venga el 2026 porque hay elecciones. Tienen que pasar muchas cosas para ir a elecciones: reformas electorales, la no reelección…

No se vislumbra una salida pronta a la crisis… El discurso que me dicen múltiples personas con las que he conversador es que todas las dictaduras caen, pero la pregunta es cuándo y cuánto más deberán aguantar los nicaragüenses.

Más que un discurso es una realidad histórica: las dictaduras caen, Ortega ya cayó por primera vez. Su caída eventual es un hecho, en ese sentido debemos sentirnos esperanzados. Entiendo la ansiedad y la frustración de que han pasado cinco años y no hay cambios. Yo reitero que debemos provocar y desafíar a la dictadura para que cometa más errores. Ahora las cosas podrían no ser luminosas, pero yo estaba dormido en la cárcel el 8 de febrero y el 9 ya estaba libre. Así explota la libertad. El cambio viene, pero no de un milagro.

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