Cinco asaltos armados en un solo día, la criminalidad galopante que la dictadura calla

En uno de los robos, los perpetradores mataron de varios disparos a una adolescente de 13 años en Mateare. Hace nueve días la victima fue un obrero de 34 años en Managua.

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  • noviembre 14, 2022
  • 11:55 PM

En un mismo día, el 05 de noviembre, a diferentes horas y en diferentes puntos del país, ocurrieron cinco asaltos violentos. En los cinco, los perpetradores eran hombres en motos, armados y dispuestos a matar. En uno de ellos, el saldo fue fatal, como ocurrió también hace dos días en un restaurante de Mateare donde una adolescente recibió un disparo mortal.

Los casos no han sido divulgados por la Policía del régimen y los avances de sus investigaciones se manejan con discreción, aunque en redes sociales los ciudadanos los han denunciado y están nerviosos por la frecuencia con que están ocurriendo. El más grave hasta ahora, es el de Mateare.

La víctima identificada como Lihasly Altaír García Monroy, tenía tan solo 13 años y cuando recibió los balazos a eso de las 8:30 de la noche de este sábado, estaba sentada en una mesa del local terminando de comer con su tía Raquel Verónica García Velázquez, de 54 años. Sus padres están trabajando fuera del país.    

Testigos relataron que los asaltantes entraron al lugar y al encontrar resistencia hicieron disparos contra clientes y trabajadores por igual. Tomaron el botín y huyeron del lugar dejando a sus víctimas nerviosas, a unas en estado de shock y a la menor desangrándose hasta que finalmente falleció camino al hospital. Sus restos fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal, IML, y hasta el cierre de esta nota, se desconoce si hay pistas de sus atacantes.

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UN ASALTO TRAS OTRO

La percepción de una frágil seguridad ciudadana con la que cuenta el país desde que la Policía se ocupa más de actividades represivas que de atacar a la delincuencia, se quebrantó por completo al registrar no solo esos asaltos el mismo día, sino otros en los días siguientes. Todo en menos de 15 días.  

En unos de los primeros asaltos, la víctima fue identificado como Wilmer Rosales Herrera, de 41 años de edad. Ocho sujetos armados con pistolas cortas de grueso calibre lo interceptaron, le hicieron parada cuando viajaba en su moto por la comarca Los Desamparados, en Ayapal, San José de Bocay.

Sin alternativa por estar en juego su vida, Rosales Herrera se detuvo y los delincuentes lo despojaron de 75 mil córdobas que llevaba por la venta de un ganado, su celular, sus botas de hule y hasta de su camisa.

Ese mismo día pasó por lo mismo Juan Alfredo Gadea Arauz de 38 años. A Gadea Arauz, otros sujetos armados lo obligaron a detenerse cuando viajaba también en su moto hacia su casa en Santa María de Pantasma en Jinotega. A esta segunda víctima, los asaltantes le robaron 41 mil 500 córdobas en efectivo y cosméticos valorados en 400 córdobas.

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ASESINADO POR UN CELULAR

Ese mismo día, en Managua, la vida de un ciudadano terminó en manos de dos asaltantes que se movilizaban en motocicleta. La víctima fue identificada como Weller Hamin Paredes Almendárez, de 34 años, y el asalto que resultó mortal para él, ocurrió en horas de la noche, del monumento Salvador Mendieta, de la Colonia Centroamérica, 2 cuadra al sur, en la capital.  

Weller Hamin Paredes Almendárez, de 34 años (q.e.p.d). Cortesía.

La versión que dieron testigos es que Paredes Almendárez se negó a entregarles el celular a los asaltantes y molestos, no dudaron en atacarlo con arma blanca. La víctima murió desangrada en el lugar. Ese mismo día, otro ciudadano fue despojado de su motocicleta y su billetera por otros dos motorizados frente a la entrada de su casa, en el barrio María Auxiliadora de Managua.

La pesadilla se trasladó hacia el norte de la Parmalat. Allá otros dos motorizados también armados llegaron para robar un bar. Cuando los clientes intentaron impedirlo, se armó una balacera que la misma propietaria, Karina Ruiz, calificaría como “infernal”. Uno de los clientes, resultó herido.

“Uno ya ni está seguro ni en su casa, menos en otro lugar. Esto ya es insostenible, ¿De dónde saca esta gente armas?, ¿Qué pasa con la Policía?”, se pregunta doña Petrona Castro, dueña de una comidería en Managua. “Hasta uno pierde, porque la gente ya no sale, tiene miedo a que les pase algo horrible como lo que pasó con esa niña en Mateare”, se queja.

SITUACIÓN GRAVE  

Un experto en temas de seguridad, que pide comentar esta realidad si se reserva su identidad, señala que el problema es que el régimen Ortega-Murillo “ha procurado una descomposición social en la que la misma Policía, encargada de combatir el crimen, se ve desorientada”.

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“El único plan estratégico que parecen desarrollar son los que les orientan desde El Carmen, los patrullajes son más actividades políticas que de orden ciudadano. Es una policía que la vemos en inactividad, rebasada en su naturaleza, dejó de ser preventiva y solo es reactiva. Resuelve crímenes, no los previene y esto es grave dada la anarquía política y las armas en manos de civiles que les facilitó la dictadura en 2018”, critica.

Mientras eso pasa con la autoridad que debe combatir el crimen, según el experto, son los ciudadanos los que sufren. La última encuesta de CID-Gallup sobre el clima de inseguridad que vive el país, publicada en octubre pasado señala que ocho de cada diez nicaragüenses creen que los robos con violencia e intimidación se han incrementado.

El estudio indicó que la percepción de inseguridad pasó de 49% en mayo de 2020 a un 83% en septiembre pasado, la mayor en la última década.

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