Karen Kampwirth: “Daniel Ortega nunca ha sido partidario de las causas sociales” 

La especialista en movimientos sociales de América Latina analiza el “juego político” del que históricamente la comunidad LGBTI+ de Nicaragua ha sido víctima. La estadounidense expone la estrategia política de la dictadura Ortega - Murillo para obtener “clientelismo político” aprovechándose de la vulnerabilidad del colectivo.

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  • junio 26, 2022
  • 10:55 PM

El primer acercamiento de la politóloga estadounidense Karen Kampwirth con el movimiento LGBTI+ de Nicaragua se remonta a los años 80 cuando llegó al país motivada por la Revolución Sandinista y formando parte de una delegación de buena voluntad. En aquel entonces, la también catedrática en Ciencias Políticas realizaba un postgrado en Política Latinoamericana, se encontró con un empoderamiento feminista un tanto extraño en un país con una situación sociopolítica compleja. 

Sin embargo, lo que pocos conocían y casi nadie hablaba era la existencia del colectivo LGBTI+ clandestino que resistía al machismo imperante y el odio de la guerra. Echando la vista atrás recuerda como alguien una vez le dijo que en el Frente Sandinista, de izquierda entre comillas no había lugar para “cochones” y “cochoneros”.


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Karen Kampwirth es una de las mujeres que más conoce del movimiento LGBTI en Nicaragua: sus logros y sus fracasos. Para ella el movimiento de la diversidad sexual es casi hermano del movimiento feminista. En esta entrevista recuerda el camino de piedras que ha recorrido el colectivo y cómo ha sido utilizado por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

— ¿Cómo sus investigaciones en movimientos sociales Latinoamericanos terminan orientándose en una comunidad de la que nadie hablaba en Nicaragua y que era un tabú para la sociedad nicaragüense en general?

Cuando empecé mis investigaciones en Nicaragua me di cuenta de la existencia de un grupo de personas que al igual que los demás buscaban su propio espacio, no era un grupo contrarrevolucionario, no tenían nombre, se reunían de manera clandestina, tenía necesidades particulares, pero ni el país, ni la sociedad estaba preparada para hablar del tema.

— Bajo esas condiciones, ¿cómo el grupo empieza a ganar notoriedad? 

La notoriedad del colectivo se da en el 91 con el surgimiento del Movimiento Feminista. En Nicaragua, no se puede hablar de un movimiento LGBT+ sin hablar del movimiento feminista. Ambos comparten valores y luchas.  Aunque esa relación hoy en día es diferente debido a las divisiones y el poco consenso de ambos grupos, aún así no se puede borrar el papel que jugaron las feminista para que la comunidad LGBTI+ ganara notoriedad y respeto. 

A nivel de movimientos sociales latinoamericanos, las feministas de Nicaragua llegaron a tener gran influencia. Años más tarde, Daniel y Rosario se percataron de ello y se propusieron fragmentarlas. La comunidad LGBTI+ era el punto más frágil, por la naturaleza misma del colectivo, que por años ha luchado contra la discriminación y el estigma social.

Provocar divisiones ha sido una de las estrategias más comunes del partido de Gobierno, pero, ¿cómo dos colectivos con ideales y luchas en común dejan que factores externos interfieran en sus búsquedas de igualdad y respeto?

Desde el punto de vista político, la población LGBTI+ es un grupo fácil de coartar y, por supuesto, útil al momento de ganar electores. Desde siempre se ha enfrentado a una sociedad excluyente, y un sistema laboral que les estigmatiza y les condena a ocultar su orientación sexual para ser aceptados.  Conozco cantidad de mujeres trans, con títulos universitarios, que jamás han trabajado en el sector formal por el solo hecho de ser trans. 

Si a eso le sumas, que son cabezas de familia, sin oportunidades de generar ingresos dignos, como dirían en buen nicaragüense es como juntar la pobreza con el hambre. 

— En buen nicaragüense también podríamos decir que es aprovecharse del mal ajeno…

Sí, sí el Frente Sandinista está dispuesto a ofrecerles algo, ellos y ellas van a aceptarlo. Es cuestión de sobrevivencia y también de dignidad. Lo voy a describir de esta manera: si el Frente les dice que animen los eventos del partido, les pagan y les dan un espacio. ¿Cuál cree usted que va a ser la respuesta?

