El deseo de Rubén Darío por morir en Nicaragua
El poeta vivió la mayor parte de su vida fuera de Nicaragua, pero regresó al país a morir en 1916.
- febrero 06, 2023
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Rubén Darío vivió la mayor parte de su vida fuera de Nicaragua. Entre 1893 y 1915 visitó el país solo en una ocasión, en 1907. Sin embargo, quería morir en su patria.
Enviudó en 1892 de su primera esposa, la costarricense Rafaela Contreras, y al año siguiente se casó en Managua con Rosario Emelina Murillo, a la que había apodado en un poema como la "Garza Morena".
Sin embargo, Darío dejó a Murillo al poco tiempo de casados para viajar a Nueva York, Paris y finalmente a Buenos Aires, Argentina. En 1898 llegó a España, donde posteriormente se unió con Francisca Sánchez del Pozo, con quien nunca pudo casarse, porque ya lo estaba con Murillo en Nicaragua. Desde ese año, el poeta residió en suelo ibérico, por su trabajo, a veces también en Paris.
A Nicaragua llegó de visita en 1907 para ver si lograba el divorcio, pero se le hizo imposible y regresó a Europa.
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En 1914, Darío tenía 47 años de edad, pero los médicos le indicaron que el cuerpo lo tenía mucho más viejo. La adicción al alcohol le maltrató demasiado el hígado, estaba gordo y sus movimientos eran lentos. Casi no hablaba con nadie y se tornó cascarrabias.
Francisca Sánchez, conocida como Paca, lo cuidaba. En ese año había iniciado la Primera Guerra Mundial, y un supuesto amigo, Alejandro Berrmúdez, lo convenció para que se fuera a Nueva York a brindar conferencias y a declamar poemas por la paz mundial, según cuenta uno de sus biógrafos, Ildo Sol.
Darío se fue de España a pesar de que Paca no quería. Ildo Sol dice que Bermúdez estaba compaginado con Rosario Murillo, quien quería a su marido de regreso.
Según redactó el poeta Luis Alberto Cabrales, Darío fingió que se dejó convencer por Bermúdez, pero él sabía adónde iba. A un amigo, Enrique Gómez Carrillo, le escribió antes de salir de España: "Voy en busca del cementerio de mi tierra natal".
EN NICARAGUA
A finales de octubre de 1914, Darío deja a Paca Sánchez y a Luis, el único hijo que sobrevivió de los tres que tuvieron, y al que también llamaban Rubén Darío Sánchez o "Güicho".
Después de una estancia en Nueva York, Darío se fue a Guatemala, hasta donde llegó Rosario Murillo en junio de 1915 y lo trajo a Nicaragua el 24 de noviembre de ese año, cuando entró por el puerto de Corinto, según los periódicos de la época, como el Diario de Centroamérica.
Llegó muy mal de salud y en malas condiciones económicas. Tras salir de Europa había contraído pulmonía. Las calenturas lo aquejaban desde hacía días.
Ni siquiera pudo caminar cuando arribó a Corinto y tuvo que tomar un carruaje.
Darío estuvo casi un mes en Managua, en la casa de Rosario Murillo, cerca del parque central, y luego fue llevado a León, siempre bajo el cuido de Murillo.
La cirrosis, debido al alcohol, lo estaba matando lentamente en esos últimos días, escribió el académico Francisco Huezo.
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La gente lo llegaba a ver, pues desde 1907 no se le veía en Nicaragua. Todos preguntaban por su enfermad.
Aunque Darío casi agonizaba, leía bastante. Según Ildo Sol, lo hacía para que Murillo no estuviera a su lado, ya que ella, cuando lo veía leyendo, se apartaba para no interrumpirle la lectura.
Las noches las pasaba mal, con ansiedad, retortijones, náuseas y hemorragia intestinal. Muchas veces tenía 38 grados de temperatura. Los labios, delgados, y la lengua se le ponían de color rojo. Se le hinchaba el estómago y él culpaba a los medicamentos por eso.
Con el paso de los días, la enfermedad no daba tregua, a pesar de los cuidados de los médicos Escolástico Lara y Luis H. Debayle.
LA MUERTE
El 1 de febrero de 1916, Darío está en León, en una casa modesta del barrio San Juan, en una habitación sencilla de paredes blancas, de un solo piso, sin cielo raso, sin cuadros ni obras de arte. Acostado en un catre negro comprado por Murillo en un almacén de la ciudad.
Afuera se intensificaba la presencia de la gente, interesada en la salud del poeta.
Los médicos descartaron que tuviera pus en el hígado, pero deciden operarlo. Darío reclamaba que su hígado estaba sano, que su problema era una antigua colitis. "Siento en el bajo vientre como una placa de fuego. Mi hígado está sano, no me duele", decía.
Después de dos operaciones, entre las que tuvo tiempo para hacer su testamento.
Darío muere el 6 de febrero de 1916, en brazos de Rosario Murillo. Fue sepultado hasta el 13 de febrero, en la Catedral de León.
EL CEREBRO Y LA HERENCIA
El cerebro le fue entregado a su esposa Rosario Murillo, luego de que un hermano de esta, Andrés Murillo, se lo había disputado con el sabio Luis H. Debayle, quien lo quería para fines científicos.
El médico Salvador Pérez Grijalba, quien estuvo junto al cadáver de Darío, contó 50 años después que Debayle le habría entregado el cerebro de otra persona a Rosario Murillo. El verdadero se lo quedó Debayle y tiempo después fue enterrado junto al poeta, en la tumba de la Catedral de León.
En su testamento, Darío dejó su casa de León y la propiedad de sus obras literarias a Güicho, su hijo con Paca Sánchez. Otras obras, las que escribió en Nicaragua, los derechos le quedaron a Rosario Murillo de Darío.
Un nieto de Darío, el costarricense Rubén Darío Lacayo, indica que Darío tuvo cinco hijos. El primero fue su abuelo, Rubén Darío Contreras, con la costarricense Rafaela Contreras. Este nunca tuvo necesidad económica, y aunque era el único hijo legal del poeta, nunca se interesó por la herencia de su padre, aunque legalmente no podía ser desheredado.
El otro hijo legal de Darío fue con Rosario Murillo, llamado Darío Darío, pero este murió recién nacido.
Con Paca, Darío tuvo tres hijos, pero fallecieron dos a tierna edad, quedando vivo solo Güicho, quien informalmente adoptó el nombre de su hermano fallecido, Rubén Darío Sánchez.