— Viajando al pasado, ¿cómo cataloga usted la estrategia política de Ortega de condenar el aborto terapéutico y por otro lado abolir el artículo que condenaba la homosexualidad en Nicaragua?

Esa ha sido una de las estrategias más inteligentes de Ortega y Rosario para ganar clientelismo político, aprovechándose de la vulnerabilidad de la comunidad LGBTI+, pero a la vez una pasada de cuentas para sus “adversarios”.  Las feministas  tenían una cuenta pendiente con la dictadura por el caso de Zoilamérica Narváez y debían recibir una lección, así que el Frente reformó el artículo 204 del Código Penal y  criminaliza el aborto terapéutico, que ha sido una de las batallas más notorias de las feministas en Nicaragua, y por otro despenaliza la homosexualidad de Nicaragua, aboliendo el artículo 92 del mismo Código. 

— ¿Qué tan útil ha sido la población LGBTI+, para la dictadura Ortega- Murillo?

El frente ha utilizado los movimientos LGBTI+ para hacer propaganda política, a través de ellos puede obtener el clientelismo político que desean, y conectar con los sectores populares de la población, con el discurso que velan por los intereses de los pobres. Ellos han sabido aprovechar los espacios y sacar ventaja, por ejemplo el Miss Gay, después decidieron autorizar las marchas de la población LGBTI+. La pareja presidencial siempre ha hecho lo que le parece útil en el momento preciso. Con las feministas lo intentaron y no pudieron. Desde que ellas decidieron respaldar el caso de Ziolamérica Narváez, pasaron a la lista de enemigos del partido. Un partido que toda la vida ha sido controlado por Ortega.

— Usted ha estado viajando a Nicaragua desde los 80, ¿cómo ha evolucionado la comunidad LGBTI+ desde ese entonces a la fecha?

El movimiento LGBTI+ de los 80  vivió en la clandestinidad, no tenía ningún nombre, solo querían tener un espacio como los demás grupos. En una de mis entrevistas, alguien me dijo que uno de los representantes del partido del Frente Sandinista les dijo que en la “revolución no había lugar para cochones ni cochoneros”. En los 90 su presencia empieza a ser notoria, y se dan los primeros intentos de crear un marco legal que les proteja y les respete. 

Desde el 90 hasta el 2018 la comunidad vivió su mejor momento. Lograron crear una estructura y abrir ciertos espacios que les permitía expresarse libremente. Después de 2018, la situación cambió. La mayoría de sus estructuras han desaparecido, y no se les puede culpar, ¿cómo pueden organizarse dentro de una dictadura que los reprime? Sin embargo, a pesar de la represión hay quienes siguen en resistencia desde la cárcel o el exilio. 

— ¿En qué momento el partido del Frente Sandinista empieza a ver a la población LGBTI+ útil para los intereses del partido? 

Ortega nunca ha sido a fin a ninguna causa social, su interés siempre ha sido político. Él y su esposa han sabido aprovechar las circunstancias de cada momento para lograr sus objetivos. Los han utilizado para crear divisiones. Después de 2018 empezaron a ejercer mayor presión, premiando con financiamiento a los miembros afines al Gobierno y castigando a quienes se oponen a la dictadura, quitándoles la personería jurídica, sin la cual no pueden ser elegibles para captar fondos de los donantes. Los tiene acorralados, no hay mayor promoción en materia de derechos o mejoras en su calidad de vida. 

Regresando a la actualidad, ¿cuál es su valoración sobre la situación de la comunidad LGBTI+ de Nicaragua?

Es difícil defender una causa en una situación de desventaja, al colectivo se le ha hecho mucho daño, pero no todo está perdido. Soy una persona optimista. Todavía hay líderes con ideales sólidos que pueden hacer la diferencia. Hay muchas personas desde el exilio tratando de hacer incidencia, líderes resistiendo desde la cárcel, el secreto está en no dejarse quebrantar, trabajar en bases más sólidas, estar más unidos y sobre todo tener objetivos claros en común.

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